Bueeeeeeeeeeeenos dias!!!! Aqui teneis un nuevo cap espero que os guuuuuste :)


CAPÍTULO 36

Cuando me desperté estaba sola, otra vez. Me incorporé apoyándome sobre los codos y miré a ambos lados. Nada. No estaba... Una sensación de soledad me inundó por dentro, por enésima vez. Nunca pensé que Harry fuera de los que desaparece al día siguiente, aunque estaba en su casa, no tenía mucho sentido. Claro que en los últimos días nada tenía mucho sentido. Quizá así era su mundo después de todo... Me vestí rápidamente y cogí la almohada que me había robado, se acabaron los juegos. Salí de allí cerrando con un portazo y sintiéndome sucia por dentro, eso no se iba a ir con una ducha.

Crucé la calle pisando un charco que me caló la zapatilla. <Gracias> pensé mirando al cielo gris. Qué horror de vida, de tiempo y de todo. ¿Por qué estaban pasándome todas estas cosas? ¿Era una venganza por todo lo bueno que creía que había pasado en los últimos meses? Sumida en mis pensamientos y en tratar de descifrar por qué el karma me trataba así, choqué contra alguien dándome en el hombro contra la pared.

- ¡Joder! –levanté la vista y ahí estaba Harry mirándome de arriba a abajo.

Le había salido el tiro por la culata. ¿Y por qué iba con mallas y zapatillas de deporte? Se quitó los cascos y paró la música.

- ¿Dónde ibas?

- ¿Qué más te da? –contesté dispuesta a irme.

- ¿Como que qué más me da? –Dijo frunciendo el ceño -¿te ibas a ir sin decir nada?

Abrí los ojos como platos y me crucé de brazos como pude, porque con la almohada era complicado.

- Tú –le señalé con un dedo –eres el que se ha ido sin "decir nada" –le imité.

- Solo he salido a correr –contestó con una media sonrisa –no pensé que te despertaras tan pronto.

Miré el reloj y sólo eran las nueve y media. La verdad es que sí que era bastante pronto. Pero seguía sin fiarme.

- ¿Seguro?

- Que sí, además iba a pasar por la pastelería a comprar muffins para desayunar –explicó con una sonrisa. 

Sabía que con eso me tenía ganada.

- Bueno pues... -mordí mi labio inferior ligeramente -¿vamos a por ellos no?

Sonrió y cogió mi almohada.

- Y esto es mío –dijo guiñándome un ojo.

No se lo iba a negar sí me guiñaba un ojo, era imposible con él. Y estaba segura de que lo sabía. Fuimos a la pastelería a por los muffins el mío de chocolate y el suyo con trocitos de frambuesa, tenían una pinta exquisita.

- ¿Y por qué sales tan pronto a correr?

- Bueno, me ayuda a pensar, además prefiero correr al aire libre que en la cinta de un gimnasio.

Seguía sin entender que tenía eso que ver con salir a hacer deporte tan sumamente pronto.

- ¿Qué crees que pasaría sí saliese a las doce de la mañana? –preguntó.

Al fin, caí.

- Vale, no podrías... Por los fans y todo eso.

- Exacto –dijo sonriendo y abriendo la puerta de su casa –pasa, me doy una ducha y bajo ¿vale?

Asentí cogiendo la bolsa de papel con el logo de la pastelería para ir a la cocina. Me dio un rápido beso en la mejilla que me pilló por sorpresa y echó a correr subiendo los escalones de dos en dos. Cuando desapareció por la segunda planta suspiré relajando la tensión que se había acumulado en mis hombros. Encontré la cocina al final del pasillo, era bastante amplia y elegante, los muebles alternaban entre blanco y negro, además tenía una barra con cuatro banquetas altas. Siempre había querido tener una de esas. Me senté en una de las banquetas y esperé a que Harry bajara, la verdad es que me moría de hambre pero no quería empezar sin él. Aunque un pellizquito no iba a matar a nadie... <No, no. Control>. Saqué el móvil y llamé a Evelin que probablemente estaría preocupada.

- ¿Dónde estás? –dijo nada más descolgar.

- Pues... en casa de Harry...

Se hizo el silencio en la línea.

- ¿Estás bien? –preguntó al final.

- Sí, muy bien... 

Llamaron al timbre y no supe sí ir a abrir o no, pero al ver que Harry no iba al final me levanté.

- Espera un segundo Eve.

Llegué a la puerta que daba a la calle y miré por la mirilla. No podía ser verdad que él estuviera ahí. Me agaché todo lo rápido que pude como si pudiera verme.

- Mierda –dije todavía con el teléfono en la oreja.

- ¿Qué pasa? –preguntó Eve.

- Espera.

- ¡No... –su voz se apagó cuando eché a correr escaleras arriba.

Entré en la habitación de Harry y aporreé la puerta del baño.

- ¡Harry! –grité sin parar de dar golpes.

