Stuck In The Reality.

¿Qué somos capaces de hacer para sobrevivir? En un mundo real en donde se tienen guerras de todo tipo, diferentes costumbres, estilos sociales y formas de pensar. Estamos perdiéndonos a nosotros mismos y estamos olvidando que tenemos en frente algo bueno y queremos ir por más. 
________, una aspirante a bailarina profesional, tiene todos los lujos que se pueden desear. Amigos, familia, una casa fija en la cual puede vivir… pero no es feliz. Es insegura aún cuando la convencen de que puede lograr su objetivo. Sus problemas alimenticios no la dejan sobresalir ni dar su mayor esfuerzo. 
En cuanto a Justin, él tiene a su madre y a sus hermanos que lo apoyan y perdió a su padre hace tiempo. La única forma de sobrevivir en la “otra mitad” es atemorizando. Ser el mejor en cuanto a mala fama para que no se metan con los de tu equipo. Muerte, destrucción y adicciones. Pero él es feliz. Muy a su estilo… siendo un marginado y con secretos que esconde con toda su alma.
¿Cómo es posible que dos mundos completamente diferentes se unan? ¿Se puede unir el peligro con la elegancia? ¿Cuál mitad terminará devorando a la otra?



Capítulo 1

La oscura noche se presenta y tiene un aire lúgubre y sombrío. Las luces de alrededor combinadas con la niebla andante resultan sacadas de una película de terror. Pero no es así. Es la realidad. El momento es este. 
La tranquilidad de la noche se ve afectada por un sonido irritante de varios motores de motocicletas dirigiéndose a ése mismo lugar que resulta ser una calle solitaria y adornada por un callejón sin salida. Un gato se escucha a lo lejos y lo hace aún más espeluznante. Las motos se detienen. Un grupo de chicos con chaquetas negras de piel, tapando sus brazos musculosos. Algunos traen camisetas y otros no. Simplemente chaquetas entreabiertas que dejan ver musculosos abdómenes bien trabajados. Un chico saca una cajetilla de cigarrillos y lo reparte entre todos, nadie se queda sin fumar. Solo en eso pueden ser bondadosos. Algún que otro motor se apaga, pero el resto siguen haciendo un ruido estrepitoso alrededor. Ríen, bromean y un miembro dice alguna maldición. Estallan en aplausos y vítores por el miembro del grupo que han puesto en evidencia. Silencio. Los dos problemáticos bajan de sus motos y se miran con ira.



-¿Qué acabas de decir hijo de puta?- pregunta el del arete largo en su oreja izquierda.- Sé que eres una zorra. Pero no te metas con mi Hilary. ¿Te la tirarías?
-Sí hombre.- asiente descaradamente el chico con barba.- Tu chica está tan caliente, que si no fuera por la estúpida ley, la violaría.


Se oyen risas. Todos encuentran un lado sarcástico en la historia, ya que nadie de ellos es un muy buen seguidor de las reglas y leyes. El chico del arete no está feliz. Lanza su cigarrillo al piso y escupe a la acera. Sus ojos transmiten la ira pura, mirando al otro chico que lo escruta divertido. Ha conseguido burlarse. Se limpia la boca bruscamente con la mano y se dirige a él, dispuesto a golpear, herir y posiblemente matar. No tiene piedad. Aunque el chico sea muy su amigo, no se pueden meter con su chica. Su adversario sigue burlándose, provocándolo. Puede defenderse. Se quita la chaqueta de piel y la avienta al suelo. Un chico llamado Jace la sujeta después. El chico del arete se quita la camiseta negra y entorna los ojos. No hay nadie que los pueda salvar. 
De pronto un motor se escucha rugir a lo lejos. Se va acercando cada vez más, es tan conocido que todos se detienen en seco. Miran en dirección a la calle y la moto entra por el callejón. Se ve la silueta de alguien conocido. Justin apaga el motor y baja de su motocicleta. A diferencia de sus compañeros, él tiene el torso desnudo. Su piel está algo estremecida por el aire helado de la media noche, pero no le preocupa. Se dirige hacia los dos chicos que han decidido pelear y se detiene justo en medio.


-Mierda, no gasten sus putas energías en estas idioteces.- escupe, mirando molesto a todos a su alrededor.- ¿Y ustedes?- todos se inmutan.- ¿Qué mierda creen que hacen cabrones? Somos compañeros, maldita sea. En vez de gritar pelea como un montón de colegialas estúpidas, deberían de separarlos. 
-Justin.- interrumpe Rob, el chico del arete.- ¿Pero de qué hablas? Solo estábamos divirtiéndonos.- se acerca a Mark, el de la barba, y lo abraza.- Solo fingíamos pelear, sobre todo, porque ¡yo ya he roto con Hilary!


