#MiDemonioÁngel
#capitulo17 (parte dos)

Cuando miro su  cara ansiosa, siento el tirón en mis entrañas, la voz joven, ansiosa en mi cabeza. 

Está pasando, cadáver. Lo que __ y tú provocaron, se está moviendo. ¡Una enfermedad buena, un virus que causa la vida! ¿Ves esto, maldito monstruo tonto? ¡Está dentro de ti! ¡Tienes que salir de estos muros y propagarlo! 

 

Giro el teléfono hacia __ para que pueda escuchar. Ella se inclina. 

―H ―digo. 

―Sí. 

―Dile a __. 

―¿Qué? 

―Dile a _… lo que está pasando. 

Hay una pausa. 

 ―Cambiando ―dice―. Muchos de nosotros… cambiando. Como L. 

__me mira y casi puedo sentir el pelo de su cuello ponerse de punta.  

―¿No eres sólo tú?  ―dice,  alejándose del teléfono―. ¿Esta… cosa de revivir? 

―Su voz es baja  y vacilante, como una niña asomando la  cabeza fuera de un refugio antibombas después de años de vida en la oscuridad. Casi se estremece con la fuerte esperanza―. ¿Estás diciendo que la plaga está sanando? 

Asiento.  

―Estamos… arreglando cosas. 

―¿Pero cómo? 

―No lo sé. Pero tenemos que hacer… hacer más de lo mismo. Allí fuera... donde H esta. ‘Fuera’. 

Su entusiasmo se enfría, se endurece.  

―Así que tenemos que irnos. 

Asiento. 

―¿Ambos? 

―Ambos. ―La voz de H cruje en el auricular como una madre a hurtadillas―. __… parte de ello. Ella me mira con duda.  

―¿Quieres que yo, una chica humana flaca y pequeña, ande por ahí en terreno salvaje, corriendo con una manada de zombies?  

Asiento. 

―¿Comprendes lo loco que es eso? 

Asiento. 

Ella guarda silencio por un momento, mirando al suelo.  

―¿De verdad crees que puedes mantener a salvo?  ―me  pregunta―.  ¿Allí afuera, con ellos? 

Mi honestidad incurable me hace dudar, y __ frunce el ceño.

―Sí ―responde H por mí, exasperado―. Él puede. Y yo... ayudaré. 

Asiento rápidamente.  

―H ayudará. Los demás... ayudarán. Además  ―añado con una sonrisa―, puedes… mantenerte a salvo tú misma. 

Se encoge de hombros con indiferencia.  ―

Lo sé. Sólo quería ver lo que dirías. 

―¿Así que tú…? 

―Voy a ir contigo. 

―¿Estás... segura? 

Sus ojos están lejanos y duros.  

―Tuve que enterrar el vestido vacío de mamá. He estado esperando este momento un largo tiempo. 

Asiento. 

Tomo una respiración profunda. 

―El único problema con tu plan  ―continúa―  es que pareces haber olvidado que te comiste a alguien anoche, y este lugar se va a quedar cerrado hasta que te encuentren y te maten. 

―¿Deberíamos... atacar? ―pregunta H―. ¿Sa...carte? 

Pongo el teléfono en mi oído y agarro fuerte el receptor.  

―No ―le digo. 

―Tenemos... ejército. ¿Dónde está... la batalla? 

―No lo sé. No aquí. Estas son... personas. 

―¿Y bien? 

Miro a __. Ella mira al suelo y se frota la frente. 

―Espera ―le digo a H. 

―¿Esperar? 

―Un poco más de tiempo. Vamos... a encontrar la manera de resolverlo. 

―¿Antes... de que te maten? 

―Esperemos. 

Un largo silencio, dudoso. Luego―: Date prisa. 

__ y yo  nos quedamos despiertos el resto de la noche. En nuestras ropas mojadas por la lluvia, nos sentamos en el suelo en la sala de estar fría y no decimos ni una palabra. Al final, mis ojos se cierran, y en esta extraña calma, en lo que podrían ser mis últimas horas en la tierra, mi mente crea un sueño para mí. Claro y nítido, lleno de color, desplegándose como una rosa con lapso de tiempo en la oscuridad brillante. 

En este sueño, mi sueño, estoy flotando en un río en la cortada aleta de la cola de mi casa-jet.  Estoy acostado boca arriba bajo la medianoche azul, viendo a las estrellas deslizarse por encima de mí. El río es desconocido, incluso en esta época de mapas y satélites, no tengo ni idea de a dónde conduce. El aire está quieto. Lanoche es tibia. He traído sólo dos provisiones: una caja de comida tailandesa y el libro de Perry. Grueso. Antiguo. Encuadernado en piel. Lo abro a la mitad. Una frase sin terminar en algún idioma que nunca he visto, y más allá, nada. Un tomo épico de páginas vacías,  a  blanco  y negro, esperando. Cierro el libro y pongo la cabeza en el frío acero. El pad thai me hace cosquillas en la nariz, dulce, picante y fuerte. Siento el río ampliándose, ganando fuerza. 