Al fin oí como se apagó el grifo y abrió la puerta con una toalla alrededor de la cintura. Le miré de arriba a abajo y tuve que parpadear rápidamente para centrarme.

- ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿O es que querías entrar conmigo? –dijo con una media sonrisa.

- ¿Oyes eso? Es el timbre, Niall está en la puerta.

Se le cambió la expresión al instante y se pasó una mano por el pelo mojado.

- Joder... joder, joder.

- ¡Harry! –Le sacudí por los hombros -¡ve a abrirle! ¡O a decirle algo! ¡Pero haz algo!

- Sí, vale, voy –fue hacia las escaleras pero se dio la vuelta –Raquel... Deberías... Esconderte.

- ¿Cómo? –pregunté anonadada.

- Por favor –puso las palmas juntas suplicándome.

- Vale... –accedí resignada.

- ¡Gracias!

Echó a correr escaleras abajo y a mi solo se me ocurrió meterme en el armario, bastante típico la verdad. Pero la cama por debajo estaba maciza. Me senté en el suelo apartando unos cuantos zapatos y apoyé la cabeza en uno de los lados.

Escuché un sonido y me acordé de que Evelin seguía al teléfono.

- Estoy en un armario –susurré –esto es humillante...

- ¿Qué ha pasado? ¿Niall estaba allí? Lo he medio escuchado todo. ¿Por qué has dejado que te metiera en un armario? ¡No habéis hecho nada malo!

- Yo que se Eve, me ha puesto los ojos esos de cachorro abandonado y no podía decirle que no. 

Además tampoco quiero ver a Niall...

- Pero tendrás que enfrentarte a él en algún momento.

- No creo que ese momento sea ahora –le corté –que acabo de... De... –Eve carraspeó –bueno que no es el momento.

- Vale, es verdad que ahora mismo... No se lo iba a tomar bien...

- Bueno pues no debería tomárselo de ninguna manera –volví a cortarle –porque no somos nada y como nunca ha sentido nada le debería dar igual. –Ahí salía mi resentimiento –Quizás sí que debería salir y...

- Ni se te ocurra –me interrumpió ella –aunque no deba importarle, cosa que dudo mucho, muchísimo, a Harry sí y ¿no querrás joder a Harry no? Bueno... En otro sentido a parte del que ya le has...

- ¡Evelin! –se rió a carcajada limpia.

- Perdón, se había quedado a huevo, la cuestión es que ¡no puedes salir!

- Vale... –suspiré –encima me he dejado el muffin abajo...

- ¿Ya estás otra vez con los muffins alias bombas calóricas de chocolate?

- ¿Y cómo sabes que es de chocolate eh?

Podía visualizar en mi mente su cara de superioridad que venía a decir "¿de verdad crees que no te conozco?"

- Me la voy a jugar... ¿De qué es Raquel?

- De... Frambuesa...

- ¡Mentirosa!

Escuché movimiento en la escalera y tapé el teléfono, colgando sin querer.
Los pasos fueron hasta el baño del fondo y respiré con mayor tranquilidad cuando se cerró la puerta. Tenía que dejar de hablar en estos momentos tan "delicados".
Empezó a picarme la nariz, no podía ser verdad... No por favor, no quería estornudar, ahora no. Tarde. Me tapé la boca con una mano intentando pararlo pero fue imposible, sólo pude rezar para que no lo hubiesen oído. Pasaron varios minutos y la puerta volvió a abrirse, los pasos, en vez de seguir rectos hasta la escalera, se dirigieron hacia la habitación. Contuve la respiración y la puerta del armario se abrió rápidamente. Vi a Louis con un zapato en la mano que pretendía usar como arma y me apresuré a cubrirle la boca con mi mano, justo cuando iba a hablar.

- Calla, calla, calla –susurré rápidamente. Balbuceó algo sobre la palma de mi mano -¿qué? –dije retirándome.

- ¿Qué haces tú aquí? –preguntó también en un susurro achicando los ojos.

- ¿Y tú? Sólo he visto a Niall por la mirilla.

- Porque yo estaba aparcando –me miró de arriba a abajo -¿¡has pasado la noche con Harry!?

- ¡Shhhh! –le corté rápidamente –sí, bueno... si, vale sí.

Una sonrisa se extendió por su cara y levantó las cejas varias veces.

- ¿Y es bueno?

- ¡Louis por favor! –Le contesté dándole un manotazo en el hombro que le hizo reír -¡que te calles!

- Sh, sh –dijo poniendo un dedo sobre sus labios –entendido. Pero... ¿Por qué te escondes?

- Porque tu amigo irlandés está abajo...

- Pero tú ya no estás con él ¿no?

Negué con la cabeza mirando al suelo, sí, seguía doliendo... Y Louis se dio cuenta porque me abrazó.

- Tranquila... –asentí para mí misma –no voy a decir nada, no te preocupes.

Se separó y agarró mis hombros con sus manos.

