#MiDemonioÁngel
#capitulo16 (parte uno)

Resulta ser que la Huerta no es parte del sistema agrícola del Estadio. Es su primer y único pub o, al menos, la cosa más cercana que tienen a un pub en este nuevo bastión de prohibición. Llegar a su entrada, requiere un arduo viaje vertical a través del paisaje urbano del Escheresque del Estadio. Primero, subimos cuatro tramos de escaleras en una torre de viviendas destartalada, mientras los residentes nos observan a través de las agrietadas puertas de sus apartamentos. Luego por un vertiginoso cruce hacia el edificio vecino, donde los niños en el suelo intentan ver por debajo de la falda de Nora mientras ella se bambolea sobre una pasarela de malla de alambre, tendida entre los cables de soporte de las torres. Una vez en el interior del otro edificio, subimos laboriosamente otros tres tramos de escaleras, antes de llegar, finalmente, a un patio aireado por encima de las calles. El ruido de la multitud retumba a través de la puerta, en el otro extremo: una ancha tabla de roble, pintada con un árbol amarillo.  

El lugar está lleno, pero el ambiente parece extrañamente sometido. Sin gritos, sin drogones pesados, sin solicitudes ebrias de números telefónicos. A pesar del clandestino secreto de su oscura ubicación, en la Huerta no se sirven bebidas alcohólicas. 

―Yo les pregunto ―dice __, mientras nos abrimos paso entre la multitud de buen comportamiento―. ¿Hay algo más tonto que un grupo de ex-Marines y obreros de la construcción ahogando sus penas en un bar de jugos de mierda? Al menos, es tolerante con la botella. 

La Huerta es el primer edificio que he visto en esta ciudad con alguna huella de personalidad. Todo el equipamiento habitual de los bebedores está aquí: tableros de dardos, mesas de billar, televisores de pantalla plana con juegos de fútbol americano. Al principio, me sorprendo al ver ese programa (¿esos entretenimientos aún existen? ¿Todavía hay gente que participa  en esas  frivolidades, a pesar de los tiempos?), pero  entonces, a los diez minutos del tercer cuarto, la imagen se deforma como la cinta de VHS y cambia a un juego diferente, los equipos y puntuaciones cambian a la mitad de una entrada. Cinco minutos después, cambia  de nuevo, con sólo un pequeño temblequeo para marcar el empalme.  Ninguno de los fanáticos parece  notarlo. Observaban ese abreviado y eterno ciclo de partidos, con los ojos en blanco y sorbiendo sus bebidas como jugadores en una recreación histórica. 

Algunos de los clientes se percatan  de que los observo y desvío  la mirada. Pero luego, vuelvo a mirarlos. Algo de esta escena se entierra en mi mente. Un pensamiento se desarrolla, como un fantasma en una Polaroid. 

―Tres  toronjas  ―le  dice  __ al barman, quien parece  vagamente avergonzado mientras prepara la bebida. Nos sentamos en los taburetes de la barra y las dos chicas comienzan a hablar. La música de sus voces remplaza al rítmico compás del rock clásico en una máquina de disco, pero incluso esto se desvanece en un zumbido ahogado. Estoy mirando la televisión. Estoy mirando a las personas. Puedo ver la silueta de sus huesos bajo sus músculos. Los bordes de las articulaciones asomando bajo la piel tensa. Veo sus esqueletos y la idea que toma forma en mi cabeza es algo que no había esperado: un plano de los Huesudos. Un vistazo a sus retorcidas y secas mentes. 

El universo se está comprimiendo. Toda memoria y toda posibilidad se estrujan  hasta el punto más pequeño a medida que cae lo último de su carne. Existir en esa singularidad, atrapados en un estado estático de eternidad; este es el mundo de Huesudos. Son fotos carné de ojos muertos, congelados en el instante en que se dieron por vencidos  a su humanidad. Ese instante de desesperanza, donde cortaron el último hilo y se dejaron caer al abismo. Ahora, no queda nada. Ningún pensamiento, ningún sentimiento, sin pasado, ni futuro. Nada existe, excepto la desesperada necesidad de mantener las cosas como son, como siempre han sido. Deben permanecer en los carriles de su loop32  o se verán abrumados, incendiados y consumidos por los colores, los sonidos, el cielo abierto.  

Y así el pensamiento repica en mi cabeza, susurrando a través de mis nervios como voces a través de las líneas telefónicas: ¿qué sucedería si pudiéramos descarrilarlos?  Ya hemos interrumpido lo suficiente su estructura, como para incitar a una ira ciega. Y si pudiéramos provocar un cambio tan profundo, tan nuevo y sorprendente, ¿simplemente se quebrarían? ¿Se rendirían? ¿Se convertirían en polvo y correrían por la ciudad con el viento? 

