Stuck In The Past


Capítulo 11


El parque está solitario. Solo está él y su periódico de esa mañana, que en pocas horas pasará a ser historia, dado a que ya es de madrugada. Hojea rápidamente hasta encontrar la nota que necesita para su papel tapiz. Es una obsesión que no puede controlar.
“El caso de la prostituta conocida como Lorraine sigue sin resolverse a casi nueve meses de haber ocurrido. Este enigma cada vez está peor, esperemos que pronto salgan pistas nuevas sobre este acto macabro que aterró a…”

Siempre lo mismo. Las mismas palabras de reporteros interesados y de entrevistados confundidos. Nunca encontrarán nada interesante y será su gran hazaña. Lorraine o más bien dicho Liz McLaren puede pudrirse en el infierno como siempre aspiró a hacerlo en la vida. 
La noche es más bien fría y los nubarrones amenazan con una tormenta que tal vez pase, debido al aire fuerte que espanta todo el cielo gris.  Solo pretende esperar a cierta hora para marcharse antes de que los policías del parque lo encuentren. Sería demasiado obvio. Nadie se atrevería a pasar por ese parque en la madrugada y con ese clima. Solo en autos que no se detienen a observar nada. 
Sigue libre después de todo ese asunto y sigue haciendo lo de siempre. Buscando nuevas víctimas. Está muerto de ganas de conseguir otra víctima. Eso hacen los asesinos. Tienen ganas de más, y más hasta que sienten que es suficiente. Cosa que no pasa nunca a no ser que los atrapen.
Pero no.
Nadie ha dado con él.
Nunca lo harán.
Suelta una carcajada seca antes de doblar el periódico por la mitad y se levanta de la banca de metal helado. Comienza a caminar sin rumbo. No tiene lugar preciso al cual ir. Se siente solo a veces en su faceta de persona normal. Pero ahora más que nunca necesita venganza. Dicen que Jason McCann casi ha desaparecido de la lista de los más buscados. No por la policía. Sino por los matones que tenían cuentas pendientes con él. Aún así quiere golpear a ése bastardo. Y mucho más a Joe. Ahora que se supone que los dos son muy amigos de nada le sirve la pelea. O eso han dicho ¿no están de acuerdo? ¿Ah? Pues no es su problema. Pronto habrá una masacre en donde él descargará todo el rencor que le tiene a todo ese bando de imbéciles. Sus chicas, su familia y por último ellos. Todos van a pagar porque si.


***


—Margarita, veo que te ha tocado trabajar con Marco. Es buen chico, estuvo conmigo en la primaria. —Dice Christian durante el descanso del viernes. —¿Vas a seguir ignorándome?
—¿De dónde sacas que me llamo Margarita? Tú bien sabes que mi nombre es _______ así que por favor, si fueras tan amable. —Contesta molesta cuando toma una rosquilla de fresa del mostrador. —Tengo que correr, aún tengo que trabajar.
—¿Tienen alguna idea de sobre lo que tratará su reportaje? —Pregunta el chico al tomar una rosquilla igual a la de ella. —El mío será sobre… patos.
—No pienso decirte. No confío mucho en ti a decir verdad. —Ella ni siquiera lo mira a los ojos. Solo avanza hacia la caja y saca su cartera. —
—Déjalo. —La hace a un lado, casi aventándola, y él paga dando su tarjeta de crédito a la chica que está en la caja. —Lo de ella también.
—Mierda, no. —Demasiado tarde. La chica ha pasado la tarjeta y tecle varias veces. —Debiste haberme dejado pagar mi parte. No me debes nada.
—Soy un caballero. No lo entiendes porque tú eres una nena, querida Margarita. Y nunca podrás ser un caballero. Así que resígnate y sé una dama.
—Insistes en llamarme margarita. Odio eso. No tienes siquiera el valor de decirme por qué me nombras de esa absurda manera.
—Tienes cara de que te gustan las margaritas. —Señala él antes de darle un trago a su café. O soporta mucho lo caliente, o finge no haberse quemado la lengua. —Saliendo del trabajo te invito una. Helada. Es viernes.
—Odio el alcohol. —Miente. Casi nunca lo ha probado, pero tampoco le encanta. —No tiene nada de interesante este viernes. Y mañana tengo que madrugar de nuevo, visitaré a mi madre.
—Vale. No hablo de las bebidas. Te he tomado el pelo. —Sonríe Christian tomando de nuevo a su café. —Hablo de las flores. Tienes cara de que amas las margaritas.