Justin los mira como si estuvieran locos. Después dirige su mirada de odio hacia los demás, intimidándolos. Después de varios segundos en silencio, Justin rompe a reír a mandíbula abierta. No puede parar, les ha dado una lección. Acto seguido, todos ríen después de él. Y los que hace minutos eran enemigos, siguen abrazándose con cierta complicidad. Completamente locos. Jace le devuelve su chaqueta a Rob y éste la pasa a Justin, pues él se la ha prestado. 
Justin agradece y se la pone, pues ha sentido un poco de frío. Los resultados son escasos. Aún se pueden ver sus abdominales y odia cerrarse la chaqueta. Jace le pasa un cigarrillo a éste y lo enciende. Da una calada larga y expulsa el aire por la boca y un poco por su nariz. 
Mira a Christopher, otro chico moreno y con cabello negro, del mismo corte que todos. Lo señala, y éste llega hacia él.


-¿Qué tienes hoy?- pregunta fríamente mientras expulsa más humo de cigarrillo.- Hoy quiero algo verdaderamente grande. Queda menos de un mes para la competencia y la estúpida percusión, junto con el resto de los instrumentos no están listas. 
-Tengo algo muy grande.- asiente Christopher, sonriente y orgulloso.- Es un barrio rico. Ahí estudia una prima mía, que por descontado, está buenísima. Es una típica escuela de ballet para chicas estiradas y gays sin declarar. Tan solo un bolígrafo de la recepción cuesta más que nuestra ropa.
-Ya está.- Justin tira el cigarrillo y lo pisa con la punta de su pié.- Tú encabezas la búsqueda.- señala a Christopher y se dirige a su moto sin más que decir.- ¿Qué esperan?


Todos se ponen en marcha hacia sus motocicletas, las encienden y se dirigen a toda velocidad calle arriba. Hacia la colina. La de los “ricachones”, como bromean ellos. Uno que otro hace maniobras peligrosas al andar y gritan al unísono, festejando su libertad provisional. No son libres realmente. Si alguno llega a hacer una tontería, pondría en riesgo la libertad de todos, y por descontado, su vida propia. Serán muy amigos, pero en el momento de la traición no existe fuerza alguna capaz de perdonar o ser piadosos. 


***


-Assemblé…- ordena la mujer que trae el leotardo blanco.- De nuevo. 


Chicas adoloridas están intentando resistir la presión de solo mes y medio de entrenamiento para el gran Concurso Internacional de Danza. Solo dos chicas entre todas las cien que hay en el instituto, tendrán la suerte de participar. Todas, vestidas uniformemente con el leotardo negro y un pequeño tutú flojo que cae como si fuera un pareo. 
Todas con un sueño en común y un odio especial para todas las de su alrededor. Unas mejores que otras, o más torpes. Rivalidad, sudor, sangre y lágrimas. Ése es su mundo y lo peor de todo es que están acostumbradas a ello. Sus pies adoloridos, pues llevan desde las cuatro de la tarde practicando. Es un ensayo semanal en el que practican hasta el anochecer. Es un tipo de regla en ese centro de artes clásicas. 


-Coupé.- termina la profesora y después hace una reverencia.- _______ quiero hablar contigo. Las demás chicas pueden retirarse.


Justo al fondo, una chica con cabellera castaña oscura se acerca rápidamente y con gracia hacia su profesora. Teme que le pueda decir algo malo. Algunas chicas quieren quedarse a escuchar, con cierta envidia. Pero una sola mirada de la profesora basta para  entender que deben retirarse. 


-_______ necesito tu máximo rendimiento este mes y medio que nos queda.- ordenó con ese acento francés que se le caracteriza.- Sabes que puedes ser mejor y te garantizo de nuevo un lugar en el Concurso Internacional de Danza.
-Gracias profesora.- asiente ella feliz por lo que acaba de escuchar.- ¿Quisiera usted dejarme un momento más en su aula? Quiero practicar un poco el baile para el concurso interno.
-Eso es algo sin importancia.- cabecea la profesora.- No creo que necesites practicar, es mucha la improvisación. Cosa que no debe ser. Sabes que el baile es precisión, no improvisación. Y eso de dejar que se use música cualquiera… ¿Qué es eso?
-Si, pero es importante para los créditos.- se encoje de hombros sin mirar a su profesora, dispuesta a quedarse.- ¿Podría? El resto del día no tengo mucho tiempo.
-Solo media hora, las campeonas necesitan descansar.- sonríe la profesora. ______, sobre todo, es su preferida.- Suerte.