―L―dice __, pinchándome el brazo―. ¿Dónde estás? ¿Soñando despierto otra vez? 

Sonrío y me encojo de hombros. Una vez más, mi vocabulario me falla. Voy a necesitar un modo de dejarla dentro de mi cabeza, muy pronto. Cualquiera sea esta cosa que estoy intentado hacer, sé que no puedo hacerla solo. 

El barman regresa con nuestras bebidas. __ me sonríe y Nora y yo examinamos los tres vasos de pálido néctar amarillo.  

―¿Recuerdan que, cuando éramos niños, el jugo de toronja puro era la bebida de los tipos rudos? Como el whisky de las bebidas infantiles. 

―Cierto  ―ríe Nora―.  El jugo de manzana, el Capri Sun, esas cosas eran para las perras. 

__alza su copa.  

―Por nuestro nuevo amigo Archie.

Levanto mi copa unos centímetros de la barra y las chicas entrechocan las suyas. Bebemos. No puedo saborearlo exactamente, pero el zumo pica en mi boca, encontrando su camino hacia los viejos cortes en mi mejilla, punzando donde no recuerdo que punzaba.  

__ ordena otra ronda y, cuando ésta llega, se pone la  bolsa de mensajero sobre el hombro y recoge los tres vasos. Se inclina y nos guiña un ojo a Nora y a mí.  

―Vuelvo enseguida. ―Con las bebidas en una mano, desaparece dentro del baño. 

―¿Qué… está haciendo? ―le pregunto a Nora. 

―No lo sé. ¿Robar nuestras bebidas? 

Nos sentamos allí, en un incómodo silencio, amigos de terceros que carecen del tejido conectivo de la presencia de __. Después de unos minutos, Nora se inclina y baja la voz. 

 ―Sabes por qué ella dijo que tú eres mi novio, ¿verdad? Encojo uno de mis hombros.  

―Seguro. 

―Eso no quiere decir nada. Ella sólo estaba tratando de desviar la atención de ti. Si hubiese dicho que eras su novio, o su amigo, o tenías algo que ver con ella, Grigio te hubiera asado hasta los cojones. Y, obviamente, si te mirara  en realidad… el maquillaje no es perfecto. 

―Lo… entiendo

―Y por cierto, sólo para que lo sepas. Fue una gran cosa que hoy te llevara a ver a su mamá. 

Alzo las cejas.  

―Nunca le cuenta esas cosas a la gente, nunca. Ni siquiera le contó a Perry la historia completa, por cerca de tres años. No puedo decir qué significa exactamente para ella, pero… es nuevo. 

Estudio la superficie de la barra, avergonzado. Una sonrisa extrañamente afectuosa se extiende por el rostro de Nora.  

―¿Sabes que me recuerdas un poco a Perry? 

Me pongo tenso. Empiezo a sentir el calor del remordimiento hirviendo en mi garganta otra vez. 

―No sé qué es. Quiero decir, seguramente tú no eres el fanfarrón que era él, pero tienes algo de aquel mismo… resplandor que él tenía cuando era más joven.

Debería  coserme la boca. La honestidad es una compulsión que me ha condenado más de una vez. Pero, simplemente, no puedo contenerme más. Las palabras se construyen y explotan hacia fuera de mí como un incontenible estornudo.  

―Yo lo maté. Comí… su cerebro. 

Nora frunce los labios y asiente suavemente.  

―Sí… pensé que quizás lo habías hecho. 

Mi cara se queda en blanco. 

 ―¿Qué? 

―No vi que sucediera, pero he estado sumando dos más dos. Tiene sentido. 

La miro, asombrado.  

―¿__… sabe? 

―No lo creo. Pero si es así, estoy bastante segura que estará bien. ―Toca mi mano, donde se apoya en la barra―.  Podrías decírselo,  L. Creo que ella te perdonará. 

―¿Por qué? 

―Por la misma razón que yo te perdono. 

―¿Por qué? 

―Porque no has sido tú. Fue la plaga. 

Espero por más. Ella mira la televisión por encima de la barra, la parpadeante luz de color verde claro cae sobre su cara oscura.  

―¿__alguna vez te contó cuando Perry la engañó con aquella chica del orfanato? 

Dudo, luego asiento.

POOOOOOOOOOORRRRRRR FAAAAAAVVVVVVVVVVOOOOOOOOOOOOOORRRRRRR CCCCCCCCOOOOOOOOMMMMMMMMMEEEEEEEEEEENNNNNNNNNNNNNTTTTTTTTTTTEEEEEEEEEEENNNNNNN DA #RT Y #FAV
#Lu