Stuck In The Past


Capítulo 20



Mi madre no tuvo objeciones al dejarme entrar de nuevo en la Academia. Pero me juzgó de loca. Aún así, se levantó del lugar, tomó sus cosas y me dijo que nos apuráramos si queríamos encontrar a la Señora Foster antes de que se fuera a una de las muchas reuniones con sus compañeros antiguos de la “Antigua Academia”. Le tuve que decir que se adelantara a la Academia y tuviera un poco de paciencia, pues tenía que ir a renunciar, muy a mi pesar en la revista. 
Tomé un taxi y me dirigí hacia el edificio, al llegar entré corriendo y sin saludar a mi amigo del recibidor, llamé al elevador. Al llegar a las oficinas, me topé de narices con Christian. Se veía algo apurado, pero cuando me vio, el semblante la cambió. Sonrió y me tomó de los brazos, atrayéndome hacia él, abrazándome con fuerza. Yo no sé porqué lo hizo, si debo de estarles causando un terrible dolor de cabeza. Cuando nos separamos, me mira fijamente, quemando mis ojos con los suyos. Muy azules, muy lindos. Dudo un momento y me alejo de él.


—¿Dónde estabas? Todos están preocupados por ti. Sé que te reportaste enferma, pero al día siguiente, ayer, es decir… —Suspira y se rasca la cabeza. —No supe que hacer. Te llamé pero… no entiendo. 
—Voy a renunciar. —Aclaro de una buena vez. —Lo siento, se que estoy siendo ingrata, pero tengo que irme. No muy lejos, es solo que ha surgido un problema y no puedo seguir aquí.
—¿Puedo ayudarte en algo? —Pregunta Christian desesperado, intentando encontrar mis ojos. No lo dejo. —Puedes hacer lo que sea, pero no renuncies. Es una gran oportunidad. Sabes que es tu pasión.
—¿Puedo pasar con tu padre ahora? —Pregunto esquivándolo. —Tengo algo de prisa. Agradezco que te preocupes por mi pero… no puedo.
—Tiene que haber una segunda opción. —Escucho su voz detrás de mí. —¿No es así?
—No la hay.


Camino decidida hacia la oficina del director. Llamo a la puerta y siento a Christian a mi lado, me llama, pero yo solo espero a que salga su padre. El señor Kingston está sentado en su escritorio, haciendo algunos apuntes, mientras habla por teléfono. Suspiro, y me vuelvo hacia Christian, cerrando la puerta. Suspiro y lo miro de nuevo a los ojos. ¿Puedo confiar en él no? No me ha hecho nada malo hasta ahora.


—¿Le podrías avisar que renuncié? —Le pregunto a punto de enloquecer de estrés. —Tengo mucha prisa, aún tengo que recoger mis cosas, y despedirme de…
—Te envío tus cosas luego. —Me responde Christian con media sonrisa. —No soy alguien para juzgar tus decisiones, pero… bueno. Espero que encuentres lo que buscas.
—Es molestia, yo lo hago. —Decido, dirigiéndome hacia las oficinas donde antes compartía con mis compañeros… no puedo creer lo que les estoy haciendo. —Quiero terminar con esto rápido. El favor que sí podrías hacerme es decirle a tu padre sobre mi renuncia. No necesito ningún sueldo por ahora, no hace falta. Aunque se que no lo merezco.
—Insisto, si tienes prisa… yo te llevo. —Ofrece sacando sus llaves de su bolsillo. —Es hora del desayuno. Puedo llevarte. 


Protesto, pero no me escucha. Toma mi mano y nos dirigimos al ascensor, donde guardamos silencio en nuestro recorrido. Miro mi reloj y pataleo un poco, nerviosa, con miedo y ansias. Aún falta saber si la Señora Foster me permite entrar de nuevo, si no lo hace, renuncié sin razón. Debí haberlo pensado antes. Y creo que absolutamente nadie lo adivinó, dado a que tampoco me dijeron nada. 
Al bajar, Christian me pide que lo espere en frente del edificio, mientras va al estacionamiento a sacar su auto. Cruzo la calle, y aprovecho para entrar a la cafetería para comprar algo. Cuando salgo, él aún no aparece. Tomo la caja de rosquillas y la abro, para oler por última vez ese delicioso aroma a chatarra. Apuesto a que en la Academia aún no dan de este tipo de comida. 
Cuando Christian se detiene frente a mi con el auto, subo enseguida para no causar tráfico. Abro la caja de rosquillas y le ofrezco una. Se niega, pero después de verme darle una mordida descomunal, ríe y toma una, para imitarme en mi forma de comer. 


