Stuck In The Past


Capítulo 12


—Primera semana de trabajo y me enfermo. Soy patética. —Me repito una y otra vez mientras me miro frente al espejo contemplando mis labios secos y mi cara pálida. —Tengo que resistir la presión. No hay otra forma.


Y así me quedo un momento, observándome en el espejo, intentando molestarme conmigo misma para poder echarle más ganas y recuperarme. Pero no. no puedo echarme la culpa por algo natural que pasa con el cambio de rutina. Así no se puede. Así que lo que hago es meterme en mi bata y entrar a la ducha para un largo y relajante baño, que según yo, duraría una hora, pero ni relajarme pude. Así que salí rapidísimo y noté mucho mejor mi rostro, ya no tan cansado. Solo mi cabeza dolía un poco y la fiebre bajó desde en la madrugada. Por suerte es sábado y no tengo que ir al trabajo. Me encantaría dedicarme a algo que me haga olvidar ese dolor, pero Lidia me dijo que no tardaría mucho en quitarse. Miro el reloj y son las nueve y diez de la mañana. Camino lentamente por la habitación, para no hacerle ruido a Justin, quien está acostado en mi cama sumido en un profundo sueño. 
Pobre chico, pienso compadeciéndome y odiándome de nuevo. Si no fuera por mí, el estaría bien, pero tuve que acceder a que se hiciera cargo de mí y por supuesto se durmió hasta que yo ya no tuve conciencia para hacerlo quedarse despierto aún más. Supongo que no lleva ni una hora de dormir, pues se ve muy cansado. 
Tomo mi bolso y comienzo a hacer apuntes sobre los posibles lugares en los cuales puedo investigar sobre algo llamativo para el trabajo. No se me ocurre nada. Me piden que haga algo así, algo que atraiga a las personas como si fueran completamente una revista con énfasis en turismo. Estoy frustrada y así no puedo siquiera pensar bien las cosas. Haré que me duela más la cabeza. 
Voy hacia el refrigerador y veo la nota pegada con la letra de Lidia justamente en el centro: “Ignora la chatarra. Solo vegetales por ahora”. No hay humor en mí en este momento, pero aún así tomo solo jugo de manzana frío. No es natural, pero se me apetecía. Y no creo que me haga mucho daño. Voy hacia la habitación de nuevo y tomo de mi buró mis tabletas de hierro e ingiero solo una. Espero que funcione. 
Justin entre sueños se da la media vuelta y estira los brazos, intentando encontrar algo. Cuando no lo encuentra, abre los ojos lentamente y se vuelve hacia todos lados, luego me mira. Abre los ojos por completo y se levanta rápidamente mirándome preocupado.


—¿Te sientes mal? —Pregunta con un tono bajo que solo puede lograr estando recién despierto. —Te noto mejor. ¿Estás mejor?
—No, no… estoy bien Justin. Duerme de nuevo. —Hago que se siente de nuevo en el colchón y tomo sus manos. —Estoy de maravilla, gracias a ti y a Lidia. En verdad no sé que haría sin ustedes.
—No es nada, me sacaste un susto de muerte. —Las últimas palabras las dice bostezando y apenas logro comprender. —Estoy bien después de esa siesta. 
—Sigue dormido, yo iré a visitar a mi madre, y después iré a buscar algún lugar interesante para mi reportaje. —Tomo su rostro en mis manos y le doy un beso ligero. —Duerme ¿vale? Mereces descansar.
—Descansaré cuando muera. —Se pone de pié y corre hacia su habitación con más energía que antes. —¡Tomo una ducha y te acompaño con tu madre! —Grita desde su habitación y de pronto silencio de nuevo. —


