#MiDemonioÁngel
#capitulo16 (parte dos)

―Sí, bueno… era yo. 

Mis ojos se apartan veloces hacia el baño, pero  Nora no parece esconder nada.  

―Yo sólo había estado aquí por una semana ―dice ella―. Aún no conocía a __. En realidad, así es como la conocí. Me cogí a su novio y ella me odió, y entonces pasó el tiempo y sucedieron un montón de cosas y, de algún modo, nos encontramos siendo amigas. Loco, ¿no es cierto? ―Vuelca su vaso sobre la lengua para recoger las últimas gotas, luego lo deja a un lado―. Lo que estoy tratado de decir es que éste es un mundo de mierda y la mierda sucede, pero no tenemos que bañarnos en mierda. Cuando tenía dieciséis años, L… mis metanfetamínicos padres me arrojaron en medio de un barrio infestado de Muertos, porque ya no podían alimentarme. Anduve por mi cuenta durante años, antes de encontrar el Citi Estadio y no tengo suficientes dedos para contar la veces que estuve a punto de morir.  ―Alza  la  mano izquierda y mueve el dedo, como una novia que estuviera mostrando su anillo de compromiso―. Lo que estoy diciendo es que, cuando tienes un peso como ése en tu vida, tienes que empezar a buscar un cuadro más grande o te vas a hundir. 

La miro a los ojos, cuando fallo en entender su significado como el iletrado que soy.  

―¿Qué es… el cuadro más grande… de yo matando a Perry? 

―Vamos, L ―dice ella, golpeándome de broma la cabeza―. Eres un zombie. Tienes la plaga. O, al menos, la tenías cuando mataste a Perry. Quizás eres diferente ahora, de seguro espero que lo seas, pero en aquel entonces, sabes que no tenías opciones. Eso no fue un ‘delito’, no fue ‘homicidio’, es algo más profundo y más inevitable.  ―Se golpea la sien―.  __ y yo lo sabemos, ¿de acuerdo? Hay un dicho Zen: ‘Ningún elogio, ningún reproche, sólo es así’. No nos importa asignar culpas a la condición humana, sólo queremos curarla. 

__ emerge del baño y pone las bebidas sobre la barra con una sonrisa socarrona. 

―Incluso el jugo de toronja puede usarse, a veces, como una pequeña patada. }

Nora toma un sorbo de prueba y le da la espalda, cubriéndose la boca.  

―¡Cielo… Santo! ―tose―. ¿Cuánto pusiste aquí? 

―Sólo unos pocos minis de vodka ―susurra __, con infantil inocencia―. Cortesía de nuestro amigo Archie y Aerolíneas No-Muertos. 

―¡Bien hecho, Archie! 

Sacudo la cabeza.  

―¿Podrían, por favor… cesar de llamarme…? 

―Seguro, seguro ―dice __―.  No  más  Archie.  Pero  ¿por qué vamos a brindar esta vez? Es tu alcohol, L, tú decides. 

Tengo el vaso delante de mí. Lo huelo, insistiéndome en que todavía puedo oler otras cosas, además de la muerte y la potencial muerte, en que todavía soy humano, en que todavía estoy completo. Un aroma a cítrico punza mi nariz. Destellos de huertos en Florida, en el verano. El brindis que entra a mi cabeza parece insoportablemente cursi, pero sale de todos modos.  

―Por… la vida. 

Nora reprime una risa.  

―¿En serio? 

__ se encoge de hombros.  

―Insoportablemente cursi, pero qué demonios. ―Levanta su copa y la choca contra la mía―. Por la vida, señor Zombie. 

―¡L’chaim33! ―clama Nora y vacía su copa.

 __ vacía su copa. 

Yo vacío mi copa. 

El vodka se estrella contra mi cerebro como una ronda de perdigones. Esta vez, no es placebo. La bebida es fuerte y la siento. La estoy sintiendo. ¿Cómo es posible? 

__ ordena otra ronda de toronjas, luego los convierte en Greyhounds, y es generosa con los tragos. Espero que las chicas sean tan peso ligero como yo, ya que el alcohol es el contrabando aquí, pero me doy cuenta que, probablemente, es bastante rutinario visitar la licorería mientras estás salvando en la ciudad. Ellas me superan rápidamente, mientras tomo mi segunda bebida, maravillado por la sensación que corre a través de mi cuerpo. Los sonidos del bar se desvanecen mientras yo sólo observo a __, el punto focal de mi borrosa composición. Se está riendo. Una risa libre, sin reservas, del tipo que no creo haber oído con anterioridad, echando la cabeza hacia atrás y dejándola caer como una cascada. Nora y ella están recordando alguna memoria compartida. Ella se gira hacia mí y me dice algo, invitándome a la broma con una palabra y un destello de dientes blancos, pero no respondo. Sólo la observo, descansando mi barbilla en una mano, mi codo sobre la barra, sonriendo. Satisfacción. ¿Así es como se supone que debe sentirse? 

Después de finalizar mi bebida, siento una presión en mi región baja, y me doy cuenta que tengo que orinar. Debido a que los Muertos no beben, orinar es un evento raro. Espero poder recordar cómo se hace. 