—¿Mucha hambre? —Pregunta divertidamente. —¿Puedo saber porqué te vas?
—No estoy embarazada, si es lo que piensas. —Aclaré con o sin su comentario. Podría haber preguntado directamente. —Perdona. Es lo que quería evitar. Nunca se saben las conclusiones a las que se puede llegar cuando…
—Está bien, en verdad si fue lo que pensé. —Se disculpa modestamente Christian sin dejar de mirar al frente. —Solo que… bueno. Vives con tu novio, yo supuse que algo pasaba.
—Bueno, si fueras alguna otra persona no le confiaría esto, porque es muy pronto. —Asiento después de cerrar la caja de rosquillas. —Pero… bueno. La cosa es esa. Justin y yo nos dimos un tiempo, supongo que tengo que hacer algunos cambios, y decidí en entrar de nuevo a estudiar ballet justo como mi madre siempre me ha aconsejado para huir de los problemas. Créeme que me parece estúpido, pero cuando lo hago, descubro que me ayuda lo suficiente como para sobrellevar las cosas. 
—Supongo que no puedo saber el motivo. —Tal vez el piensa que fue por las flores que me envió. —
—Por el momento no. Es muy fuerte lo que pasó.
—¿El no te golpea verdad?
—Por supuesto que no. —Recuerdo su mano golpeando en mi mejilla y por inercia la toco. Él se da cuenta. —
—No necesitas decirlo, y no lo preguntaré más.


***


Al llegar a la Academia, Christian me hace prometer que lo dejaré venir a visitarme cuando él quiera. Por el momento necesito de todo el apoyo posible y no me pude negar. Casi no tengo a nadie, y Christian logra muy fácil que confíe en él. En el camino tuve que contarle mi problema con Justin —obviamente no le di detalles y tuve que poner algo de mi imaginación para que no me dejara por miedo—. Y también le conté sobre toda mi vida en el ballet. Tengo que apartar una invitación a alguna clase abierta para invitarlo, ahora si me he metido en problemas. Pero prefiero estos problemas infantiles, a decir verdad. 
Lo despido con la mano hasta que se aleja lo suficiente. Entro a la Academia y saludo a la chica que está en la recepción. Ella no da crédito a lo que ve. ¿Ya no soy predecible?


—Buen día. —Sonríe al examinarme. —¿La oficina de la profesora Foster…?
—Te está esperando _______, buena suerte. —Al parecer está enterada de lo que acontece. Me encojo de hombros y entro corriendo al ascensor. —


Mastico la goma de mascar que tenía en mi bolso e intento tranquilizarme. Cruzo los brazos y espero hasta llegar al piso que quiero. Cuando las puertas se abren, tengo en frente un pasillo largo. Corro hacia la puerta del fondo, donde seguramente mi madre, Donaire y Foster me esperan. Toco dos veces antes de que Donaire me abra y me sonría fugazmente. ¿Es que a caso sigue siendo una hipócrita? Le devuelvo la sonrisa por cortesía, y saludo a la Señora Foster y a mi madre. Me siento en frente del escritorio y cruzo mis piernas. Matico la goma un poco menos notable y escucho todo lo que tienen para decir.
Términos y condiciones. Si quiero seguir, supongo que tengo que poner todo mi esfuerzo y hacer audiciones de nuevo. Si llego a quedar, empezaré desde cero. Aunque sepa todo, aunque sepa las reglas y haya estado seleccionada para ser finalista en el Concurso Internacional y todas esas cosas. No tengo favoritismo, no tengo puntos extra. Esto será difícil, pero termino aceptando. 


***


Jace va conduciendo el auto que rentamos. No tiene ningún buen estilo, así que nos decidimos por el que más pase inadvertido. Solo espero no quedarme a mitad del camino con ganas de ver a mi madre. Sería el colmo que este auto de mierda nos deje tirados en algo que bien podría ser una trampa mortal como este bosque. 
Cuando entramos al pueblo, pocas casas han cambiado. Lo recuerdo todo, pues viví toda mi infancia aquí. Mi madre decidió mudarse cuando entré a la secundaria, para encontrar un mejor trabajo, mejores oportunidades y cosas así. Pero en cuento comencé a meterme en problemas, ella se enteró un poco, pero no del todo. Pensó que solo era vandalismo, así que decidí enviarla de nuevo a casa con el dinero que gané en una carrera para evitarle problemas. La visito unas veces al mes, pero estos últimos no he podido. De seguro ha de estar preocupada. Pero sé que se alegrará de tenerme cerca. Solo quiero encontrar otro lugar para tenerla, pues no quiero que la lastimen. Ni a mis hermanos. No sé a que mierda me enfrento. Mi plan era visitarla de nuevo y presentarle a mi chica, pero…


—Ha de estar pasando por los niños a la escuela. —Interrumpe Jace. —Podemos ir a comer a algún lugar primero. No desayunamos siquiera.
—Me parece bien. —Asiento. Jace da la vuelta en U y nos dirigimos hacia algún restaurante del centro. —


