Buenas noches chicas!!! Siento mucho tardar tanto en subir pero estoy super liada y casi no tengo tiempo, de todas formas aquí lo tenéis he intentado que hubiese un poco de todo así que espero que os guste!

CAPÍTULO 52

Noté la respiración de Niall en mi cuello, hacía mucho que no dormía con nadie y menos con él. Me había rodeado por la cintura con uno de sus brazos y su cabeza estaba encajada en el hueco entre mi cuello y el hombro. ¿Cuándo había pasado esto? ¿Cuándo me había dormido? ¿Cuándo me había abrazado? Giré la cabeza para justo encontrarme con su cara y su pelo rubio rozando mi nariz, inhalé su aroma, el pelo de Niall siempre olía tan bien... Escuché un ruido en la cocina, como una cacerola o una sartén que me recordó donde estaba, suspiré pesadamente y retiré el brazo de Niall intentando no despertarle, no por el hecho de que quisiera que siguiese durmiendo, si no porque la situación al despertar podría ser demasiado incómoda. Salía a gatas del fuerte justo cuando oí un carraspeo, EL carraspeo. Levanté la cabeza para encontrarme a Harry sentado en el sofá, perfecto. Y encima estaba ahí con unos pantalones de chándal grises y una sudadera blanca de manga larga... parecía el chico del primer video diary, le faltaba el beanie gris y el pelo más corto, porque ahora para empeorar la situación lo llevaba recogido en uno de sus moños, que por alguna razón me encantaba, estaba al borde del colapso.

- Hola -dije con una pequeña sonrisa levantándome con alguna que otra dificultad porque estaba completamente acartonada de haber dormido en el suelo.

- ¿Qué tal? -preguntó metiéndose una cucharada de lo que fuese que había en el bol.

No sabía si eran las manos agarrando la cuchara, como abría la boca, o qué, pero estaba paralizada a la salida del fuerte solo con verle.

- Um... -conseguí decir -no ha sido mi mejor sueño.

Me acerqué al sofá y me senté a su lado con las piernas cruzadas como los indios. Harry asintió y se metió otra cucharada de lo que parecía la pasta blanca a la que llamaban porridge y que a mí me parecía asquerosa.

- ¿Quieres? -negué rápidamente con la cabeza y sonrió -si tanto te gusta lo inglés, esto debería encantarte, es de lo más típico.

- Es asqueroso -dije arrugando el ceño.

Harry sonrió ligeramente como respuesta y siguió comiendo. Todo estaba siendo absolutamente perfecto e ¡incómodo! Me revolví en el sofá cambiando de posición para apoyar el lado derecho de la cara contra el respaldo y poder mirar directamente a Harry.

- ¿Qué? -dijo mirándome un segundo mientras tragaba otra cucharada, ¿se puede saber cuánto cabía en ese bol?

- Estás enfadado -contesté, no era una pregunta.

- Que va -dijo frunciendo el ceño como si hubiese dicho la cosa más estúpida del mundo -¿debería?

- No, no -contesté rápidamente negando con la cabeza -tenía miedo ya sabes...

- No tienes que explicarme nada -me cortó dedicándome una pequeña, por no decir minúscula sonrisa.

- Bueno pero quiero hacerlo -me crucé de brazos mirando a otro lado.

Me sentía fatal. Si yo fuese Harry me habría mandado a la mierda hace ya mucho tiempo, por no tener claro lo que sentía por él. Cuando no estaba con Niall y pensaba en cómo le había tratado cuando se supone que debería al menos ser un poco más distante con él, me sentía culpable, pero no podía tratarle de distinta forma, no me salía, por más que me lo propusiera, cuando estaba con él, se me olvidaba todo lo demás. Y no entendía porque Harry seguía soportándome la verdad, si la cosa fuera al contrario y él siguiese llevándose con su ex, a mi me llevarían los demonios. Pero a Harry no y ya no sabía si era porque él era así de bueno o porque simplemente no le importaba tanto como para preocuparse. Definitivamente no quería que fuese la segunda opción.