- Yo tampoco lo entiendo –dijo intentando sonreír sin mucho éxito –vuelvo a abajo que sí no van a sospechar –asentí y salió de la habitación poniéndose el zapato por el camino.

Suspiré y volví al armario. "Yo tampoco lo entiendo" ¿por qué había dicho eso? ¿Se refería al cambio repentino en Niall? Pues sí no lo entendía su mejor amigo... Imagínate yo...
Pasaron unos cuantos minutos más hasta que escuché la puerta de la entrada cerrarse. De todas formas esperé allí por sí acaso solo se había ido Louis. Enseguida se oyeron unos pasos subiendo las escaleras.

- ¿Rach? –era Harry.

Me levanté tirando una percha por el camino y abrí la puerta encontrándome con la mirada triste de Harry, que me partió el corazón. ¿Qué pasaba ahora? Dejé la percha de madera sobre la cama y me senté a su lado.

- ¿Que ha pasado? –pregunté al final.

Se sentó a mi lado poniendo una mano sobre mi rodilla y suspiró. Me estaba preocupando, no sabía exactamente por qué pero era así.

- No ha mencionado el tema. 

Eso me dejó todavía más patidifusa de lo que ya estaba. A cada segundo se confirmaba más lo poco que le importaba, sí es que alguna vez le había importado algo.

- Louis le ha preguntado expresamente y ha cambiado de tema.

Apreté los labios formando una fina línea, no quería escuchar más.

- ¿Sigue el muffin abajo? –Se giró para mirarme sin entender qué le estaba preguntado –tengo hambre... –contesté encogiéndome de hombros.

Me levanté de la cama y salí de allí para volver a la cocina. Cuanto menos intentase pensar en él, antes se olvidaría. Volví a mi método y empecé a contar los trocitos de chocolate que había en el muffin. Harry se sentó a mi lado sin entender lo que hacía.

- ¿Estás bien? –Asentí sin apartar la vista del dulce, aunque en realidad se me había quitado el hambre –yo no se...

- Harry déjalo. –le corté. 

- No, no puedes guardártelo dentro –le miré con cara de pocos amigos –y me jode ser yo el que te esté diciendo esto por todo... Todo lo que ha pasado, pero te lo digo porque tienes que entenderlo, Niall no es así...

Me levanté rápidamente casi tirando la banqueta al suelo y fui directa hacia la puerta. No quería escucharle. <Si no se piensa en él, se olvida> intentaba mantener eso en la cabeza y con Harry era imposible.

- ¡Raquel! –Me llamó siguiéndome hasta la puerta -¡escúchame!

Abrí la puerta sin mirar al frente, centrada en enfrentarme a Harry.

- ¿¡Por qué no me dejas olvidarle!? –Le dije conteniendo las lágrimas -¡pensaba que querías ayudarme!

La mandíbula de Harry se tensó aunque no me estaba mirando a mí, sus ojos estaban centrados en algún punto por encima de mi cabeza. Me giré para ver qué era eso tan importante y cuando le vi se me cayó el alma a los pies. ¿Por qué dios? ¿Por qué había vuelto ahora Niall? Justo en ese momento... Me cuadré de hombros intentando que él no me viese al borde de las lágrimas. No estaba contento, aunque tampoco tenía la mirada de impasibilidad con la que me había tratado los últimos días. Estaba enfadado, se le notaba a la legua porque sus labios eran una fina línea, el hueso de la mandíbula volvía a marcársele y su vista iba del uno al otro intermitentemente.

- Niall... –Harry intentó hablar.

- Cállate. –le cortó él centrando sus ojos en mi y haciéndome sentir minúscula –que rápido.

Empezó a picarme la nariz y contuve las lágrimas como pude, sin apartar la vista de él.

- No tienes derech...

- ¿¡Y tú decías que te había dejado como una puta mierda!? –me interrumpió.

- ¿¡Y que te importa!? –Le espeté subiendo el tono -¿¡eh!?

Quería gritar y dejar de contener las lágrimas, ¡iba a explotar!

- Me he dejado la sudadera –dijo ignorándome y mirando a Harry.

Este asintió y se fue hacia el salón, dejándonos a los dos solos. Pero Niall ni me miraba y yo me sentía mal, aunque no debería... ¿O sí?

- No llores –dijo haciéndome levantar la vista –no lo sientes.

- Tú sí que no lo sientes –conseguí decir sin que me temblase mucho la voz –y que sepas que sí, -le miré a los ojos notando las lágrimas corriendo por mis mejillas –te quería.

Volvió, juro que volvió en sí, por un segundo dejó de estar enfadado y de ser indiferente y se le vio triste y apagado. Fue un segundo pero juro que lo vi.

- Pues has hecho mal –y ahí estaba otra vez, Niall y su inexpresividad.

Se me partió el corazón por enésima vez en los últimos días. ¿Podría ser capaz de recuperarse alguna vez? Le di un empujón apartándole de la puerta y salí de allí andando todo lo rápido que pude, nada más dar la vuelta a la esquina eché a correr.