Oigo la cascada. 

―L. 

Mis ojos se abren y me incorporo. __ está con las piernas cruzadas a mi lado, me mira con diversión sombría. 

―¿Teniendo algunos sueños agradables? 

―No estoy… seguro ―murmuro, frotándome los ojos. 

―¿Por casualidad soñaste con alguna solución a nuestro pequeño problema? 

Sacudo la cabeza. 

―Sí, yo tampoco. ―Mira el reloj de pared y frunce los labios con tristeza―. Se supone que debo estar en el centro comunitario en un par de horas para hacer la hora del cuento. 

David y Marie van a llorar cuando no me presente. David y Marie. Repito los nombres en mi cabeza, disfrutando sus contornos. Dejaría a Trina comer mi pierna entera por la oportunidad de ver a los niños de nuevo. Por escuchar cómo algunas sílabas más torpes salen de la boca antes de morir.  

―¿Qué les… estás leyendo?  

Ella mira por la ventana en la ciudad, está  bastante agrietada y el defecto se pone de relieve por la cegadora luz blanca.  

―He estado tratando de meterlos en los libros Redwall34. Pensé que todas esas canciones, fiestas y valientes ratones guerreros serían un escape agradable de la pesadilla  en la que están creciendo. Marie sigue pidiendo libros sobre zombis y sigo diciéndole que no puedo leer no-ficción para la hora del cuento, pero...―Se da cuenta de la expresión de mi cara y se detiene―. ¿Estás bien? 

Asiento. 

―¿Estás pensando en tus hijos en el aeropuerto? 

Dudo, luego asiento. 

Ella se acerca y toca mi rodilla, mirándome a los ojos irritados.  

―¿L? Sé que las cosas parecen sombrías en este momento, pero escucha. No puedes renunciar. Mientras sigas respiran… lo siento, siempre y cuando todavía estés moviéndote, no ha terminado. ¿De acuerdo? 

Asiento. 

―¿Está bien? Joder dilo L. 

―Muy bien. 

Ella sonríe. 

―DOS. OCHO. VEINTICUATRO. 

Nos alejamos de una sacudida el uno del otro cuando un altavoz en el techo da una serie de números seguidos de un tono de alerta agudo. 

―Este es el coronel Rosso con un aviso a toda la comunidad  ―dice el orador―.  La violación de seguridad ha sido contenida. El oficial infectado ha sido neutralizado, sin más víctimas informadas 

Libero una respiración profunda. 

―Sin embargo... 

―Mierda ―susurra __. 

―...la fuente original de la violación sigue estando en general dentro de nuestros muros. Las patrullas de seguridad comenzarán ahora una búsqueda puerta a puerta en cada edificio en el estadio. Puesto que no sabemos dónde podría estar ocultándose, todos deben salir de sus casas y congregarse en un área pública. No se te contengan en espacios pequeños. ―Rosso hace una pausa para toser―.  Siento esto, amigos. Conseguiremos arreglar el problema, sólo... estén tranquilos. 

 

Hay un clic, y el altavoz se queda en silencio. 

__ se pone de pie y camina por el dormitorio. Abre las cortinas, dejando que los focos entren a través de la ventana.  

―Levántate y brilla, señorita Greene, estamos fuera de tiempo. ¿Recuerdas las salidas viejas en los túneles de la pared? ¿No había una salida de emergencia en alguna parte por el palco? ¿l, puedes subir una escalera todavía?

 ―Espera, ¿qué?  ―croa Nora, tratando  de  protegerse  los  ojos―.  ¿Qué está pasando? 

―Según el amigo de l, tal vez el fin de este mundo no-muerto de mierda, si no nos matan primero. 

Nora finalmente se despierta.  

―Lo siento, ¿qué? 

―Te lo diré más tarde. Acaban de dar un anuncio. Tenemos unos diez minutos. Tenemos que encontrar...―Su voz se apaga y veo su boca moverse. Las forma que sus labios toman para cada palabra, el movimiento de la lengua contra los dientes brillantes. Se aferra a la esperanza, pero mi apretón se está deslizando. Se retuerce el  cabello mientras habla, sus cabellos de oro, rígidos, enmarañados  y con necesidad de un lavado. 

El olor picante de su champú, flores, hierbas y canela bailando con sus aceites naturales. Nunca diría que marca utiliza. Le gusta mantener su esencia un misterio. 

―¡L!

 

 

POOOOOOOOOORRR FIIIIIIIIIIIIIIISSSSSSSSS CCCCCCCCCOOOOOOOOMMMMMMMMEEEEEEEEENNNNNNNNNTTTTTTTTTTTAAAAAAAAARRRRRRR DA #RT Y #FAV A LA IMAGEN
#LU