- Lo siento -dije al final con un suspiro mirando mis calcetines grises -de verdad.

No contestó, ni se movió, nada. No le importaba estaba claro y no podía culparle, ¿quién iba a querer soportar a alguien como yo? Nadie. Nadie quería y definitivamente, nadie podía. Zayn tenía razón desde un principio, lo único que podía causar, era daño.

La mano de Harry acarició mi cabeza haciendo que elevara la vista hacia él. El hueso de la mandíbula se le marcaba y tenía el ceño ligeramente fruncido, sus ojos estaban clavados en su propia mano que movió hasta colocarla sobre mi mejilla. Un escalofrío recorrió mi columna por su contacto y empecé a sentir un calor en el pecho que se extendía hasta la punta de las orejas. Acunó mi cabeza en su mano, que la abarcaba completamente y sonrió ligeramente clavando sus ojos en los míos. Me mordí el labio inferior nerviosa, ojalá supiese lo que estaba pensando.

- Tienes que darme una oportunidad -dijo finalmente acercando su rostro al mío para que nuestros ojos estuviesen a la misma altura -lo que sientes por él no va a desaparecer así como así, pero tienes que dejarme intentarlo.

- Te dejo -contesté con la boca pequeña.

- No es verdad -respondió negando con una de sus pequeñas sonrisas, asentí llevándole la contraria ¡le dejaba! -¿segura? -volví a asentir esta vez con más fuerza para intentar ser más convincente -vale.

Acortó la poca distancia que había entre nosotros, plantando sus labios sobre los míos. Noté su respiración pesada, como si hubiese cogido fuerzas para besarme, como si le hubiese costado mucho esfuerzo decidirse a hacerlo. Respondí agarrándole por el cuello con una mano y pegando mi cuerpo al suyo. Cada vez que me besaba perdía la cabeza, literalmente, me mareaba, sentía como si la habitación estuviese dando vueltas y el calor del pecho se convertía en fuego que se extendía por todo mi cuerpo. La mano que antes había estado en mi mejilla me presionaba ahora por la espalda contra su pecho, mientras la otra se enredaba en mi pelo. Harry estaba desatado, su lengua recorría mi boca como si intentara memorizar cada rincón de ésta y yo intentaba responder con la misma pasión. Se me aceleró la respiración hasta el punto de tener que separarme ligeramente un segundo para coger aire por la boca, pero él no me dio tregua, tan pronto como mis labios habían dejado de tocar los suyos, se había lanzado echándome hacia atrás contra el sofá y me volvía a besar aún con más fuerza. La mano que no estaba enredada en mi pelo recorrió mi muslo lentamente  subiendo hasta alcanzar uno de mis pechos, se me escapó un gemido y noté su sonrisa satisfecha sobre mis labios. Deslicé la goma que sujetaba su pelo en un pequeño moño dejándolo suelto y rozando mi cara, el pelo de Harry me fascinaba, en cualquiera de sus etapas, rizado hacia un lado, más corto hacia arriba, con el pañuelo en la cabeza, medio recogido, en moño o suelto cayendo prácticamente sobre sus hombros, me parecía salvaje y sexy, me gustaba demasiado.

- Hostia -oí que alguien maldecía por lo bajo y giré la cabeza para ver quién era, cosa que Harry aprovechó para besarme el cuello -¡joder!

Era Niall, intentando salir del fuerte sin mucho éxito, ya se le había caído una sábana en la cabeza.

- ¡Harry! -susurré apurada y apartando su cara de mi cuello, conseguí que levantara la cabeza frunciendo el ceño -¡Niall! -dije haciendo que volviese a la tierra.

Giró la cabeza para ver como el susodicho salía por fin y saltó hacia atrás al otro lado del sofá prácticamente fuera de éste. Me incorporé sentándome también. Esto era estúpido.

- Ey tíos -dijo Niall revolviendo una sábana que directamente había decidido quitar para poder salir y la tiró hacia las ruinas del fuerte.

- Hola -contesté y a su vez Harry levantó la cabeza a modo de saludo.

- ¿Qué hacéis? -preguntó poniéndose las zapatillas.