La profesora sale del aula y ______ rápidamente corre hacia el reproductor y conecta su ipod que llevaba escondido en su bolso. Busca la lista de reproducción con la letra “S”. Lo encuentra. La canción Stars Dance comienza a escucharse y ella corre hacia el regulador de luz y la pone intermedia. Como le gusta. Se siente ya en escena, relajada, y concentrada. Se pone en posición y alza los brazos con gracia y los coloca a los lados. Mirando con delicadeza hacia el lado izquierdo. Empieza la pista y comienza a moverse sobre sus zapatillas rosas de ballet. Cierra los ojos. Está en su punto y ni siquiera desea verse al espejo, pues está segura de sí misma. Da vueltas sobre ella misma y lanza un salto para aterrizar con los brazos arriba de nuevo. 
Ahora viene lo difícil. Se dirige a la barra de madera justo en frente del espejo gigante y toma su pié derecho con la mano derecha. Lo alza al aire, haciendo una mueca de dolor. Nunca ha sido lo suficientemente flexible y la profesora le ordenó que practicara sus estiramientos lo más que pudiera. Dobla su pierna un poco, y la dirige ahora hacia la parte detrás de su cuerpo. Cierra los ojos con dolor en su semblante. Le duele. Lo alza más y se balancea hacia adelante. Grita de dolor. Abre los ojos y regresa al reproductor, regresando la canción.


***


Las motos se detienen de golpe en el edificio y los chicos se quedan ahí mismo encendiendo otro cigarrillo. El encargado es Christopher, quien entra a la sala de espera, pasa de largo a las personas que están ahí y llega a la recepción, donde una chica joven está parada detrás del mueble de madera con un uniforme de blusa abotonada con rayas bancas y azules. Falda ceñida al cuerpo, y perfectamente maquillada. Él se alegra de ser el elegido para distraer.


-Vine a recoger a una prima mía.- miente, mientras sonríe encantadoramente para la chica.- Se llama Susan. Susan Thompson. 
-¿Susan? Creo que ella se ha ido ya.- contesta la chica observando en su computadora en el registro de entradas y salidas.- Espera… voy a buscarla en el sistema.
 -Por favor.- asiente Christopher amablemente y le basta un segundo para brincar el mueble con su fuerza y llega al lado de la chica. Ella pega un grito y lo mira con pánico, mientras él sigue sonriendo.- No te preocupes preciosa, te ayudaré a buscar, es todo. 
-No tiene porqué hacer eso, señor.- aclara la garganta, un poco asustada y enfadada.- Le pido por favor que llegue hacia el otro lado de la recepción.
-¡Oh mire, acabo de ver el nombre de mi prima!- señaló eufórico la pantalla, e hizo la señal para que sus amigos entraran.- ¡Mira, mira, Susan Thompson! 


Justin y los demás dejaron atrás al mentiroso de Christopher y corrieron hacia el edificio en donde se perdieron entre aulas, oficinas y vestidores. Unos entraron a los dormitorios y sacaron pertenencias de alumnos inocentes. Justin caminaba lentamente por el pasillo de aulas y se sentía completamente solo. Su chaqueta entreabierta dejaba ver su abdomen desnudo con el tatuaje en la cintura de un ave. Se arremanga sus mangas largas hasta el antebrazo y lame sus labios. 
Escucha un ligero sonido proveniente de un aula. Lo han descubierto. Corre entre los pasillos y abre una puerta al azar. Está oscuro. Cierra la puerta lentamente para no hacer ruido y se da la media vuelta, apoyándose en la madera. Justo al fondo del lugar, una chica baila con una luz tenue alumbrándola. Nunca había visto tanta paz en alguien. Se movía con una gracia que lo tranquiliza… sus ojos cerrados. Tan plena y hermosa, piensa él. Baja su mirada y contempla su trasero. Le gusta.
 De pronto la música cesa, el vuelve en sí y se encuentra con la mirada de la chica. Ella grita y el sonríe. Se ve preciosa… 


-Vete de aquí.- ordena ella.- Lárgate de mi espacio.
-No me consta que este sitio tenga tu nombre, así que no me voy.- se sienta en el piso y la observa detenidamente mientras enciende un cigarrillo.- Vamos no te detengas, te ves tan sexy bailando así. Me podría gustar. 
-Apaga ese cigarrillo por lo menos ¿no?- pregunta la chica sin dar ni un solo paso. Pero obviamente enojada- ¿Sabías que quien vive con un fumador, tiene más posibilidades de enfermarse de cáncer que el mismo? 
-Qué bueno que no vives conmigo ¿verdad?- guiña él, levantándose del suelo y mirándose en el espejo de en frente.- Te he dicho que continúes. Anda, anda. No te quedes ahí parada.