Estoy a punto de decirle que no, que se quede en casa pues lo necesita. Pero sé que discutir con Justin solo tiene una salida, y esa salida es perder. Sus argumentos siempre me convences y sé que no será excepción esta vez. En vez de quejarme, tomo mi cabello en una coleta y me pongo unos zapatos de piso que combinen con mi atuendo. Paso al cuarto de Justin y me siento en su cama. Estiro mis brazos y me dejo caer para atrás. Justo en el acolchado, el cual es muy cómodo. Cierro los ojos y subo hasta las almohadas y las abrazo con fuerza, inhalando el aroma entre limpio y el perfume de Justin. Mi respiración comienza a ser menos rápida y estoy a punto de quedarme dormida de nuevo. 
La mano de Justin recorre mi espalda y me hace cosquillas. Río y me incorporo. Ambos nos sentamos y el me rodea con sus fuertes brazos. Me besa por todo el cuello y la cara. Acaricio su brazo y abro los ojos. Tiene nuevos tatuajes desde hace seis meses. Tal vez demasiado nuevos y no logro distinguir dónde termina uno y comienza otro. Delineo el contorno de cada dibujo con mi dedo índice lentamente. Siento su aliento en mi piel tan cálido y tan tierno. Se ha lavado los dientes recientemente y logro percibir el olor a menta. Juguetea con mi oreja y mi piel se eriza y río fuerte. Él también ríe y me abraza con más fuerza. Nos recostamos en la cama y nos besamos por un largo rato. Al terminar nuestra sesión, solo nos miramos y así abrazados, conversamos sobre mi salud y sobre el plan de salir hoy. Llegamos a la conclusión de que debo dejar descansar a Justin, estar tranquilos y disfrutar lentamente del momento. Él se queda jugando con mi cabello y yo sigo delineando sus tatuajes. 


—Quedarnos fue la mejor idea. —Comento después de casi una hora de no decir frase larga alguna. —¿Justin?


Me vuelvo. Justin está completamente dormido. Suspiro y me quedo observándolo durante un tiempo. Al fin está relajado. Le di su tiempo, y ahora debo darle su espacio. Delicadamente me muevo, para dejarlo dormir tranquilo, pues lo merece. Cuando hago el primer movimiento, sus manos en mi cintura aprietan más.


—No te vayas…—Susurra con lo ojos cerrados. —


Cierro los ojos y aprieto los dientes. Me acomodo de nuevo a su lado y sigo acariciando su piel, hasta que sé que está completamente dormido, dado a que su boca está abierta y salen ronquidos graciosos desde su garganta. Perfecto e imperfecto. Hasta ahora me doy cuenta de que eso existe. Estamos juntos por eso. Sin pena, sin arrepentimientos y sobre todo, siendo nosotros mismos, intentando convivir normalmente como una pareja cualquiera. Y me parece bien. Será loco, pero me he imaginado el resto de mi vida con él. Dicen que cuando te imaginas tu vida con alguien, es porque de verdad quieres que funcione. Estás completamente enamorada (o enamorado). 
Hemos estado en la salud y en la enfermedad, ahora puedo decirlo. ¿Eso no es el amor? ¿Eso no es estar sin penas ni arrepentimientos? Al diablo con Christian. Aunque sea alguien especial sin saberlo, nunca llegaré a sentir algo tan fuerte por él, o por algún otro chico que no sea Justin. Es mi primer amor y ésos nunca se olvidan. 
Qué bonito es que el primer amor se quede para siempre. 
No hay segundo.
Mucho menos tercero.
El amor puro, inocente y apasionado del primero siempre se queda. Queramos o no. 


***


—Imagina abrir tu puerta y que hayan dejado un cadáver en ella. —Imagino después de ver una película de terror. —Sería asqueroso, pero no pensarías en ello, pues morirías del susto.
—Por lo menos le hacemos compañía al bastardo que ha muerto. —Opina Justin mirando hacia el techo con las manos detrás de su nuca. —Creo que si me daría miedo, pero si está en estado de descomposición imagina el terrible olor. 
—Imagina el cadáver de un perro. —Bromeo asquerosamente y observo la reacción graciosa de Justin. —¡Está bien lo dejo estar!
—Me parece lo mejor que podrías hacer. —Suspira, quitando su gesto de asco. —Creo que no volveré a comer carne en mi vida.
—Sabes que mientes.
—Si, lo sé.


El timbre resuena en toda la casa. Tomo a Justin del brazo y me levanto apoyándome en él. Gano el turno para atender. Corro hacia la puerta y cuando la abro lo único que veo es a alguien sosteniendo un arreglo grande de margaritas de colores. 


