#MiDemonioÁngel
#capitulo16 (parte tres) 

―Hey.  ―Me  saluda  que estaba hablando con __, y él y su amigo comienzan a deambular en mi dirección. Es alto, apuesto, los brazos musculosos cubiertos de tatuajes: serpientes, esqueletos y logos de extintas bandas de rock.  

―¿Qué pasa, hombre? ¿Eres el tipo nuevo de Nora? 

Dudo, luego me encojo de hombros. Ambos ríen, como si yo hubiera hecho alguna broma sucia. 

―Sí, ¿quién sabe con esa chica, verdad?  ―Golpea a su amigo en el pecho mientras continúan avanzando hacia mí―.  Así que ¿conoces a __, hombre? ¿Eres amigo de __? 

Asiento. ―

¿La conoces desde hace mucho? 

Me encojo de hombros, pero me siento como si tuviera un resorte tenso en mi interior. 

Él se detiene a pocos pasos de mí y se inclina contra el muro, tomando una lenta calada de su cigarrillo.  

―Ésa solía ser bastante salvaje también, hace unos años. Fui su maestro de tiro. 

Necesito irme. Necesito darme la vuelta, ahora, e irme. 

―Se volvió toda pura después de comenzar a salir con ese chico, Kelvin, pero hombre, por un año o algo  así, era como una fruta madura.  ―Su exhalación forma una nube de humo que arde en mis ojos secos―. Cien dólares ni siquiera pueden comprar un paquete de cigarrillos ahora, pero te aseguran un largo viaje con esa puta. 

Avanzo rápidamente y estrello su cabeza contra la pared. Es fácil, sólo la palma contra su cara y el impulso hacia atrás, golpeando la pared con la parte posterior de su cráneo. No sé si maté y no me importa. Cuando su amigo trata de detenerme, le hago exactamente lo mismo, dos grandes bolladuras en el revestimiento de aluminio de la Huerta. Los dos hombres caen al suelo. Me tambaleo durante mi camino por las escaleras y salgo a la pasarela. Algunos chicos, que fuman apoyados en los cables de soporte, me miran mientras los empujo  para pasar. Disculpen, intento decir, pero parece que no puedo encontrar las sílabas. Bajo los cuatro pisos de departamentos y me lanzo hacia Calle Hada  o  Calle Campanita  o como sea que se llame la jodida calle. Sólo necesito alejarme de toda esa gente por un minuto, ordenar mis pensamientos. Estoy tan hambriento. Dios, estoy famélico.  

Después de unos pocos minutos de vagar, estoy completamente perdido y desorientado. Cae una lluvia ligera y estoy solo en una alguna calle estrecha y oscura. El asfalto brilla, negro y mojado, bajo las farolas torcidas. Más adelante,

dos guardias conversan en un cono de luz moteado por la lluvia, gruñéndose el uno al otro con la afectada dureza de los niños asustados intentando ser hombres. 

―…en el Corredor 2, toda la semana pasada, echando cimientos. Estamos a menos de un kilómetro y medio del Domo Goldman, pero apenas consigo un puto equipo más, Grigio continúa sacando tipos de Construcción y metiéndolos en Seguridad. 

―¿Y qué hay con el equipo Goldman? ¿Cuándo van a terminar? 

―Goldman es una mierda. Apenas acaba de salir de la puerta principal. He escuchado que, de todos modos, la fusión va de mal modo, gracias a la mala diplomacia de Grigio. Se empieza a preguntar si todavía quiere la fusión, por el modo en que maneja el Corredor 1. No me sorprendería si él mismo arreglara el colapso. 

―Sabes que eso es pura mierda. No estés desparramando esa historia. 

―Sí, bueno, del modo que sea. Construcción se está volviendo mierda, desde que aplastaron a Kelvin. Sólo estamos cavando hoyos y rellenándolos. 

―Aún prefiero estar construyendo algo que jugar al policía de alquiler toda la noche. ¿Tuviste algo de acción ahí fuera? 

―Sólo un par de Carnosos vagando por allí. Pop, pop, fin del juego. 

―¿Ningún Huesudo? 

―No he visto uno de ésos en al menos un año. En estos días se aferran a sus colmenas. Jodida mierda. 

―¿Qué, a ti te gusta correr en esas cosas? 

―Infierno, debe ser mucho más divertido que los Carnosos. Los hijos de puta no se pueden mover. 

―¿Diversión? ¿Me estás cagando? Esas cosas están mal, ni siquiera me gusta tocarlos con mis balas. 

―¿Ésa es la razón por la que tu tasa de éxito es uno de cada veinte? 

―Ni siquiera se ven más como restos humanos, ¿sabes? Lucen como extraterrestres o algo así. Me aterrorizan. 

―Sí, bueno, eso es porque, probablemente, eres un marica. 

―Vete a la mierda. Voy a echar una meada. 

El guardia desaparece en la oscuridad. Su compañero permanece en el foco de luz, arrebujándose más en su abrigo mientras la lluvia cae. Aún estoy caminando. No estoy interesado en esos hombres; estoy buscando una esquina tranquila, donde pueda cerrar los ojos y recomponerme. Pero, mientras me aproximo a la luz, el guardia se percata de mí y me doy cuenta que hay unproblema. Estoy borracho. Mi cuidadosamente estudiada forma de caminar, ha sido reemplazada por un inestable tambaleo. Me inclino hacia delante, con la cabeza colgando de lado a lado. 

Me veo… exactamente como lo que soy. 

―¡Alto! ―grita el guardia. 

Me detengo. 

Él se mueve un poco hacia mí.  

―Dé un paso hacia la luz, por favor, señor. 

Doy un paso hacia la luz, permaneciendo en el borde del círculo amarillo. Trato de estar lo más erguido que pudo, tan inmóvil como soy capaz. Entonces, me doy cuenta de algo más. La lluvia está goteando desde mi cabello. La lluvia está corriendo sobre mi rostro. La lluvia está lavando mi maquillaje, revelando la carne gris pálida que se encuentra debajo. Retrocedo un paso tropezando y me aparto de la luz de la lámpara. 

El guardia está a un metro y medio de mí. Su mano está sobre su arma. Se acerca a mí y me mira con los ojos entrecerrados.  

―¿Ha estado bebiendo alcohol esta noche, señor? 

Abro la boca para decir:  No, señor, absolutamente no, sólo unos pocos vasos de delicioso y saludable jugo de toronja, junto con mi buena amiga Julie Cabernet. Pero las palabras me evaden. Mi lengua está viscosa y muerta en mi boca, y todo lo que sale es  

―Ehhhh… 

―¿Qué  demonios…?  ―Los  ojos del guardia se abren súbitamente, saca su linterna e ilumina mi rostro listado de gris. Y no me deja otra opción. Salto desde las sombras y me abalanzo sobre él, apartando su arma de un golpe y mordiéndolo en el cuello. Su fuerza vital se precipita dentro de mi cuerpo y mi cerebro hambriento, calmando la agonía de mis horribles antojos. Empiezo a despellejarlo, masticando los deltoides y los abdominales tiernos mientras la sangre aún pulsa en ellos… pero entonces me detengo. 

___ está en la puerta del dormitorio, observándome con una sonrisa tímida.

 Cierro los ojos y aprieto los dientes. 

No. 

Dejo caer el cuerpo al suelo y me aparto. Ya no puedo esconderme detrás de mi ignorancia. Ahora sé que tengo una opción y elijo cambiar, no importa el costo. Si soy una floreciente rama del Árbol de la Muerte, dejaré caer mis hojas. Si tengo que morirme de hambre para matar sus raíces retorcidas, lo haré.



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