- Ver la tele -contestó Harry que había vuelto a coger su bol.

Le miré con una ceja levantada, ¿ver la tele? Me devolvió el gesto encogiéndose de hombros y apartando la vista al segundo. ¿Qué estaba pasando? Vale que no quisiera que nos pillara liándonos, obviamente, pero no estábamos viendo la tele y... tampoco había hecho falta que prácticamente volara a la cocina para que Niall no le viera. ¿Iba a ser así?

- Está apagada -dijo Niall sentándose entre los dos mirándonos a ambos intermitentemente.

Miré hacia otro lado y bufé ligeramente. Perfecto, encima nos había pillado en la mentira.

- No echaban nada interesante -contestó Harry -¿quieres? -le ofreció su porridge y Niall aceptó.

Le compraba con comida, muy listo. Niall se giró para ofrecerme a su vez y volví a rechazarlo con una pequeña sonrisa.

Harry se levantó del sofá y subió las escaleras hacia el piso de arriba. ¿Se puede saber qué le pasaba? ¿Qué había hecho...?

- ¿Está bien? -me preguntó Niall a lo que me encogí de hombros sin saber que contestarle -¿he... aham -se aclaró la garganta como si no quisiera decir lo que estaba a punto de decir -... interrumpido algo?

- No... -mentí subiendo las piernas al sofá y abrazándome las rodillas -no se fía de mi, supongo, y no le culpo, yo tampoco lo haría.

- Te estoy complicando la vida ¿verdad? -dijo mirándome fijamente con el ceño ligeramente fruncido, realmente se veía que se sentía culpable y eso era incluso peor.

Negué con la cabeza apoyando la barbilla sobre las rodillas. La vida me la complicaba yo sola y aún así no la cambiaría por nada del mundo. Ellos eran mi sueño y siempre lo habían sido.

- ¿Crees que en un mundo en el que yo no hubiese conseguido entrar en Factor X nos habríamos conocido?

- Um... -la verdad era que no esperaba que me preguntara eso -no creo... tú de Irlanda, yo de España... si al menos fueses inglés, con mi obsesión por vivir en Reino Unido quizás -sonreí negando con la cabeza.

- ¡Oye! -dijo frunciendo el ceño con indignación -sabes que yo ya había ido a España ¿verdad? Antes de... ¡todo esto! -abrió los brazos intentado abarcar lo que él quería expresar con "todo esto" -probablemente te habría conocido allí, no hubiese sido imposible...

- Pero si improbable -contesté conteniendo una sonrisa -tú fuiste a Murcia una vez y yo no he ido nunca y aunque no me importaría, no tengo planeado ir, no me gusta la playa...

- Si dos personas están destinadas a conocerse se acaban encontrando -dijo convencido ignorando mi argumento por completo.

- ¿Qué te hace pensar que nosotros estábamos destinados a conocernos?

Me miró levantando una ceja con incredulidad y le devolví el gesto, o al menos lo intenté porque no sabía levantar tan solo una ceja.

- Podría haber entrado en cualquier otra cafetería -sonrió ligeramente -los cosas no pasan porque sí, tienen un significado, un motivo.

El destino. ¿Quién creía en el destino? La mitad de las personas si y la otra mitad pensaban que cada uno se crea su propio por venir, que nada está garantizado. Niall creía en el destino y yo no tenía ni idea de en lo que creía, me gustaba pensar que podían ser ambas, como decía Forrest en Forrest Gump. Pero en realidad nadie tiene por seguro como funciona la vida, solo son suposiciones. Igual que nadie sabe lo que hay después de la muerte o si cuando sales de tu habitación los peluches cobran vida. Pero es una cuestión de tener fe en algo.

- Voy a desayunar -dije levantándome del sofá y dedicándole una sonrisa que él me devolvió al momento -¿quieres que te traiga algo? -negó con la cabeza.

Cerré la puerta al entrar a la cocina y apoyé las manos sobre la encimera suspirando pesadamente. ¡Jesucristo! Cerré los ojos y me pasé las manos por la cabeza echándome todo el pelo hacia atrás. Demasiadas cosas para acabar de despertarme.