La chica suspira y sin poner la música, se va a las barras de madera de nuevo y toma su pie derecho. Lo sube hacia arriba, justo como la otra vez, y después hacia atrás. Siente como se estira cada músculo y está a punto de gritar. Se empuja hacia el frente y suelta un bufido. Baja su pie de nuevo y decide que es mejor terminar ya. Se vuelve y choca con el abdomen desnudo de ese chico extraño. Se siente extraña, se sonroja y con su cabello se cubre un poco la cara. Fingiendo estar molesta. 


-Oh, tan pronto me abrasas.- se burla el chico.- Me debo sentir amado si una terca y molesta bailarina de ballet me abraza. 
-Para empezar.- se cruza de brazos y lo mira retante.- ¿Qué haces aquí? Según tú finta, no eres nada más que un chico común. No practicas ballet.
-¡Gracias!- aplaude Justin sarcásticamente.- La verdad no quiero ser confundido con un montón de maricas con leotardos de chica apretados. La verdad me daría muy para abajo la autoestima. Eso quiere decir que soy atractivo. 
-Yo no diría eso.- mintió ella. La verdad era atractivo.- Necesitas varios ajustes de personalidad. Como sea… vete. O llamo a seguridad.


Se escuchan pasos afuera y voces. Justin sabe que los persiguen. Es rápido. Toma entre sus brazos a la chica y la acerca a él peligrosamente. 


-Ellos no deben saber que estoy aquí.- su dedo índice se pone en alto y lo coloca en los labios de la chica.- Y tú no vas a gritar, o yo mismo me encargo de que no vuelvas a bailar ballet en toda tu puta vida.
-¿Acaso crees que te tengo miedo?- pregunta la chica, obviamente no está consciente de con quién está hablando.- Solo suéltame. Como si quisiera más problemas. 
-¿Problemas?- se mofa él.- Claro… problemas.- la arrastra hacia el centro del salón y le tapa la boca con una mano.- Tú, pequeña bailarina de ballet. No tienes idea de lo que son los problemas. Por eso estamos aquí. Tú tienes a alguien que te de comida, que te cumpla todos y cada uno de tus caprichos de niña mimada. ¿Y yo? ¿Y mis amigos? Tenemos que matarnos literalmente para sobrevivir. Estamos aquí solo para tomar un par de cosas que ustedes tarde o temprano van a recuperar con dinero. ¿Tan malo es eso? Lo único que digo es que si esta puerta se abre, finge que estoy contigo. A ver que te inventas. No quiero problemas, o te los daré a ti, para que sepas lo que es ser miserable. ¿Hecho?


La chica asiente, con un ligero miedo asomándose por sus ojos. La luz tenue de la calle alumbra los ojos de ese extraño y se da cuenta de que esa mirada puede resultar todo, menos peligrosa. Ojos color miel la observan, dulces e inocentes y ella se siente tan segura en esos brazos desconocidos, que podría decir que lo conoce de toda la vida. 
Él la mira. Esa pequeña chica que a duras penas choca con su pecho está asustada. Esos pequeños ojos oscuros lo miran, fijamente. Le entran ganas de besarla. Pero sabe que ese tipo de chicas no se rebajarían a besar a alguien como él, y a propósito, ella es una chica rica. Increíble. Como alguien con aspecto tan angelical, pueda ser una persona cruel y egoísta que solo piensa en ella misma. Él tiene ese concepto.


Un ruido se escucha justamente fuera de la habitación. Justin descubre la boca de la chica y la mira amenazadoramente. Tratando de transmitirle que si ella hace lo contrario a lo que él dice, saldrá lastimada. Se retira un poco y se sienta en el piso, volviéndose a poner el cigarrillo en la boca. Hace un ademán, ordenándole a la chica que encienda el reproductor y siga con su trabajo. Ella, mordiendo su labio inferior con nervios, enciende el reproductor y comienza a bailar. Se da la media vuelta, pero aún siente la mirada de aquel loco en su espalda. Está loco, completamente. No entendió ni una sola palabra de lo que dijo. Solo le transmitió la amenaza y tuvo claro que era mejor cooperar. Se siente terrible. Es como si de alguna forma estuviera contribuyendo al robo. 
Justin se cierra la chaqueta y finge estar concentrado en la chica. La verdad lo está, de todas formas. Su espalda descubierta hasta la mitad por el leotardo negro, sus piernas perfectamente torneadas por tanto esfuerzo…su cabello suelto y largo hasta la cintura, la tranquilidad que transmite cuando baila… nunca había estando tan enganchado hacia una chica que no tratara de impresionarlo usando poca ropa, o siendo provocativa. Esta chica, con solo ser así… tranquila y pacífica lo dejaba sin palabras. 
En su momento se abrió la puerta y un guardia de seguridad con uniforme los miró a los dos. Ella de improviso saludó.


