Maratón

My Sister's Boyfriend
Capítulos 30 & 31


Capítulo 30
Mi respiración sigue siendo irregular y se entrecorta con suspiros. Justin sigue acariciando mi cabello, esperando pacientemente por mí. Cuando por fin estoy calmada, me levanto del piso y me recargo en el final del muelle, dándole la espalda al océano. Limpio mis lágrimas y respiro hondo nuevamente. 
No quiero mirarlo. No me atrevo siquiera a pensar que sigue ahí, quisiera que se levantara del piso y se fuera a otro lugar, no necesito verlo. No hoy. No ahora. Para siempre necesito que se vaya. No es justo para él todos los problemas que yo causo. Giro mi cabeza lentamente hacia él y me encuentro con su mirada desvanecida por la oscuridad de la noche que nos rodea. Se levanta y se acerca hacia mí con paciencia. Me encojo un poco y abrazo mi cuerpo. Tengo tanto miedo de su simple presencia… es como si automáticamente sintiera pavor a toda la población masculina del mundo. Miro con los ojos llorosos y manchados de maquillaje hacia adelante. Tiemblo con sentir el aire helado golpeando mi piel y traspasándola hasta mis huesos. Es una noche fría. Y fea. La luna se ve borrosa, por los nubarrones de aire que la tapan como una noche de terror. De pronto siento como Justin coloca su chaqueta por mis hombros y la sostengo con mis manos. Le dedico una sonrisa quebrada y sigo mirando hacia adelante. 


-¿Quieres hablar de lo qué pasó ahora?- niego con la cabeza sin expresión alguna. Justin suspira y me toma de los hombros.- Muy bien. ¿Quieres que te lleve a casa? Necesitas descansar.


Asiento una sola vez y nos dirigimos juntos a caminar por la feria vacía y oscura. Me sentía incómoda con la mano de Justin en mi hombro, pero intenté zafarme y me sentí peor. Solitaria, sin protección. Así que accedí a que el me tomara del brazo de nuevo. Caminamos hacia su auto y antes de encenderlo, tomó su teléfono y marcó a mamá, diciendo que me había encontrado y que me llevaría a casa. Claro, a la de mi padre. No sé que voy a hacer. Él regresa mañana en la noche y no quiero que sepa lo que me ha pasado. 
Al llegar a casa, bajo del auto y Justin corre detrás de mí. Me da la media vuelta para que logre mirarlo a los ojos. Me sonríe un poco y yo solo hago una mueca en un intento por devolverle la sonrisa. Él no tiene la culpa, debo sentirme mal por eso. Decide quedarse conmigo para darme apoyo. 
Entramos a casa y le ofrezco algo para tomar, ambos nos terminamos una botella de jugo fresco de naranja y pasamos a mi habitación. Entro en el clóset y saco un pijama de pentalón y blusa azul de manga larga. Me dirijo al baño a cambiarme y al desnudarme me siento de nuevo en las manos de Robert. Me siento al descubierto. Alzo la mirada hacia el espejo de cuerpo completo y me da pavor. Aún tengo los rasguños de sus uñas marcados en mi cintura y en mi estómago. Ahogo un grito en mis manos y cierro los ojos con fuerza. Estoy llorando de nuevo. No quiero hacer ruido, no quiero que el me vea tan vulnerable. Aún con solo ropa interior, me siento en el suelo del baño y me pongo a llorar en silencio. Todo es tan difícil, el mundo se vuelve tan cruel… después de un tiempo en silencio, tomo algo de papel higiénico y seco mis lágrimas, me desmaquillo y lavo por completo mi rostro. No me veo tan afectada. Seco mi cara con una toalla y me coloco el pijama. Abro la puerta y Justin está sentado en un extremo de mi cama. Alza la mirada y se levanta, tomando las sábanas y acomodando todo. Me acerco con timidez y en contra de todas mis reglas mentales que se han hecho justamente hoy, y le doy un beso en la mejilla, con mi rostro, labios y manos temblorosos. 


-Gracias.- musito antes de entrar en la cama y cubrirme con las sábanas.- No te preocupes… puedes quedarte.


El se quita sus zapatos y sus medias y entra a mi lado. Me rodea con sus brazos y me pierdo en su aroma. En la tranquilidad que me transmite. De pronto siento un golpe de miedo y comienzo a temblar, me separo de él, como si fuera una loca y me pongo a llorar en un extremo de la cama. Tallo mi rostro con las manos y me escondo en mí misma.