Al entrar en el restaurante, nos sentamos en una mesa que se encuentra en el exterior, junto a la entrada. Jace se disculpa y camina hacia la calle, para contestar una llamada, que supongo es de Addy. Me quedo solo y hojeo el menú, aunque no leo nada. 
Esto es una mierda. Quisiera llamarla y decirle que el viaje estuvo bien, que ella se alegre y me diga cosas fuera de contexto para hacerme sonreír. Pero bueno… tengo que conformarme con el hecho de que ella me ha perdonado. Aunque sé que me odia aún. Vaya que me odia. De verdad que lo hace. ¿Cómo no odiarme? Soy un asesino, un maldito bastardo que no puede hacer algo simple que se llama pensar. 
Seco el sudor de mi frente, pensando en que este año el clima está terrible y alzo la mirada. Jace sigue hablando, pero una rubia sonriente, que yo sé que conozco, se acerca a mí saludando. Trae el cabello recogido en una coleta y me cuesta trabajo reconocerla así, pues cuando la conocí estaba con cabello suelto. Dina. Cuando me levanto para recibirla, me abraza efusivamente. Huele a fresas. Ríe un poco y la invito a que se siente conmigo. Tomo la silla y la acomodo a su gusto. Ella vuelve a sonreír y se sienta. Toma el menú y lo examina, para luego dejarlo y mirarme fijamente. ¿Es que nunca deja de sonreír? 
Lo primero que pienso es preguntarle porqué está aquí. Pero luego me viene otra cosa a la mente, que me hace creerme el loco más loco del mundo. ¿Y si lo que tengo con ______ está totalmente perdido? ¿Y si lo intento con Dina? ¿Estará interesada en mi oferta? 


***


—Buen día. Lo que vamos a hacer ahora mismo, es ponernos en posición, para dar inicio con las pruebas para la generación de este año. ¿Todas listas?


Chicas de entre mi edad y más pequeñas asientan entusiasmadas. No puedo decir que no haya conocido a ninguna. Una que otra hizo la audición conmigo cuando yo entré, y supongo que siguen sin poder entrar. Espero que varios sueños se realicen hoy. Sobre todo, el de mi madre… que se une conmigo. 
Termino de atarme las zapatillas que dejé hace tiempo y comienzo a hacer estiramientos básicos en las barras, donde todas siguen a la instructora. Casi me lo sé de memoria, pero la miro para no parecer obvia y también para cerciorarme que lo hago bien. Al terminar de dar instrucciones, tenemos que repetirlo de memoria, y ella pasa a nuestros lugares para observarnos de cerca. Asiente satisfecha cuando me ve haciendo mis movimientos y luego pasa de largo. No vuelve hasta que estamos en la segunda prueba, que es resistencia. Tenemos que aguantar tanta humillación, dolor y llanto… lo había olvidado. He perdido la forma y ahora me doy cuenta. Me duelen las piernas y siento que no puedo más. Pero aún así sigo. 
La siguiente prueba es un poco más fácil, pero con todas las que han quedado descartadas, y el cansancio, no podemos siquiera mover un músculo. Nos toca el baile. Las instructoras comienzan a bailar un par de pasos fáciles, pero bastante rápidos, y no los vuelven a repetir. Tenemos que hacerlos exactamente igual si queremos pasar. Para beneficio, es el mismo que nos hacían repetir en el entrenamiento. Lo recuerdo por el dolor que causaba en mis pies. Suspiro y comienzo a bailar cuando llega mi turno. Siento como la piel de mis pies se estira y el dolor es electrizante y caliente. Sé que estoy lastimada. Sé que estoy sangrando. Pero me voy a tener que acostumbrar de nuevo. Cierro los ojos y finjo una sonrisa. Debo continuar.
Debo lograrlo.
Debo continuar.
Me lo repito en mi mente hasta que he terminado. Salgo de la pista, mientras siguen las demás chicas. Me estiro y voy hacia mis cosas para tomar agua. Finalmente hemos llegado a la parte decisiva. Todas las chicas están sentadas, descalzas en el piso de madrera. Es un ritual de la escuela, quitarnos nuestras bailarinas y colgarlas en unos estantes especiales para recogerlas si nos nombran. Nunca lo he entendido, pero creo que es el inicio de la vida llena de dolor. 
Todas están sangrando de los pies. La chica morena que he visto antes en las pruebas, llora en silencio mientras se quita un cacho de piel que le lastima. Las instructoras revisan sus listas y como es típico, no ofrecen ni una sola bandita. Cierro los ojos y no escucho nada que me interese. Hasta que escucho mi nombre. Cuando me doy cuenta, estoy quitando mis bailarinas del estante, y formándome entre otras chicas que han sido seleccionadas. 



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En serio chicas, perdón por tardarme de nuevo.
La escuela me tiene hecha un desastre. 
Ya saben, como perdieron el tiempo el resto del año,
ya nos quieren joder en el último mes. Claro.
Maestros :( 


Espero volver a subir esta semana. Las quiero mucho.


#Graciasporleer #MuchLove



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