Su santa madre… ¿hay cámaras escondidas en su pequeña oficina de cuatro? ¿Cómo mierda sabe que le gustan las margaritas? Ese chico es aterrador. Mira su sonrisa con la marca del piercing ausente en la comisura de su labio. Su aliento huele a café. De seguro si se ha quemado el imbécil. Ríe por lo bajo, pero parece que a él no le importa mucho, pues sigue mirándola fijamente. Le gustaría seguir peleando por nada porque es divertido. Pero se ha quedado muda. 
Justin la conoce de casi un año y no sabía que flores le gustan. Christian tiene cinco días en su vida y conoce mucho de ella sin hablarle. Ha de ser un espía. O tal vez solo lo dijo como broma y sin querer adivinó. Como sea, no le dará a conocer que ha acertado. Solo se vuelve hacia otro lado y comienza a caminar hacia la salida. 


—Gracias por el desayuno. —Musita. —
—No hay porqué agradecer. —La alcanza y camina junto a ella. —Margarita Lombardi. ¿Me puedes decir por qué me evitas?
—Porque no estoy segura de querer no evitarte. —Se explica insegura. Casi hablando para sí misma. —No nos conocemos de nada y no me apetece conocerte. No puedes llegar y actuar como si quisieras ser mi dueño o algo así. ¿Crees que no me dolió que mi novio se molestara por juegos tuyos? Mi vida no ha sido fácil y te agradecería que lo dejaras así. Solo compañeros de trabajo. Por favor. 
—Te voy a decir algo importante. —Interrumpe Christian hablando un poco más bajo, pues las personas a su alrededor no deben ser espectadores. —Aunque no lo creas, mi vida ha sido una reverenda mierda _______. Mi padre me presiona para hacer esto y no estoy seguro de encajar. Yo quiero ser de otra rama de la revista. Quiero ser un jodido modelo ¿vale? Me parece mejor que estar detrás de la cámara como un ser inexistente. Sin ofender, es mi opinión. —Suspira. _______ está a punto de hablar, pero él la interrumpe de nuevo. —Y llego a mi trabajo, y me encuentro con una chica que está entregando todo por conseguir su puesto y me siento una mierda por ser el hijo del director y suponer que tengo ventajas. Te miro y por lo menos quisiera ser amable.
—¿Amable con la chica que vas a desplazar hacia un lado?
—Lo último que quiero es apartarte de tu sueño. —Parece que lo dice en serio… —Me siento mal por esa chica valiente que siempre muerde su labio o su dedo meñique cuando está nerviosa. Esa pequeña que siempre elige una rosquilla de fresa y un café americano para el almuerzo. —Señala con la mirada su menú chatarra, y ella casi sonríe. —La chica que tiene en sus ojos un pasado terrible. La chica que se sonroja cuando llega su chico por ella todos los días después del trabajo. Esa chica que da todo de ella por lograr conseguir algo que quiere. 
—No es tu problema. —Termina ella cayendo en desesperación. —No me gustaría lastimar a nadie, pero me asustaste Christian. Con tus “métodos”. Fuiste muy directo conmigo y yo… Justin fue así cuando nos conocimos.
—¿Tu novio?
—Ajá. —Asiente. —Es exactamente como tú. Es un maldito desastre. Y me da miedo que tú lo seas también.
—¿Tienes miedo de que yo te guste ______?
—No.
—No deberías.
—Ten un buen día.
—Igualmente Margarita. —Contesta él con una sonrisa triunfante. Aunque ella ya no lo está mirando. —Mis métodos…


No hubiera soportado dos minutos más con ese discurso. No lo siente falso, pero cree que no fue del todo honesto. Aunque acepta que él ha acertado en todos los aspectos. Se ha mordido la uña por nervios desde que tiene tres años. Ha sido mucha presión en su vida y por un momento lo entiende. Sus historias casi son iguales. Sus padres forzándolos a hacer algo que de verdad no les gusta mucho. Le gustaría darse la media vuelta y contarle todo. Pero no lo cree prudente. No quiere que lo malinterprete. Ella no siente nada especial por él. Solo una mezcla de admiración, pena y miedo. 
Se queda en las nubes el reto del día y a las tres en punto recoge sus cosas y corre a la salida. Donde Justin está esperándola en el auto. Ella alza la vista y ve a Christian de nuevo haciendo su rutina. Piercing, sube a la moto y la enciende. Y como siempre la mira. Solo que ahora no le sonríe. Alejan la mirada al mismo tiempo y hacen su rutina de nuevo.
________ sube al auto y le da un beso a Justin. Sip. Las mariposas siguen ahí. No tiene que preocuparse. Él es el chico. El indicado. Aún quiere quedarse en sus brazos siempre. Mira por el retrovisor y Christian ya no está. Tiene todo el fin de semana para sacarse esa conversación de la mente. 


