Buenaaaas tardes chicas!!! Antes de nada espero que las que fueseis al concierto o los conciertos os lo pasarais geniaaaaal y las que no ya habra mas oportunidades vereis! Aqui teneeeeeis!


CAPÍTULO 47

Fui a entrar en la cocina para salir del salón lo más rápido posible, pero nada más tirar de la puerta Celia y Liam tuvieron que agarrarse al marco para no caerse, se dieron la vuelta rápidamente e hicieron como sí nada.

- Disimuláis la hostia de bien -dije cruzándome de brazos. 

- Rach... -Celia me miró con cara triste y me dio un abrazo rápidamente -lo siento mucho -dijo sin apartarse -bueno -me agarró por los hombros clavando sus ojos en mi -no se sí lo siento, al menos ya sabes lo que le pasaba a Niall ¿no?

- ¿Vosotros...?

- No -dijo Liam rápidamente -no sabíamos nada. 

Suspiré más relajada, sí todos lo hubiesen sabido menos yo sí que me habría molestado pero parecía que solo Zayn lo sabía. Me mordí el labio sin saber que sentir. ¿Qué iba a hacer ahora? Sujeté el tabique de mi nariz entre el dedo índice y corazón agachando la cabeza. Todo era demasiado complicado. 

- No llores Rach -dijo Liam abrazándome a lo que Celia también se unió. 

No me había dado cuenta de que estaba llorando hasta que él me lo había dicho. Y ya no sabía sí lloraba por tristeza, por impotencia o por el hecho de que a Niall sí que le importaba. 

- Rach... -Eve asomó la cabeza por la puerta de la cocina y me separé del resto para abrazarla con fuerza -voy a matarles, a todos, te lo prometo -me acarició el pelo mientras me consolaba -no voy a dejar ni los dientes, así no podrán saber su ADN. 

Eso me hizo reír ligeramente. Me aparté secándome las lágrimas con la mano y respiré hondo tranquilizándome. 

- ¿Qué hago ahora? -le pregunté a los tres -es que no... No se...

¿Y Harry? Esa era la cuestión principal, Harry. Sí, Niall sí que me quería o al menos sí que le importaba pero lo que había sufrido por él era de las peores cosas que me habían pasado en la vida, y el que había estado ahí todo el tiempo era Harry. Tenía que hablar con él, ya. 

- Ahora vengo -rodeé a Eve y justo cuando iba a abrir la puerta Harry apareció por ella. 

Me miró serio un segundo y luego se le formaron unas arruguitas de preocupación entre las cejas. Hizo un movimiento con la cabeza indicando que nos fuésemos a otro sitio y asentí conforme. Salimos por la puerta principal y entonces entró en su coche. ¿Por qué entraba en el coche?

- Sube -dijo abriendo la puerta del copiloto desde dentro, dudé un segundo -no te fías ¿o qué? -preguntó asomando la cabeza por la puerta. 

Cogí aire profundamente y me subí al coche, no es que no me fiase, es que sí pasaba algo que no me gustaba no iba a poder irme sin que él me trajese de vuelta, y estaba muy, pero que muy serio. 

- Cinturón -dijo nada más me senté. 

Me lo puse al momento y le miré de reojo. Puso en marcha el coche y giró el volante todo a la derecha, ver a Harry conduciendo con las manos tan grandes que tenía y sus anillos, no podía ser bueno para la salud de nadie. Me pilló mirándole y aparté la vista al instante.

- Coge la bolsa de equipaje que hay atrás -dijo sin apartar la vista de la carretera. 

- ¿Para qué? 

- Cógela, hazme caso -dijo sin más. 

Me metí como pude entre los dos asientos de delante y agarré la bolsa de cuero marrón que gracias a dios casi no pesaba. 

- Cógete la sudadera negra que hay dentro, vas a coger una pulmonía sí no te pones algo seco. 

- No, no, sí estoy bien -le contesté rápidamente. 

Primero, no me había dado cuenta de que mi camiseta estaba empapada hasta ahora que la sentía pegada a mi cuerpo y segundo, no me iba a cambiar delante de Harry, no era ni el momento ni el lugar. 

- ¿Podrías hacerme caso por una vez? -dijo con una pequeña sonrisa. 

Ya no parecía tan enfadado. Sopesé la idea y saqué la sudadera, oh dios, era la negra de Calvin Klein que había llevado al lanzamiento del libro de Lou Teasdale... Adoraba esa sudadera y quería ponérmela. Tenía pinta de ser tan sumamente calentita...

