Stuck In The Past


Capítulo 7


—Debo detenerme ahora. Si no lo hago, podría perder el control antes de la cena. —Puntualiza Justin al soltar mi cintura. —No soy capaz de controlarme.
—Debo creer que te gusto ahora que estoy un poco más huesuda. —Bromeo. No le hace gracia, pues noto como tensa la mandíbula y aleja su mirada dolida. —Solo estoy bromeando. Lidia me enseñó a tomarlo con gracia a pesar de que sea malo, tú sabes… que sea lo más mínimo que podría interpretar. 
—Es algo serio ______. —Aunque noto su semblante molesto, vuelve a apretarme contra él sobreprotectoramente. —Aún no me perdono no haber podido estar contigo en esos momentos malos que viviste. —Muerdo mi labio inferior y me dedica una sonrisa pequeña y tranquila antes de tocar mi mejilla. —Ve a la habitación un momento. Necesito arreglar todo esto.
—Ya lo hice. —Intento romper la inmensa tensión bromeando de nuevo, pero esta vez con cuidado. —¿A caso me hechas de la cocina? ¿Crees que no puedo hacerlo? 
—No, no lo hago. —El rostro de Justin se relaja. —Está bien, puedes quedarte. ¿Qué quieres cenar?
—Depende… ¿qué has traído? 
—De todo.
—¿Lo necesario para hacer hamburguesas? —Pregunto haciendo mi mejor cara de cachorro triste. — Necesito una desde que dejé de comerlas, que fue a los catorce años.
—Entonces creo que podremos hacerlo. —De un momento a otro parece avergonzado. —Yo quería algo más elegante, dado a que es tu primer día conmigo, para festejar y…
—¿Insinúas que no podemos hacer hamburguesas elegantes? —Finjo sorpresa y coloco mi mano en el pecho. —Yo puedo hacer que cualquier comida sea elegante. 
—Tendré que creerte. —Ríe Justin. Hago un guiño y me besa los labios. —Te amo.


***


En las siguientes dos horas preparamos los ingredientes para esa comida “elegante”. Si por decir ese término, nos referimos a bailar por la cocina, cantar una estrofa de una canción y contestarla, inventar historias, y algunas sesiones de besuqueos inocentes. Eso sí que es elegante para mí. 
Meto las patatas en el aceite caliente para freírlas y espero un momento antes de moverlas. Me alejo, y voy hacia donde está Justin haciendo su parte. Coloca unas fresas en la licuadora, donde se mezclan con el resto de los ingredientes y oprime el botón. Pronto se forma un delicioso batido de fresas y lo vacía con hielos en dos copas, poniéndoles una pajilla de espiral. “Elegante”. Pienso. 
Regreso a las patatas y las muevo nuevamente. Calculo el tiempo y parto el tomate y la lechuga en partes iguales. Cuando vuelvo a la cacerola de las patatas, están listas y las vierto en un recipiente grande para quitar el aceite extra. Después, las reparto en partes iguales en dos platos y preparamos las hamburguesas. Cuando terminamos, nos sentamos en la mesa del comedor y comenzamos a comer. 
Justin sonríe al ver cómo ataco mi comida. Estira su mano y revuelve mi cabello, teniendo resultados escasos, ya que tengo una trenza que impide que me despeine. Le lanzo una mirada excesivamente asesina, aunque solo estoy fingiendo. El retrocede un poco, diciendo “tregua” con los labios. 
Al terminar nuestra comida, alzamos las copas con los batidos de fresa y las chocamos, diciendo el respectivo brindis por el futuro y por nosotros. Salud.


***


Me revuelvo en la cama, incapaz de quedarme dormida. Afuera está cayendo una tormenta y los rayos hacen menos posible que me relaje. Faltan menos de doce horas para iniciar mi trabajo nuevo, y hasta ahora están llegando los nervios. 
No hubo mucho que contar en el periodo de la cena a la cama, pues vimos televisión, y nos fuimos a dormir cada quien a su habitación. Acordamos que deberíamos dormir mucho en especial hoy, y si estábamos juntos, lo más probable era que se nos apsara la noche platicando… o haciendo algo más. Quien sabe eso. Pero no quise arriesgarme. 
Cierro los ojos y dormito un momento. Cuando los abro, vuelve el insomnio. El reloj de la pared es iluminado por la luz de la calle y logro ver que son apenas las doce quince. Aún así estoy desesperada. Me levanto y salgo de mi habitación, mirando hacia los lados del pasillo. En frente, escucho la televisión de Justin encendida. Hay luz saliendo. Supongo que sigue despierto. Abro la puerta con cuidado y me encuentro con su mirada adormilada y confundida.