- ¡Buenos días! -Evelin entró dando un portazo y levantando los brazos más feliz que una perdiz -¡uh! -se cruzó de brazos y se acercó a mi arrugando el ceño -¿qué... -levantó un dedo moviéndolo en círculos en frente de mi cara -...te pasa?

- Vámonos -contesté haciendo que abriera los ojos sorprendida -Cel, tú y yo, a la ciudad, las tres...

- Pero primero me dices qué te pasa -suspiré frunciendo el ceño como si fuese una niña pequeña.

- Cuando estemos en la ciudad en una de las preciosas cafeterías que salen en los videos de Zoella, con unos cafés, os lo cuento y así está Cel también.

- Um... -me ofreció una mano -¡trato! -se la estreché con una sonrisa pero tiré de ella -¡qué violencia Rach!

- Y tú me explicas porque tantísima felicidad.

Sonrió de forma sarcástica como respuesta y me pasó un brazo por los hombros saliendo de la cocina.  Subimos las escaleras que daban a los dormitorios y fuimos a la habitación de Cel. Eve abrió de un portazo y vi como Celia pegaba un brinco sobre la cama incorporándose rápidamente.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? -consiguió decir todavía desorientada.

- ¡Fuego! -grité tirando de uno de sus brazos y la pobre casi se cae de la cama.

- ¡Corre Cel! -dijo Eve a su vez.

- ¿¡Qué mierda os pasa!? -gritó Celia dándonos a cada una, una colleja -¿¡no sabéis que despertar a alguien bruscamente puede ser causa de infarto!?

Eve y yo no echamos a reír en lo que ella bufaba enfadada. Era tan gracioso, Cel que nunca en la vida se alteraba por nada, siempre vivía feliz, estaba ahora más cabreada que un mono.

- ¿Y si te decimos que nos vamos a la ciudad las tres solas? -dije agarrándola de un brazo.

Eve se colgó de su otro brazo poniendo la mejor sonrisa de niña buena que podía.

- Bueno... pero por el infarto, invitáis vosotras.

- ¡Hecho! -dijimos Evelin y yo a la vez.

- Vamos a vestirnos y quedamos abajo en veinte minutos.

- A sus órdenes Cel -dije saliendo de la habitación todavía medio riendo.

Daba gracias a Dios por tener a dos de las mejores amigas que se podían desear. Estaba bajando para ir en busca de mis zapatillas que estarían enterradas bajo las sábanas que quedaban de las ruinas del fuerte cuando escuché la puerta principal cerrarse. ¿Quién había salido? La curiosidad pudo conmigo y fui directa hacia allí, cuando abrí me encontré a Harry cargando su bolsa de viaje en el maletero. ¿Dónde iba?

- ¿Harry? -dije al final sin salir del umbral de la puerta porque estaba descalza y pisar piedrecitas no me hacía ninguna gracia. Ni se inmutó -¡Eh! ¡Harry! -elevé el tono de voz aunque sabía perfectamente que podía escucharme.

Suspiré y salí al final clavándome las piedrecitas en la planta de los pies, dolían como mil agujas. Llegué hasta el coche justo cuando cerraba la puerta del conductor, pero antes de que echara el seguro la abrí.

- ¿Qué te pasa? -me miró con el ceño fruncido sin decir una palabra -¿dónde vas? -siguió sin abrir la boca tan solo podía oír como intentaba controlar la respiración -¡me quieres contestar! -dije al final dándole un manotazo en el brazo, pero no obtuve ninguna respuesta -ósea que me besas y te vas, ¿ese es tu modus operandi? Volverme loca y luego irte, sin más. ¿No ha significado nada para ti? ¡Porque a mi casi me da un infarto! -bufó con exasperación poniéndome aún más nerviosa -¿¡qué te pasa!? ¿¡Dónde vas!? -le zarandeé por el hombro haciendo acopio de toda mi fuerza, que no era mucha, pero sirvió para moverle ligeramente de un lado a otro.

- A Los Ángeles.