Me tambaleo hacia el baño y descanso la  cabeza contra la pared frente al urinal. Me bajo el cierre, miro hacia abajo y, allí está. Ese mítico instrumento de vida y muerte, de cogidas de primera cita, en el asiento trasero. Cuelga inerte, inútil, juzgándome silenciosamente por todas las veces que lo he mal utilizado a lo largo de los años. Pienso en mi esposa y su nuevo amante, chocando sus fríos cuerpos como gallinas en una planta de empacado. Pienso en los anónimos líos de mi vida pasada, probablemente todos muertos o Muertos para este momento. Entonces, pienso en __, enroscada a mi lado en aquella cama matrimonial. Pienso en su cuerpo, en esa cómica ropa interior que no combina, en su respiración contra mis ojos, mientras estudio cada línea de su rostro, preguntándome qué misterios yacen en el núcleo brillante de todas y cada una de sus células. 

Allí, en el cuarto de baño, rodeado por el hedor a orines y mierda, me pregunto: ¿es demasiado tarde para mí? ¿Hay algún modo en que pueda escamotearle otra oportunidad al rechinar de dientes celestial? Quiero un nuevo pasado, nuevos recuerdos, un nuevo primer apretón de manos con el amor. Quiero empezar de nuevo, en todas las formas posibles. 

Cuando salgo del baño, el suelo está girando. Las voces suenan apagadas. __ y Nora están sumergidas en su conversación, acercándose entre ellas y riéndose. Un hombre en la treintena se aproxima al bar y le hace alguna especie de comentario lascivo a __. Nora lo mira y dice algo que parece sarcástico, y __ lo ahuyenta. El hombre se encoge de hombros y se retira a la mesa de billar, donde su amigo lo espera. __ dice algo insultante en voz alta y el amigo se ríe, pero el hombre sólo sonríe con frialdad y lanza una replica. __ luce congelada por un momento y entonces, ambas le dan la espalda a la mesa de billar y Nora empieza a susurrar al oído de __.

 ―¿Qué… anda mal? ―pregunto, aproximándome a la barra. Puedo sentir a los dos hombres en la mesa de billar, observándome. 

―Nada ―dice __, pero suena conmocionada―. Está todo bien. 

―¿L, podrías darnos un minuto rápido? ―pregunta Nora. 

Miro entre ellas. Esperan. Me giro y salgo del bar, sintiendo demasiadas cosas a la vez. En el patio, me desplomo contra la barandilla; la calle está a siete vertiginosos pisos más abajo. La mayoría de las luces de la ciudad están apagadas, pero las farolas destellan y pulsan como bioluminiscencia. La grabadora de mini-cassette de __ es un peso insistente en el bolsillo de mi camisa. Lo saco y lo miro fijamente. Sé que no debería pero estoy… sintiéndome como si necesitara… 

Cerrando los ojos, meciéndome suavemente con un brazo sobre la barandilla, rebobino la cinta por un momento y presiono play.

 ―¿…realmente es tan loco? ¿Sólo porque él es… lo que sea que es? Quiero decir, ¿acaso zombie no es sólo un nombre tonto que nosotros…? 

Presiono rebobinar de nuevo y se me ocurre que, la brecha entre el comienzo de esta entrada y el final de la anterior, comprende todo el tiempo que he conocido a __. Cada significativo momento de mi vida dentro de unos pocos segundos de siseo en la cinta. Presiono stop y luego play.

…pensar que nadie lo sabe, pero todo el mundo lo sabe, sólo tienen miedo de hacer algo. Él se está poniendo peor, también. Esta noche, dijo que me amaba. Realmente dijo esas palabras. Dijo que yo era hermosa y que era todo lo que él amaba de mamá y que si algo me sucedía alguna vez, él perdería la razón. Y sé que lo decía en serio, sé que todo eso realmente está allí, dentro de él… pero el hecho de que tenga que estar furiosamente borracho  como la  mierda para dejar salir  algo de esto… sólo hace que todo el  tema parezca enfermo. Lo odio. 

Hay una larga pausa en la cinta. Echo un vistazo, por encima de mi hombro, hacia la puerta del bar, sintiéndome avergonzado pero desesperado. Sé que esto son confidencias que debería ganarme a través de meses de lenta intimidad, pero no puedo contenerme. Sólo quiero escucharla. 


He pensado en hacer un informe ―continúa ella―. Marchar al centro comunitario y hacer que Rosy lo arreste. Quiero decir, estoy a favor de beber, me encanta, pero con papá, es… diferente. No es una fiesta para él, parece como si fuera doloroso y aterrador, como si estuviera adormeciéndose para alguna horrible cirugía medieval. Y sí… sé el por qué, y no es que no haya hecho cosas peores por las mismas razones, pero es sólo… es demasiado… ―Su voz titubea, se rompe y sorbe fuertemente por la nariz, como en una auto-censura―. Dios ―susurra―. Mierda. 

Varios segundos de siseos. Presto más atención. Entonces, la puerta se abre y giro sobre mis talones, arrojando la grabadora a la oscuridad. Pero no es __. Son los dos hombres de la mesa de billar. Se tambalean desde la puerta, empujándose mutuamente y riendo por la comisura de la boca mientras encienden cigarrillos.

POOOOOOOOOOORRRRRRR FAAAAAAVVVVVVVVVVOOOOOOOOOOOOOORRRRRRR CCCCCCCCOOOOOOOOMMMMMMMMMEEEEEEEEEEENNNNNNNNNNNNNTTTTTTTTTTTEEEEEEEEEEENNNNNNN Y DA #RT Y #FAV A LA IMAGEN
#Lu