—¿_________? —Se incorpora y se sienta en el colchón. Apaga la televisión y prende la lámpara que hay en su mesita de noche. —¿Qué pasa?
—No puedo dormir. —Explico. —Estoy nerviosa y no logro descansar ni un poco.
—Ven. —Me indica con su mano, golpeteando el acolchado. —


Entro a la cama con él y me siento a su lado, dejando que me rodee con sus brazos. Siento su aliento en mi mejilla, antes de cerrarse en un beso. Al separarse de mi piel, recarga su cabeza en mi hombro. Con mi mano izquierda, tomo la suya y empiezo a masajearla lentamente. 


—Cuando era una niña, mi padre se acercaba a mí cuando no podía dormir y me tomaba de la mano así. —Recuerdo, mirando nuestras manos. —Yo hacía estos movimientos lentos, hasta que me quedaba profundamente dormida. Cuando mi madre se acercaba no era lo mismo ¿sabes?
—Entonces tendré que decirte que no funcionará conmigo. —Contesta Justin. —Si solo tu padre podía hacerlo…
—Tal vez. Pero por lo menos te siento cerca. —Giro la cabeza y le sonrío. —Si alguna vez me sentí segura después de que mi padre murió, creo que fue hasta que estuve contigo. Cuando estuvimos en el tren y me diste tu chaqueta después de que aquella chica me tiró su refresco encima.
—Oye, estoy para servir a las personas. —Guiña alegremente. —Aunque solo fue porque quería llamar tu atención con mis músculos.
—No lo hiciste… en su momento.
—¿Estás admitiendo que te gustan mis músculos? —Deja de abrazarme y adopta su actitud alterna y egocéntrica que llegué a conocer primero. —Yo lo sé, nena. No será la primera vez que lo consigo. ¿Qué te gusta más? ¿Mis abdominales o mis brazos?
—Basta. —Pongo los ojos en blanco e ignoro el hecho de que su piel se ve preciosa con esta tenue luz. —No me hagas querer tocarte.
—¿Estás admitiendo que me quieres tocar?
—Yo no dije eso. 
—Oh, si lo hiciste. —Me atrapa por la cintura y me levanta un poco de la cama, para dejarme acostada, y se posiciona sobre mí. —¿Aún quieres tocarme?
—Bájate de mí o harás que devuelva toda la cena. —Amenacé, aunque no sentía nada de malestar. —¡Justin!
—Te adoro.


Dicho esto, me zampó un beso en los labios. Cálido, lento y ardiente. Me abrazó con fuerza y recorrió mi cadera y mi cintura con sus manos. Levantó mi blusa y se la llevó rápidamente, dejándome desnuda de la cintura hacia arriba. Bajó sus besos hacia mi clavícula y luego a mi pecho. Con sus manos masajeaba sensualmente la piel de mi torso, produciéndome mariposas en el estómago y murciélagos en mi mente. 
Cuando baja sus manos hacia el pantalón de mi pijama, se me corta el aire. Tengo que respirar fuertemente y entreabro la boca. Sus labios en mi cuello son un arma casi mortal, peligrosa y deliciosa. No recuerdo que la última vez haya sido así. Baja por completo mis pantalones y mi ropa interior y sus manos se posan en mi trasero, apretando con fuerza y justo después dan masajes circulares. Emito gemidos irregulares y me atrevo a quitar el resto de ropa que lo separa de mí. Cierro los ojos y de pronto ya no lo siento. Pero no me apetece abrirlos, estoy demasiado relajada y tranquila, y feliz… cuando escucho el ruido de su cajón cerrándose, justo después escucho un ruido metálico. Muerdo mi labio inferior y ruego porque no duela tanto como la última vez. 
Siento su tacto de nuevo, y abro los ojos. Me encuentro con su mirada oscura y provocativa, fija en mí y lo beso hasta aumentar el ritmo de nuevo. Cuando entra en mí, me arqueo hacia él y grito. Ya no duele tanto como la primera vez, pero estoy tan llena de placer, que no puedo soportarlo. Ya no se mide en hacerlo despacio. Entra y sale de mí con velocidad, haciéndome temblar. Gimo por última vez en su oído, antes de escuchar jadeos de su parte y me dejo ir en sus brazos. Justo después, él me acompaña, moviéndonos repetidas veces hasta que terminamos exhaustos sobre la cama.