—Te veo algo mal… —Observa Justin. Rápidamente toca la frente de la chica y la quita al cabo de unos segundos. —¿Te duele la cabeza?
—No.
—Bien, vamos a casa y si te sigues sintiendo mal, llamamos a un médico.
—Justin.
—¿Qué pasa?
—Te amo.
—Oh, nena. —La rodea con un brazo y la atrae para un beso en su frente. —Yo también te amo.


El trayecto a casa es más o menos caótico. Siente que va de mal en peor con su salud. No sabe si es por la discusión o solo porque ya le tocaba un buen resfriado. Tal y como su madre decía, los resfriados llegan cuando vas a crecer. Pero casi cumple veinte. ¿Ya dejó de crecer no? Se debe preocupar. Se envuelve a sí misma en sus brazos e intenta olvidar los escalofríos. Al entrar a su casa, el aire acondicionado la hace sentirse peor.


—Amor… —Murmura temblorosamente. —¿Podrías apagarlo? Estoy muy mal.
—¿Apagar qué?
—Necesito… —No puede articular más, pues sus ojos se cierran un segundo y rápidamente lo abre. —Me siento muy mal.
—Ven, dame eso. —Dice Justin quitándole su bolso y dejándolo en el sofá de la sala. —Vamos a tu habitación y en un momento apago eso.


La carga hasta su habitación. La recuesta en su cama y saca del clóset una sábana color verde menta y la coloca sobre ella. Cubriéndola. Se acerca, acaricia su rostro y besa su frente. Ahora si siente que su piel está ardiendo. Se aleja rápidamente y corre a apagar el motor del acondicionado. Corre hacia su habitación y toma la carpeta que Lidia le dio. En una esquina, sujeta a un clip hay una tarjeta con su nombre y número. Marca rápidamente y espera. Hasta que contesta y le dice casi gritando que _______ tiene mucha fiebre y que la necesitan ahora. Ella rápidamente pide la dirección y en menos de dos minutos cuelgan. 
Regresa a la habitación y encuentra a ________ recostada en posición fetal en su cama. Temblando mucho. Corre hacia el baño y abre el pequeño botiquín que tiene casi vacío. Po suerte hay alcohol. Toma la botella y moja una toalla pequeña con el líquido. Lo coloca en la frente de _______ y se recuesta a su lado.


—Siento que no sea un profesional… pero mi madre hacía esto conmigo cuando me enfermaba. Espero que sirva.
—Gracias. —Responde débilmente. —Tengo mucho frío. Necesito un baño. Y una cobija más gruesa.
—Eso solo hace más daño. —Recuerda Justin. —Lidia viene en un momento. ¿Crees soportar quince minutos?
—Tal vez esté dormida cuando llegue. —_______ toma su mano y no la suelta. —Quédate conmigo.
—No iré a ningún lado, linda. Nunca. 

Se quedan en silencio esperando. A los diez minutos, _______ se queda dormida. Justin no quisiera estar alejado, pero si la abraza, la temperatura no bajaría. O eso más o menos le han explicado. No es un profesional, claramente. Pero no quiere hacer nada dudando. No quiere hacerle daño. Solo quiere protegerla. Ella merece todo lo bueno del mundo y él no la privará de eso mientras estén juntos. 
Lidia llega justo a los quince minutos de la llamada. Llega con su equipo de enfermera y rápidamente coloca algunas toallas con alguna extraña medicina en el estómago, frente y pecho de ______, por mientras de que ella despierta. Durante su sueño la ve inquieta y con el ceño arrugado. Daría todo por quitarle ese sufrimiento. Ve sus manos temblorosas. Su piel aún más blanca. Sale de la habitación al pasillo y cubre sus ojos con sus manos. Limpiando sus lágrimas. No entiende porqué tiene miedo, si ella estará bien. Es una fiebre pasajera. Lidia lo ha dicho. No tiene porqué preocuparse. Su nena seguirá allí cuando termine de sentirse mal. 
Cuando _____ despierta, Lidia le da una cápsula y le dice que espere a que haga reacción. Sale de la habitación y Justin entra. Se recuesta con ella de nuevo y le sonríe mientras juega con su cabello. Ella está mucho mejor que antes, aunque no del todo. Por lo menos no tiembla ni habla rápido. Sintió tanto miedo, que ahora parece ridículo. Teme perderla. 


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Volvemos con el problema/misterio de antes.
¡No lo olvidé! ¿Ven? Ah. 

dskfnkdls 


#FelizViernes (mañana es viernes) kdlnsfkds 
#AbrazosVirtuales 



*PRIMERA TEMPORADA (Stuck In The Reality) AQUÍ: http://twitpic.com/dhdwej 
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Mafer.