-No llores… no llores.- repito en voz baja y cortada por el llanto.- Dios…
-Tranquila, calma.- me dice Justin intentando acercarse.- Dios _____ ¿Qué fue lo que pasó? ¡Dímelo!
-Robert… yo…- cubro mi rostro con mis manos y comienzo a llorar más fuerte.- Justin perdóname. En verdad yo no tuve la culpa, y tampoco es tu culpa. 
-¿Qué te hizo ese imbécil?- me observa, pero yo no contesto. Estoy escondiendo mi rostro lo más que puedo, y el me toma en sus brazos. Comienzo a patalear y a rogarle que me suelte.- ¿Te ha tocado? ¿Eso es lo que pasó?
-No cerré la puerta… él me siguió… intenté defenderme a como diera lugar, pero era demasiado fuerte.- recordé entre lágrimas.- Yo, lo siento mucho…
-Mierda…- Justin se alborotó el cabello con desesperación y golpeó el acolchado con su puño.- Ese maldito te tocó. Lo voy a matar, créeme, ese imbécil se va a arrepentir de haberte tocado. 
-No… Justin…- me volví hacia él y pude notar cómo su rostro estaba sonrojado de ira y lágrimas salían por su rostro.- Se que debo de reportarlo… pero ahora solo quiero tu apoyo, no pienses en lo que pudo haber sido o lo que harías por favor.- le ruego mientras intento controlarme. Me acerco hacia él y tomo su rostro en mis manos.- Tú no tienes la culpa, y no tienes por qué hacerle algo. Yo lo haré. Pero ahora no, necesito estar bien para hacerlo. 
-Descansa… necesitas hacerlo _____.- se acerca totalmente calmado hacia mí y besa mi frente con dulzura.- Mañana yo mismo te llevo al doctor… a donde tú quieras. 
-Gracias.- muerdo mi labio inferior y me decido a abrazarlo.- En verdad lo siento. Entiendo si estás confundido y me quieres dejar de ver…
-______.- toma mi rostro entre sus manos y me observa a los ojos.- Te amo. Y te voy a apoyar en todo lo que quieras. Siempre voy a estar contigo. Siempre. 


“El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es.” - Jorge Bucay.


***


Después de tomar un desayuno forzada por Justin, me alisto para salir al doctor. Los nervios me consumen toda. Tengo que hacer un montón de cosas al llegar al hospital, como apuntarme, poner todos mis datos en varias formas y esperar. En el transcurso de la espera, Justin hacía todo lo posible por verme sonreír. Imposible. Cuando supo que no podía hacer mucho por ver una sonrisa mía, tomó un auricular y me lo colocó con cuidado en la oreja, dejándome escuchar la canción que estaba escuchando. Paramore. Last hope. Apoyé mi rostro en su hombro y me quedé ahí, a su lado. Escuchando cada una de las frases motivadoras de esa canción. Por primera vez en el transcurso de toda esta espera, pude sentirme a gusto. Tomé la mano de Justin y el la apretó con fuerza y me besó la mejilla. Esperamos otro rato, hasta que escuché mi nombre, me levanté y decidida me encaminé a hacerme todas esas revisiones de “rutina” como lo llamó la enfermera. M
Me sentí mucho más cómoda con una enfermera atendiéndome, la verdad. Así que, decidí intentar relajarme y solo hablar si me lo pedían. Tuve que recordar detalles de lo que me pedían que dijera y eso fue bochornoso. Pero por otra parte, es mejor contarlo todo antes de sufrir por no haberlo hecho. Después de un tiempo haciendo estudios, pude ir a casa, ya que mis resultados estarían hasta mañana en la mañana. 
Cuando salí del consultorio, tuve muy claro lo que debía hacer antes de que algo malo pasara con Justin. Robert es muy listo y no quiero involucrarlo de más. Ya tengo suficiente de todo esto. Justin me deja en casa y me vuelvo hacia él. Tal vez esa chispa de antes se ha terminado. Estamos los dos aquí en el auto sin decir nada. Muerdo mi labio inferior y decido decirlo ahora o nunca.