-Hola Evan.- corre hacia el reproductor y lo apaga, pareciendo lo más normal posible. Se vuelve hacia el guardia, quien ve a ese chico extraño como si fuera un intruso.- ¿Irás a cenar con la familia hoy? Escuché que te tomarías días libres.
-Lo haré querida, Rose te extraña por allá, deberías de hacernos una visita.- enciende su lámpara de baterías color negro y alumbra todos los rincones del lugar con cierta desconfianza.- ¿Quién eres tú?
-Hola Evan.- saluda descaradamente Justin con el cigarrillo aún en la boca.- Vine a ver a mi chica practicar. ¿Es tan malo eso? 
-No se permite fumar en las instalaciones.- dice el oficial. Justin se levanta del piso y mira fijamente al hombre que lo ha regañado.- Por favor apague ese cigarrillo.
-Está bien…- Justin tira el cigarrillo en el piso y lo pisa con la punta de su pié.- Oh, lo olvidaba, claro…- sarcásticamente sonríe y se agacha para juntar aquel cigarrillo apagado y lo deposita en el bote de basura que está junto a la puerta.- Espero que la basura sea inflamable… o tendremos problemas. 
-Tienes que irte muchacho.- ordena el oficial caminando hacia el modulador de luz y ponerla en todo su esplendor.- Casi termina el horario de visitas y además hay unos intrusos que no hemos logrado identificar. 
-Oh vaya… la juventud de ahora.- niega el chico varias veces con la cabeza y se dirige hacia ______. Le lanza una mirada amenazante y ella solo se queda callada mirándolo. Toma de la nuca a la chica y la empuja hacia sus labios. Logra introducir su lengua en su boca y ella solo se queda quieta, con miedo. Nunca se esperaba eso.- Vaya nena, en realidad has mejorado.- susurra en sus labios y se vuelve cínicamente al oficial.- Vamos. Es mi chica, practica todo el día y nunca la veo.
-Como sea. Debes irte.- el oficial escolta a Justin hacia la puerta y se vuelve para mirar a _____ aún en estado de shock, en medio del salón de clases.- Por esta vez no reportaré nada.


La chica asiente y mira como se cierra la puerta. Resopla y se da la media vuelta para encontrarse con su rostro completamente sonrojado al igual que sus labios. Lleva sus manos a su boca y la toca levemente sin dejar de mirarse. Ha recibido su primer beso francés y ni siquiera conocía al chico. Es un patán, un aprovechado. Se siente violada. Su ira la consume por dentro pero lo deja estar… su corazón late con fuerza y después de un debate con su mente, sonríe. Ha sido bueno. El chico es bueno besando. 
Se da la media vuelta, dispuesta a recoger su ipod del reproductor y se lleva otra sorpresa. Parece que el ladrón no se fue con las manos vacías. El bastardo le ha mangado dos cosas. Está molesta. Esas dos cosas son importantes para una chica y él no ha respetado esa regla. No ha respetado reglas desde que entró y la vio bailando. 
Un ruido de motores entra desde la calle y ella corre hacia la ventana para ver de qué se trata todo ese estruendo. Logra ver unas motos con chicos apresurados, esperan a alguien. Justo en ese momento, la alarma del lugar se enciende y se empiezan a ver luces rojas por todos lados. Cuando ve que se trata de Justin al quien los chicos esperan, se siente más humillada. Tal vez el chico es un ladrón. No. Tal vez no. Justin es un ladrón. Sube a su Honda negra y se marchan a toda velocidad por las calles no tan transitadas. Logra ver a Evan tratando de alcanzarlos con otros compañeros, pero les es imposible. Sale del lugar y se va a su habitación, donde encuentra a su amiga y compañera Addy, revisando los bolsillos de su bolso favorito. Le falta una pulsera de oro y un collar del mismo material. Sin contar sus ahorros de toda la semana. Está claro. El chico es un ladrón y a ella le ha robado un beso y el ipod. 


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