—¿Entonces…? ¿Mis abdominales o mis brazos?
—Los dos, porque sin ellos, no se conformaría un abrazo.


Besa mi frente y tomo su mano nuevamente para masajearla con la mía. Intentando de nuevo mi técnica. Veo en su reloj de su mesa, que son las dos en punto de la mañana. Pestañeo varias veces y me quedo profundamente dormida. Ha funcionado.
Entre sueños siento su mirada. Sus caricias en mi cintura y en mis brazos. Mimándome y amándome como si aún estuviera despierta. Lo último que siento, son sus brazos rodeándome antes de que su respiración sea baja y relajada. Después de eso, pierdo el conocimiento de todo y me pierdo en mis sueños. 


***


Al sentir los besos de Justin en mi brazo, me despierto de golpe. Lo veo sonriente, con mi brazo aún en sus manos. Me incorporo con rapidez, y le doy un abrazo, seguido de un beso largo. Me ordena que me levante, pues falta poco para ir a mi nuevo trabajo. Obedezco y me envuelvo en las sábanas y me voy corriendo a la ducha. 
Al salir, camino a mi armario y saco la ropa destinada a ser del primer día. La falda ceñida, y una blusa de botones color blanco. Me coloco los únicos tacones altos que tengo, y peino mi cabello en una coleta. Me maquillo, tomo mis cosas y salgo hacia la cocina, encontrándome a Justin cocinando. 
Me obliga a comer los panqueques y la fruta. Doy un trago corto a mi jugo y me pongo de pie, apurada, yendo hacia la puerta y despidiéndome. Justin, aún en pijama (que consiste en pantalones de chándal flojos y una camiseta) toma sus llaves y baja conmigo hacia el estacionamiento, alegando que debe llevarme todos los días al trabajo. 
Durante el camino, me pregunta sobre lo que debo de hacer, revisamos mi material varias veces antes de convencernos de que no falta nada. Llegados a éste punto, hasta él parece más nervioso que yo. 
Cuando aparca en frente del edificio, me mira y me da una sonrisa de aliento.

—Lo harás bien, linda. —Me anima. —Paso por ti… ¿A qué hora sales?
—Supongo que a las tres. —Reviso mi horario, dado a que son diferentes actividades. —
—Estoy aquí a las dos con cuarenta. —Sonríe. —De aquí, vamos a algún lugar para comer ¿está bien?
—Me parece buena idea… —Contesto, sin pensar siquiera en lo que digo. —Estoy muy nerviosa… es nuevo esto y…
—Haz lo que te gusta y nada saldrá mal… —Justin apoya su mano en la mía. —Si el trabajo fuera bueno, no nos pagarían por hacerlo… ¿por qué mejor no hacer lo que amas?
—Exacto. —Asiento. Examino mi atuendo con discreción. —Vaya… creo que me esperan.
—Te ves preciosa. —Dice atrayéndome hacia sus labios. —Lo harás bien. Los dejarás con ganas de más… como a mí, hace algunas horas en la habitación…
—Solo que en otro contexto. —Lo corrijo, intentando no hacer notar mis mejillas completamente sonrojadas. —
—Exacto, porque eres solo mía. —Se encoje de hombros como un niño pequeño y me guiña. —Sé que suena egoísta, pero te quiero solo para mí.
—Vale, si sigues así, olvidaré el hecho de que me obligaste a despertar esta mañana.
—Voy por el camino correcto.
—Supongo. —Tomo mis cosas y abro la puerta del auto. —Debo irme ya. Te extrañaré.
—Te voy a extrañar más. —Dice antes de besarme por última vez. Después, rápidamente me apeo del auto. —Te amo ______.
—Te amo más. 


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Tarde y seguro. 
Bueno, quiero dedicar este capítulo a @BiebersRockOn 
porque ayer fue su cumpleaños. FELICIDADES. <3.


#Graciasporleer #Muchlove

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Mafer.