-Gracias por apoyarme.- él se vuelve hacia mí sin ninguna expresión.- Volveremos a ser como antes… ¿verdad? Es decir, no estaremos juntos hasta saber que va a pasar.
-Esa es la idea.- suspiró pesadamente.- ______ recuerda que siempre vas a contar conmigo.- hecha la cabeza hacia atrás y aún sostiene el volante con fuerza.- Aún si es que tu hermana nunca se da por vencida y no tenga cómo descubrirla. 
-No puede ser que en verdad quiera tanto a Robert Newman.- pronuncio su nombre con odio y asco.- Tiene todo lo que una chica debe odiar. ¿Porqué es tan estúpida?


Justin se queda en silencio y aprieta el volante con ambas manos. Aprieta la mandíbula con fuerza y mira hacia otro lado. Está molesto. Sé que quiere hacer pedazos a Robert, pero de eso ya se encargará la ley. Supongo. Abro mi bolso y saco las llaves. Le tomo el hombro y le doy un beso en la mejilla y trato de formar una sonrisa, pero no me sale. En este momento no puedo ser hipócrita.


-Justin.- se vuelve hacia mí, sin quitar su mirada pensante y llena de odio.- No quiero que te estreses por mí. Solo… intenta relajarte y descubre a mi hermana. Si es que puedes. No te preocupes por mí, en este momento no me siento digna de nada. Si quieres irte después de que todo se resuelva, estoy de acuerdo. Soy demasiados problemas juntos y solo quiero que seas feliz. Te doy esas opciones. Puedes irte, puedes dejarme. Te juro que no te buscaré. Quiero que busques lo que siempre has querido. Realiza tus sueños. Dime que lo harás y podré estar bien.
-_______...- sus ojos cristalizados me miraron fijamente.- Tú eres mi felicidad.
-No.- niego con la cabeza mientras empiezo a llorar aún más.- Tu te mereces a alguien mejor que no te traiga los problemas que yo siempre tendré. Solo promételo.
-Nena…
-Prométemelo.- insisto.- 
-Te lo prometo.- murmura Justin en un hilo de voz antes de que me tome da las mejillas y me bese fugazmente en los labios.- Seré feliz. Buscaré mi felicidad si tú me lo pides. 


Sin decir nada más, me apeo del coche y corro hacia mi casa. Abro con lentitud, por mis manos temblorosas y cierro la puerta a mis espaldas sin mirar atrás. Es lo mejor, es lo mejor. Me repito una y otra vez. Justin ha sufrido tanto por mí… simplemente no es justo darle inconvenientes a alguien que ya tuvo suficiente. Me encierro en mi habitación y no salgo de ahí hasta en la noche que mi padre llega. Me comporto lo más normal posible, pero cada noche, en la penumbra de mi habitación, lloro desconsoladamente, silenciando mis sollozos con mi almohada. Cuando mi padre no está, lloro en voz alta para desahogarme, en la escuela hago un esfuerzo sobrehumano para fingir que estoy bien. Nadie debe de saberlo. 


“No es que no me duela, sino que ya no temo a ser herida.” – Hayley Williams.


Me encuentro en la cancha de los jardines de la escuela, haciendo tiros hacia la red alta que está a pocos metros de mí. Falta poco para la final de baloncesto y en ningún juego se han dignado a sacarme de la banca. Hace un año yo fui la primera en ser seleccionada para el juego final de la temporada, pero hoy ni siquiera han contado conmigo para los entrenamientos intensivos. No le estoy poniendo el ánimo que quería. Hace un año pensaba en rendir todo mi esfuerzo, lo máximo, para llegar a llamar la atención de algún cazatalentos, que rara vez viene a ver a las chicas para la universidad de Manhattan. Y ahora más que nunca necesito salir de todo el típico ambiente que me ha rodeado toda mi vida. Empezar de cero, olvidar un poco mi pasado y echarle ganas al presente para mi futuro. 
Doy un brinco con el balón en las manos, y lo arrojo hacia la red. Finalmente logro encestar y aplaudo para mí. Corro hacia el balón, que está rebotando en la cancha vecina, y cuando regreso me encuentro a Austin haciendo tiros en donde anteriormente estaba yo. Lo aludo con una sonrisa y me pongo a arrojar el balón a la red nuevamente.