- Bueno pero no mires -dije rápidamente a lo que él se rio. 

- Se me había olvidado que nunca te había visto desnuda -dijo sarcástico. 

- Ja. Ja. Ja. -le fulminé con la mirada -además no voy a estar desnuda, llevo el biquini debajo -apretó los labios intentando no echarse a reír mientras conducía -bueno, tú a la carretera eh. 

Asintió rápidamente dándome la razón como a los tontos y sonrió de medio lado, era irremediable. Saqué la sudadera de la bolsa y la extendí sobre mi regazo para sólo tener que meter los brazos y no entretenerme más de lo necesario en desdoblarla. Miré a Harry un segundo que parecía concentrado en conducir. Me quité mi camiseta rápidamente y me puse su sudadera a la misma velocidad. No era tan calentita como parecía pero hacía sol así que era perfecta además por dentro era muy suave. 

- ¿Qué tal? -le dije girándome en su dirección y él se encogió de hombros inexpresivo -al menos podrías mentir y decir que me queda bien -contesté cruzándome de brazos. 

Harry para mejorar la situación, soltó una carcajada y rápidamente se tapó la boca con la mano izquierda. Muy maduro sí, como los niños pequeños. 

- Me gustaba más cuando no la llevabas -dijo sonriendo y guiñándome un ojo pícaro. 

Contuve una sonrisa como pude, al menos Harry seguía siendo Harry. Por fin parecía que entrábamos en la ciudad después de un buen rato de carretera rodeada de árboles y sin ningún edificio a los alrededores. 

- Bueno ¿y a dónde estamos yendo? -dije a lo que él se encogió de hombros -oh, buen destino sí...

- ¿Tienes hambre? -negué con la cabeza como respuesta, se me había cerrado el estómago con todo lo que estaba pasando -bueno yo sí -dijo girando en una calle. 

Después de cinco minutos vi el logo de "Taco Bell", y por los gustos de Harry parecía que nos dirigíamos hacia allí. Él y la comida mexicana tenían una historia de amor no resuelta. Se acercó a la ventanilla para pedirlo directamente desde el coche y se volvió hacia mi. 

- ¿Seguro que no quieres nada? -volví a negar con la cabeza, nada de nada.

Se volvió hacia el chico que tomaba los pedidos y dejé de prestar atención mirando por la ventana, lo bueno del coche de Harry era que como era tan alto podías mirar a los demás desde arriba y a mi eso siempre me había hecho gracia, no sabía muy bien por qué. 
Después de pedir dos burritos que parecían enormes y una botella de agua volvió a ponerse en marcha. 

- Que no se te caiga ¿eh? -dijo cuando arrancó ya que era yo la que tenía que sujetarle la comida. 

- Tiene narices la cosa, en vez de darme las gracias... -se rio ligeramente y empezaron una sucesión de curvas ascendentes que parecían interminables -¿dónde estás yendo?

- Estamos yendo -puntualizó -el del Taco Bell me ha dicho que por esta carretera se llega a un acantilado y no teníamos destino ¿no?

Negué con la cabeza. Un acantilado... Con mi vértigo... estábamos apañados, sólo esperaba que no fuese demasiado alto aunque no tenía pensado asomarme, bajo ningún concepto. Después de cinco minutos más subiendo en curvas al final llegamos a ese acantilado que Harry decía y gracias a dios había una explanada enorme hasta el borde, así que podría incluso salir del coche. Le pasé sus bolsas de comida cuando abrió la puerta y salí de allí, no sin dificultad porque ese coche era realmente alto. 

- Dime que no vas a ir al borde -le dije cuando le vi andando hacia allí con decisión. 

Se giró para mirarme con una ceja levantada y después sonrió de medio lado. Se acercó retrocediendo hasta donde yo estaba, cerca del coche, y me miró aguantando una sonrisa demasiado obvia. 

- ¿Confías en mi? -dijo ofreciéndome su mano. 

- No eres Aladín -le contesté rápidamente -y no, en un acantilado no confió en nadie. 

Puso los ojos en blanco y echó a andar otra vez. 

- Como quieras -dijo sin girarse -pero yo quiero comer allí -señaló el borde.

- Mandón -dije por lo bajini alcanzándole -¿y sí se cae?

- No se ha caído en no se cuantísimos años se va a caer ahora -contestó con sarcasmo. 