—¿Disculpe..? —Pregunto al mismo tiempo de que se bajan las flores un poco y me dejan ver el rostro de aquella persona. —Ay.
—Es un gesto de compañero ¿vale? —Se defiende Christian. —Dina me dijo que le mandaste un mensaje esta mañana diciendo el motivo por el cual no te despediste ayer. Me contó, hurgué entre tus archivos y…
—¿Hurgaste en mi expediente? —Pregunto casi gritando. —Acepto que en un buen gesto, y lo agradezco, pero no tenías que hurgar si no sabías. Es muy grave. Aunque seas el hijo del señor Kingston.
—Lo tomaré como algo bueno.
—No deberías… —No soy yo. Es Justin, me vuelvo y está detrás de mí, cruzado de brazos y la sonrisa de hace rato se ha desvanecido, formando una mueca de odio. —Sé que _____ agradece tu preocupación, pero es hora de que te vayas, tenemos mucho que hacer.
—Saludos Justin. —Christian sonríe de lado. Hoy lleva su piercing. —Espero que tu chica esté mejor, estaba preocupado. Aún porque pensé que tenía que ver con lo que platicamos ayer. Pero como veo que no… un gusto. ¿Puedo pasar para dejarlas en algún lugar?
—Yo lo hago… —Digo, pero Christian me hace un lado casi literalmente y pasa para dejar el arreglo en la mesa de la sala de estar. —
—¿Es todo? Te puedes ir. —Presiona Justin acercándose peligrosamente a él. —Buen gesto.
—No gesto. As bajo la manga. 


Sin decirse nada más, Christian sale, me sonríe y se va. Justin en un instante se queda mirando hacia la puerta para evitar que si regresase, pudiera entrar de nuevo con tanta confianza. Camina hacia la puerta y la cierra de golpe. Se vuelve hacia el arreglo de flores y se queda en silencio.


—Sabe que te gustan las margaritas. —Murmura casi para él. —
—Lo adivinó. Creo. —Digo. En un instante me arrepiento al ver que Justin no lo tomó muy bien. —Tal vez lo hizo al azar. 
—Tengo un lugar que mostrarte. —Dice como si lo de antes no hubiera pasado. —Toma tus cosas y te espero abajo en un momento.


Dudosa, camino hacia mi habitación y tomo mi teléfono y mis pastillas. Las meto en una pequeña bolsa y bajo hacia el estacionamiento, donde Justin me espera en el auto. Subo y me vuelvo hacia él. Tiene la vista fija al frente. 


—Por un momento pensé que quien tocaba la puerta era un cadáver... —Bromeo, intentando hacerlo sonreír. —…de un perro.
—No estabas tan equivocada nena. —Sonríe y enciende el auto. —Olvidemos eso.


Durante el camino no hablamos de mucho, pero tampoco siento el ambiente denso. Completamente diferente y mucho mejor.  Es cómodo. Me quito mis zapatos y miro mi reloj. Falta poco para las seis. ¿A dónde vamos? Miro por la ventana y poco a poco la ciudad desaparece frente a mis ojos. Poco a poco es todo mas rural y lleno de naturaleza. Veo la playa por el rascacielos y pronto desaparece, pues viramos en una curva y ya no hay vista de nada más que naturaleza. 
Frente a mis ojos, un campo con destellos blancos aparece y me cubro la boca de sorpresa. No dejo de repetir “Por Dios, por Dios…” hasta que Justin aparca el auto a un lado del camino. Ambos bajamos al  mismo tiempo, me paro justo donde los destellos blancos aparecen. Es una pradera llena de margaritas. Justin me toma de la mano y comenzamos a caminar lentamente hacia dentro de ese manto un poco alto de flores blancas y pasto verde. 
El cielo está entre un color grisáceo, y azul, dado a que está soleado hacia el lado del atardecer. Es una tarde extraña y me parece lo más bello que he visto en la vida. 


—Ni siquiera un ramo de margaritas de ese individuo se compara con esto. —Dice Justin, completamente orgulloso de su gesto. —Oye, perdona. Es muy celoso de mi parte, pero de verdad ese tipo es una amenaza y no te voy a mentir.
—No es una amenaza. Es un… bueno, no sé que sea, de verdad. Pero no creo que haga competencia contigo. Y no pienso hablar más del tema, es innecesario. 


Sin decir nada más, Justin me abraza por detrás y nos quedamos observando un tiempo el atardecer con las flores, y colores de todo tipo de tonos. El lugar es precioso y creo que será uno de los que consideraré para el trabajo. De un momento a otro llega una tormenta algo fuerte, y tenemos que correr hacia el auto entre risas. Definitivamente el mal paso se ha mejorado y la visita de Christian se convirtió en una ventaja. 



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¡A sacarle ventajas al Christian!
Ahq. 

Nota: He aprendido a no dar spoilers :)


#MuchLove
#Abrazosvirtuales 


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Mafer.