-¡Señorita Brown!- su humor tan natural se contagia. In querer sonrío más de la cuenta y el lo nota.- Veo que al fin te has decidido a tomar clases de tiros. Sin ofender, pero este año eres un asco.
-Eso es porque tú no me entrenas como antes.- me mofo de él y le quito el balón, para poder tirar yo.- Hace un año eras un buen profesor. Ahora solo te la pasas alardeando, holgazaneando y jugando americano. 
-Oye… necesito esos puntos para la universidad y lo sabes.- corre por el balón y le toca tirar hacia la red. Logra encestar.- Por favor, no te dejes llevar por la idea de que es ultimo año o es el último juego.- me aconseja.- Piensa en que aún estamos en penúltimo año y que nada de esto salvará nuestros futuros. Solo diviértete. Olvida todo y solo concéntrate en lo más importante. El balón en la red. Es lo que debe importarte. 
-Vale, vale.- cierro los ojos con el balón en la mano, y los abro justamente con la mirada fija en la canasta.- Miro solo la canasta.
-Bien. Ahora relájate.- susurra a mi lado y se cruza de brazos.- ¿Lista? No pienses en nada que te pueda distraer.- asiento, tranquila.- Ahora, toda la fuerza que sientas tómala y respira hondo. Toda esa fuerza transpórtala a tus manos y de ahí al balón. Impúlsalo para que logres encestar. Cree en ti.


Hago lo que me pide. Solo importa lograr mi cometido. Encestar un simple balón, y para nada del mundo, nada importante. Arrojo el balón hacia la red y cierro los ojos. Al abrirlos, me doy cuenta de que ha logrado pasar por la red. He encestado. Lo intento otras cinco veces seguidas, siguiendo los pasos que me ha dicho Austin. Lo logro, me he relajado y como punto extra, me siento mejor conmigo misma. Creo en mí un poco más. 


“Creer posible algo es hacerlo cierto”. - Friedrich Hebbel.


Después de darle las gracias cientos de veces, le prometo que voy a hacer que el equipo gane y le dedicaré todos mis puntos. Le pido que me deje en casa de mi madre (donde anteriormente era mi casa). Solo quiero disculparme por irme sin decir adiós, huir de la fiesta de Nick, invitarlas a mi juego del viernes y claro… intentar juntar a la familia un poco más. Me despido y entro con mi copia de la llave, que aún tengo. Encuentro a mi hermano en la cocina tomando una pera, pues va de salida con Taylor. Le doy un abrazo de más de cinco segundos y le deseo suerte después de invitarlo a mi juego. Me siento en el sofá de la sala y enciendo la TV. Me pongo a ver una serie de comedia y al terminar, apago el televisor de nuevo y subo a mi habitación. Ahora solo está mi cama, bien ordenada, y en los estantes y burós no hay nada. Me da algo de nostalgia, pues toda mi vida he estado en esa habitación, y hace apenas un mes más o menos me cambié de casa.  Algo así. 
Doy varias vueltas por el lugar y escucho un ruido que proviene de la habitación de Alicia. Miro a  mi alrededor y tomo un bastón de caramelo grande, que me habían regalado hace seis años, pero lo creía tan bello como para tirarlo. Lo que sea con tal de defenderme. Salgo hacia los pasillos y con el bastón en mano, sigo alerta. Tomo el cerrojo de la puerta y abro lentamente. Me encuentro a mi hermana sentada en el borde de su cama con expresión extraña. Me sonríe y se cruza de piernas, al instante se levanta y cierra rápidamente su clóset. Es tan extraña… jugueteo con el bastón y la saludo.