- Se me había olvidado que eras geólogo -dije dándome una palmada en la frente -tonta. -volvió la cabeza hacia mi con su característica media sonrisa que parecía decir "pequeña niña inocente" -el día que se caiga te diré ¡te lo dije!

Agarró mi mano con la que no estaba sujetando sus dos bolsas de comida y reanudó el paso hacia el borde negando con la cabeza. Según nos acercábamos mi corazón iba más y más rápido, odiaba las alturas, de verdad, lo pasaba fatal, sentía como que el suelo o en este caso el agua me absorbía. Le solté la mano cuando estábamos demasiado cerca y me senté en el suelo con las piernas cruzadas dejando tres palmos entre el borde y yo.

- ¿Un poquito más cerca? -dijo sin sentarse todavía a lo que negué con la cabeza rápidamente. 

Al final se sentó a mi lado poniendo una mano sobre mi muslo para tranquilizarme, y de alguna forma funcionaba, no del todo porque seguía sintiendo el corazón a mil por hora, pero era agradable. 

Antes de darle el primer bocado a su burrito volvió a ofrecerme y volví a rechazarlo negando con la cabeza. Harry hablaba despacio, caminaba despacio, gesticulaba despacio, no conducía despacio pero... Sí comía despacio, parecía que quería saborear cada bocado y yo no sabía qué era pero hasta el movimiento de su mandíbula al masticar me gustaba en él, se le hinchaban ligeramente los carrillos. Me miró parando de masticar y levantó una ceja. 

- ¿Qué? -dijo después de tragar extrañado porque me hubiese quedado mirándole. 

- Nada -dije encogiéndome de hombros -come, come. 

Mientras él terminaba me puse a lanzar piedrecitas al mar, ni siquiera veía donde caían pero era una distracción y para que engañarnos, la vista era espectacular, el mar era azul oscuro con lo que debía de ser bastante profundo y cada ola chocaba con fuerza contra las rocas negras que formaban el acantilado dejando una estela de espuma blanca cuando se retiraban, hacían un ruido bastante relajante, el movimiento, el olor y el sonido del mar siempre me habían encantado. 

- Es hipnotizante ¿verdad? -dijo apoyándose sobre las manos y estirando las piernas que llegaban justo hasta el borde del acantilado. 

- Es como sí no existiese nada más... Como sí hubiésemos salido del mundo -no sabía como explicarlo exactamente así que simplemente me reí y me encogí de hombros -me encanta -dije resumiéndolo. 

- Rach -dijo llamando mi atención -¿vas a... -dudó pero al final suspiró - volver con Niall?

Retiré la vista tan rápido como hizo la pregunta y tiré otra piedra al mar. 

- No... -dije al fin enrollando el final de mi pelo en un dedo algo nerviosa e incómoda -me da igual por lo que lo haya hecho pero no era su decisión pensar por mi y lo que he pasado por su culpa no me lo va a quitar nadie. 

Asintió lentamente y se incorporó ligeramente cruzando las piernas y apoyando los codos sobre las rodillas. Corrió un poco de aire y metí las manos por dentro de las mangas de la sudadera de Harry, era demasiado cómoda. 

- Pero él lo hizo por ti -dijo al final haciéndome suspirar, de verdad que no quería hablar de eso -no te enfades, sólo digo que tenía un motivo, que te quiere. 

- ¿Por qué siempre intentas echarme a sus brazos? Apartarme de ti, sí te molesto puedes decírmelo sin más. 

- No seas boba, lo último que haces es molestarme. -contestó mirando al horizonte. 

- ¿Entonces por qué intentas disculparle?

- No intento disculparle... -dijo no muy convencido volviendo a clavar sus ojos en los mío -sólo digo que tenía un motivo, que sí te quería y probablemente lo siga haciendo. 

- Pues yo no -me miró con una ceja levantada y fruncí el ceño como respuesta -¡que no! Y además, es tarde. 

- Nunca es tarde...

- Sí lo es -le corté -la ha cagado mucho y yo no puedo olvidar eso. Y quizás tenga un motivo como tú dices pero no me sirve para borrar todo el daño que me ha hecho. Y a parte, no confió en él. 

- Pero la confianza se gana con el tiempo...

- ¿¡Por qué quieres que vuela con él!? -dije al final alzando la voz sin entender cual era su problema. 