-Vine a buscar a mamá, para disculparme.- explico mirando a mi alrededor, tratando de buscar algo que me deje claro que estaba pasando.- ¿Cómo es que no saliste a saludar? Hice mucho ruido. Pensé que nadie estaba en casa, Eddie salió. 
-Es que yo…- mi hermana se rasca la cabeza, hace una mueca y mira hacia el clóset por un segundo.- Tenía puestos mis auriculares y leía. La verdad no pensé que fueras a llegar así, sin avisar. 
-Aún tengo la llave que me dieron antes de marcharme.- le recuerdo y camino hacia el clóset.- ¿Has visto a Justin?
-No desde la fiesta.- juguetea con su cabello y se muerde el labio inferior.- La verdad ha estado un poco distante. No sé… tengo miedo a que esté saliendo con alguien más o algo así.
-Ah, vaya…- asiento y siento como mi interior empieza a arder de molestia.- No hará nada que tú no hagas. 
-Yo nunca saldría con alguien que no fuera Justin.- perra hipócrita. Te vas a enterar de mí.- El es muy dulce. Es el tipo de chico que necesito para ser feliz.
-¿Nunca has pensado en alguien más?- le pregunto dirigiéndome de nuevo al armario.- Es decir, una aventura de última hora, pasión al tope… como en las películas. Típico de las novias arrepentidas y deseosas de más.
-No se de que hablas…- susurra mi hermana sin querer mirarme fijamente.- 
-Pues yo sí.- tomo el cerrojo del armario y antes de que mi hermana pueda levantarse, abro la puerta y me encuentro frente a frente con la sonrisa malévola de Robert. Un escalofrío llega a mí y recuerdo el consejo de Austin. Me concentro en hacerlo pedazos, en decir finalmente la verdad. Enfrentarlos.- Oh Alicia… eres tan predecible. Pensé que serías más cuidadosa…bueno debo de concederte algunos puntos por guardar el secreto por casi dos años. ¿Y tú Robert? 
-Vamos linda…- sale del clóset y yo echo algunos pasos retrocediendo de él.- No me digas que no te divertiste hace unas noches atrás… eres de verdad la cosa más dulce que he probado. 
-¿De qué rayos estás hablando?- Alicia alza la voz y con ojos llorosos camina hacia Robert.- ¿Te atreviste a acostarte con mi hermana?
-No exactamente.- admite Robert descaradamente.- ¿Por qué crees que se fue tan rápido de la reunión? La pequeña tenía arrepentimiento por haber dejado la puerta del baño abierta.


Las dos guardamos silencio. No puedo creer que tenga el descaro de admitir que ha abusado de mí. Mi hermana no mide sus acciones y empieza a golpear a Robert como si fuera un saco de entrenamiento. Me tardé en reaccionar para intentar separarlos. Ha salido la verdad.






Capítulo 31
-Ya, basta déjalo, no vale la pena.- insisto tomando a mi hermana de los hombros, tratando de separarla de Robert.- Esta no es la manera correcta de tomar venganza. 
-¡Lárgate, huye lejos imbécil, no quieres que las autoridades te encuentren!- grita sin control Alicia mientras toma del brazo a Robert y lo arrastra con ella hacia la puerta principal.- Te aconsejo que te largues ya y nunca vuelvas. Si lego a saber algo de ti, no te escapas. Hijo de puta. 


Robert sin decir nada más, se fue. Irritado. Logré ver su rostro al bajar y quedarme parada a medas escaleras, mirando a la puerta de entrada y a mi hermana cerrando la puerta y sentándose en el piso cubriendo su rostro rojo por el enojo y el llanto. 


-¿Solo me utilizaba verdad?- pregunta y no obtiene respuesta.- He sido una estúpida. ¿Ahora que van a pensar de mi si se enteran?- se levanta y va corriendo hacia mí y me abraza, aún llorando.- Hermana, lo siento tanto. Yo misma te acompañaré a denunciarlo si tú quieres. Yo hare todo lo que me pidas, pero por favor… no le digas nada a nadie. 
-Alicia.- la tomo de los brazos y la separo de mí.- Debo agradecerte que quieras ayudarme. Pero eso no borra que estés obligándome a mentir por ti.- aclaro la garganta y bajo las escaleras.- No es justo que les mientas a todos de esa manera. Piensa en alguien más que en ti por primera vez, por favor.
-Pero, es que yo…- se sienta en las escaleras y se cubre el rostro con las manos.- Tengo que pensar en mí…
-¡Ya basta Alicia!- mi tono desesperado hace que alce la vista.- Es bueno que pienses en ti, pero también ve a las personas que estás dañando. Mi madre confía tanto en ti, que a mí me desprecia. Te toma como ejemplo de honestidad, eres la hija perfecta. ¿Sabes que me lastima? Y Justin… dile la verdad. Dile lo que le has hecho  el es una buena persona. No se merece que tú le hagas esto. No se merece las mentiras que le dices. Termina esta puta farsa de una vez. Estoy cansada de cubrirte.


“La peor verdad sólo cuesta un gran disgusto. La mejor mentira cuesta muchos disgustos pequeños y al final, un disgusto grande”. - Jacinto Benavente. 


Abro la puerta y salgo hacia la calle. Me siento un poco más ligera. He descubierto todo lo que Alicia ha hecho y me siento mejor. Confío en que se tentará el corazón y le dirá la verdad a Justin de una buena vez. Me dirijo al deportivo que está a solo unas cuadras de casa y me dedico toda la tarde a practicar tiros de baloncesto. Siguiendo los consejos de Austin. Le debo una grande. 
Al llegar a casa, mi padre me platica todo lo que hizo en su viaje y yo escucho encantada. Al irme a dormir, siento que poco a poco los problemas se resuelven. Mañana en la mañana iré a hacer lo necesario para que Robert pague por lo que me hizo. Es ahora o nunca. El viernes es mi gran día. La final de baloncesto. Si logro impresionar al cazatalentos todo saldrá bien de ahora en adelante. Mi futuro sería asegurado, me iría a Manhattan en poco menos de cuatro meses y empezaría de cero nuevamente. 
Al darme vueltas en la cama durante treinta minutos pensando en lo maravilloso de mi futuro, rápidamente todo se atasca en un detalle. Un detalle grande. Justin. ¿Es que a caso cuando mi hermana le diga la verdad, nunca lo volveré a ver?


***


-Recuerda que debes de impulsarte desde lo más profundo de tu ser.- me aconseja Austin el viernes justo antes del juego.- ¿Y me vas a decir por favor por qué quisiste que te llevara a la comisaría? Eso también es raro.
-Te lo diré en su debido momento.- le digo justo antes de llegar al gimnasio, abarrotado de gente.- Deséame suerte.


Austin me da una palmada en la espalda y corro hacia la banca para sentarme a un lado de Vanessa, quien teclea rápidamente un mensaje en su teléfono. De seguro es para Edward. No pudo estar aquí presente, pues tuvo que ir a una conferencia para profesores. Lo debe de mantener informado es su novio. De seguro le dice que la ama y le desea toda la suerte del mundo. No la culpo. Edward debe de ser muy dulce. 
Las porristas empiezan a canturrear una porra, antes de que la mascota salga para animar aún más a los presentes. El silbato se escucha y la pelota queda a la vista de todos cuando es arrojada por los aires. Las chicas del equipo contrario la toman y nos llevan ventaja rápidamente por una canasta. Animo a las chicas desde la banca y Vanessa empieza a gritar insultos hacia el equipo contrario. Pronto la profesora decide callarla. Bridgit se apodera del balón y corre hacia la canasta. Se la pasa a Mandy y ella nos hace quedar empatadas de nuevo. Después de varias jugadas fallidas, termina el primer tiempo y vamos abajo por dos. Veo a Austin acercándose a la entrenadora y le dice unas cuentas palabras y ambos miran hacia nosotras. Las chicas de la banca. 


-Brown, Lavigne… entren.- nos ordena. Asentimos y nos encaminamos hacia el juego.- 
-Vamos chicas, es pan comido.- nos dice Bridgit antes de dirigirse a la banca. Ella le ha cedido el lugar a Vanessa y a mí me lo dio Faith. Una chica realmente buena en el baloncesto.- ¡Vamos equipo!