- Porque... -resopló arrugando el ceño, y sujetando el tabique de su nariz entre los dedos, claramente no quería decir lo que iba a decir -porque sí, porque estáis hechos el uno para el otro -le miré con una ceja levantada cruzándome de brazos -sí Raquel, sois iguales -contestó con el mismo gesto -Sí existen las medias naranjas él es definitivamente la tuya. 

- Yo prefiero el mango -dije simplemente. 

- ¿Qué? -preguntó extrañado. 

- Que a lo mejor no quiero una media naranja quiero un medio mango, prefiero el mango a la naranja -intenté explicar lo que quería decir -y a lo mejor tú eres el mango ¿desde cuándo solo se puede salir con las personas que son iguales a ti? ¿Que aporta entonces eso a tu día a día, a tu relación? Los dos hacen lo mismo, lo dos piensan lo mismo ¡que monotonía!
Intentó esconder su sonrisa y se le marcaron los hoyuelos, haciéndole estar todavía más guapo. 

- No te rías, lo digo enserio... -dije intentando aguantar una sonrisa. 

- ¿Tú eres más de macedonia entonces? -dijo enarcando una ceja. 

- Pues supongo -contesté algo intimidada por su mirada -¡multifrutas! -dije con entusiasmo haciéndole reír -¡oh! Como esas gominolas tan ricas que comía de pequeña y había millones de frutas -me miró extrañado sin saber a lo que me refería -¿no? ¿Aquí no tenéis o qué?

- Yo siempre he sido más de barritas de chocolate la verdad -contestó -como el Twix -se relamió los labios seguramente imaginando el sabor, aunque a mi me pareció más una ofensa a los dioses que otra cosa -eso sí que está rico. 

Le miré aguantando una sonrisa sin ningún éxito y él sonrió de oreja a oreja. Pasó un brazo por mis hombros y me acercó a su costado.

- Tienes razón -dijo acariciando mi pelo despeinado y ondulado por el agua del mar, sí, el agua del mar y el pelo largo siempre han sido eternos enemigos, que caía sobre mis hombros -es como sí fuese otro mundo como sí nadie más existiera. 

Pero existen, pensé para mi misma, y más tarde o más temprano habría que volver y enfrentarse a ello. Rodeé su cintura con los brazos inhalando su aroma, se debía de haber dado una ducha después de las motos porque en vez de a mar olía a Harry, a fresco, me relajaba de alguna forma. Elevó mi barbilla agarrándola suavemente para que le mirara directamente. 

- Vente conmigo -dijo al final sin apartar sus ojos de los míos. 

- Ya estoy contigo -contesté a lo que el sonrió y negó con la cabeza. 

- A Los Ángeles. 

¡Uy la virgen! Le miré extrañada y me incorporé deshaciendo el abrazo. 

- ¿Cómo?

- Me iba a ir en cuanto volviésemos, pero ahora quiero que te vengas conmigo. 

- ¿Te ibas a ir? ¿Por qué?

Se encogió de hombros y cogió un de mis mechones de pelo enrollándolo en su dedo, más concentrado en eso que en lo que le estaba preguntando. 

- Me gusta estar allí -contestó sin más -y quiero enseñártelo -dijo sonriendo -te va a encantar. 

- ¿Y pensabas... decírmelo antes de irte?

Clavó sus ojos en mi entendiendo por fin que no le estaba preguntando por que se iba a Los Ángeles, sino que por que se iba sin más. 

- Estaba enfadado contigo -dijo soltando mi pelo -porque no venías con nosotros y bueno -se rascó la cabeza en un gesto nervioso -quería alejarme de ti... un tiempo -dijo al final, bajé la mirad mordiéndome el labio inferior -lo siento. 

- No -negué con la cabeza -lo entiendo perfectamente -dije intentando sonreírle -te estoy volviendo loco, y no en el buen sentido. 

- Pero ha cambiado -dijo sin apartar sus ojos de mi -y quiero que vengas, me haría mucha ilusión. 

- ¿Tu intención no era alejarte de mí? -dije dudosa. 

- ¿A quién voy a engañar? -dijo sarcástico con tono derrotista dejando caer los brazos teatralmente -¡eres irresistible!

Eso me hizo reír, Harry siempre sabía como relajar la situación. Levanté la vista a sus preciosos ojos verdes, que a veces parecían más verdes y otras más azules y asentí. 

- ¡L. A. L. A. babeh! -dije cantando una parte de una canción que juraría que era de los Jonas Brothers, levantando los brazos como en una discoteca.