En toda la temporada no había experimentado la sensación de que canturreen tu nombre al salir al juego. Así que me pongo un poco nerviosa y no escucho el silbato del inicio de la segunda parte. Todas empiezan a correr y yo me ubico lejos de todo. Necesito un momento para pensar. Veo que Austin me sonríe, dándome el apoyo que necesito. Le sonrío y asiento y comienzo a caminar a donde está la acción. Veo las gradas en una fracción de segundo y veo a mis padres sentados juntos en medio de todos. Los saludo y dirijo mi vista hacia un lado, donde mi hermana está sentada a lado de Justin. 
El simple hecho de verlo me da fuerza. Aunque mi hermana aún no le haya dicho lo de Robert. Quiero que Justin vea que estoy sobreviviendo sin él, que puedo hacerlo. Que esto que siento es fuerte y me mantengo así hasta siempre. 
Corro hacia el juego y rápidamente Vanessa me pasa el balón y corro hacia la zona de anotación, pero de pronto alguien me empuja y caigo al piso, soltando por completo el balón. Cuando me levanto no me lo puedo creer. Fue Mandy quien me tiró. Sonríe satisfecha y orgullosa. El árbitro pide tiempo fuera, no lo conceden y el reloj sigue marchando cuando la entrenadora nos manda llamar. Le llama la atención a Mandy y la manda a la banca, llamando a Bridgit en su lugar. Mi amiga suspira, da un último trago a su botella de agua y se suma al juego. Todos comienzan a gritar y Austin también enloquece y grita nuestros nombres. 
Por más nerviosa que esté, me siento segura. De vez en cuando veo  a Justin entre la multitud y me mantengo jugando. No es sencillo, me han quitado el balón muchas veces y solo retraso. Bridgit y Vanessa ya han logrado anotar. Cuando miro el reloj ya quedan diez segundos y mágicamente el balón está en mis manos. Miro a Austin y me dice “Adelante” con los labios. Corro en dirección a la zona, boto la pelota, esquivo a una chica del otro equipo y me concentro. Cierro los ojos y respiro profundo, miro a los lados y toda mi energía está en mis manos, cuando suelto el balón. Cierro los ojos y cubro mi rostro con las manos. Al volver a mirar nuevamente, el balón traspasa la red y se hace un punto. El partido termina y hemos ganado. 
Lo único que se después de esto, es que todas mis amigas me abrazan y me agradecen por hacerlas ganar en el último juego de la temporada. Austin y Tyler (el novio de Bridgit, por si lo olvidaban) me levantaron sobre sus hombros y me hicieron cargar el trofeo. Grito emocionada y después de varias felicitaciones corremos a los vestidores a tomar una limpieza rápida y vestirnos apropiadamente.  Salgo a los pasillos al terminar de vestirme y voy en busca de mis padres. Quiero verlos juntos después de tanto tiempo de estar separados. Tal vez vayamos a cenar como antes. Como una familia. Al dar la vuelta en la primera esquina, Justin está frente a mí. Sosteniendo una rosa roja. Me mira, y se quita los lentes oscuros para que nuestras miradas se crucen. Se muerde el labio inferior y sonríe.


-Quería felicitarte por tu… éxito.- estira la mano con la rosa y la tomo con timidez.- Te mereces solo lo mejor.
-Gracias.- jugueteo con la rosa sin mirarlo directamente.- Está muy linda. 
-Te amo _____.- me quedo callada. Alzo la mirada y Justin se abalanza sobre mí, saboreando mis labios y apretándome contra su cuerpo.- Te extraño demasiado. Te necesito.
-Prometiste que…
-Sé lo que prometí amor.- dice antes de besarme fugazmente.- Pero no lo logro. Cada que pienso en ti me doy cuanta de que tú eres mi felicidad y no hay nada que pueda cambiarlo. Te necesito en mi vida. 
-He descubierto a Alicia con Robert.- solté mientras veía a lo lejos el pasillo, para evitar que nos descubran.- ¿Te ha mencionado algo?
-No.- parece desesperado.- En serio. ¿Qué espera entonces?- golpea la pared con su puño y se recarga en ella.- Hoy es la cena de ensayo… el domingo es el día. No entiendo qué es lo que quiere.
-No va a decírtelo.- negué mientras mi voz se cortaba.- No es justo…
-Tal vez hoy me lo diga.- dice con esperanzas.- Tenemos que creer _____.
-Tengo que irme.- digo antes de caminar por los pasillos en busca de mi padres. Dejándolo solo. Me cercioré de que no estuviera detrás de mí.- Te amo. 


“La verdad se robustece con la investigación y la dilación; la falsedad, con el apresuramiento y la incertidumbre.” – Tácito.


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He vuelto. Chicas siento haberme tardado tanto
y no dejarles el maratón como quería el sábado. 
La profesora de química es una abusadora, nos deja hacer tarea avanzada de un día
para otro, y así. Pero ya lo solucioné... la hice, ah.
Y aparte las fiestas patrias (soy de México) tambien
me dejaron con exceso de comida mexicana en el
organismo lksdnflkdsnflkdsngklsd me tomé toda la tarde de hoy
para terminar este pequeño maratón, y espero que les guste.

AVISO: Esta novela ya casi termina. Pronto subiré
el adelanto de la próxima, en la que he estado trabajando. 
Sean pacientes. 


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Mafer.