My Sister's Boyfriend 

Capítulo 10

En la mañana del viernes, me levanto con una flojera terrible. Cuando sabemos que solo falta un día para el fin de semana, todo pasa más lento, como una tortura, o algo así. Y mi tortura es doble, pues sé que mañana será un día importante. No quiero cumplir dieciocho años, la verdad, significa ya mucha responsabilidad, pero una persona debe crecer. No hay vuelta atrás. Solo pienso que este cumpleaños no será como muchos. Voy a hacer cosas todo el día y en vez de ir a la escuela, como todos los viernes, en serio quiero estar en casa, haciendo nada, preparándome para lo que sigue. Tampoco se puede. Si de por sí el día es lento, haciendo nada, es mucho peor, con este pensamiento negativo, bajo a la cocina a tomar mi desayuno. 


-Buen día.- saludo con voz algo cortada aún por el sueño. Me siento justo en frente de Eddie, y le sonrío débilmente.- Mamá… necesito hablar contigo.


Mi madre sigue cocinando y me dice que antes de irme a clases ella hablará conmigo. Pregunto por Alicia, por el simple hecho de que mencionen a Justin y me den algún indicio, una pista o algo, sobre él. Pero no. Solo dijeron lo básico. Lo que me enteré ayer. Que iban a revisar el salón donde sería su boda y hacer otras cosas relacionadas con el tema. Me encojo de hombros y empiezo a tomar mi licuado de vainilla. Tomo una barra de cereal y fresas. No tengo hambre. Pero con esto me va a bastar para poder aguantar hasta la hora del almuerzo. 


-Eddie…- susurro para que mi madre no me escuche.- Necesito con urgencia que me prestes dinero. Lo que tengas.- lo miro, casi suplicándole.- Te pagaré. Lo prometo.
-¿Para qué lo necesitas? ¿No puedes esperar un día a que mamá te de el dinero de tu cumpleaños?- pregunta mientras limpia con su dedo, el plato que está lleno de mermelada.- 
-Lo necesito para hoy.- susurro aún más bajo.- Eché a perder algo y quiero arreglarlo. Costará mucho y tengo que prescindir de todo el dinero que mamá me dé. 
-Vale.- eso es lo que me gusta de Eddie. Casi no pregunta. Ejecuta.-Voy a mi habitación por el dinero, y te lo doy.- se vuelve hacia mí al levantarse de su silla y me escruta, arqueando una ceja.- Tendrás que pagármelos lo más pronto que puedas. Los necesito para comprar los boletos para Green Day.
-Lo prometo.- alzo mi mano, en señal de promesa.- Pero, ve, anda.- hago un ademán  para que siga su camino.- O llegarás tarde. 


El asiente y sube a su habitación casi corriendo. Amo a mi hermano, la verdad. Me ayuda, no me hace pasar por situaciones bochornosas al preguntar para qué quiero las cosas, solo lo hace. Porque sabe que necesito su ayuda. Lo normal en las familias es que las dos hermanas se llevan bien, se peinen, hablen de chicos, se enseñen cosas nuevas y vayan a todos lados juntas. Y el hermano, sea el que sale todo el día, con chicas, llega ebrio en la madrugada y es un inútil. Pero aquí está todo mal. Tan solo basta con ver a mis padres. Separados, y aún se llaman. Y a mí me dicen infantil. 
Por descontado, mi hermana es una verdadera molestia, y Eddie es un verdadero alivio. Él si es familia. Si tuviera que irme de la casa, sé que él sería el primero en ofrecerse para acompañarme a donde quiera. Me ayudaría. Se quedaría conmigo y me daría todo su apoyo incondicional. Y aún con esta deuda, se que él nunca la cobra y no aplaza nada. Él aún me dará un regalo de cumpleaños aunque me haya prestado la mayoría de su efectivo. Hablando de eso, es hora de que mi madre lo sepa. Me armo de valor y tomo mi plato sucio para depositarlo en la lava platos. Pongo algo de jabón líquido en la esponja y comienzo a tallarlo. Mi madre llega y me quita el plato.


-Déjamelo a mí, linda.- sonríe. El punto perfecto de mi madre es en las mañanas.- 
-Mamá…- miro por la ventana y juego con las mangas de mi suéter.- Necesito un favor enorme.- la miro. Ya no hace nada, deja el plato a un lado y me presta toda su atención. Aún tranquila.- Necesito que me adelantes el dinero para mi cumpleaños.
-Pero _____.- se talla la frente. Pensativa.- Solo falta un día para tu cumpleaños.-sacude la cabeza con desaprobación.- Lo que sea que quieras, tendrá que esperar para mañana.
-Pero, mamá…- bueno, quien diga la verdad, está libre… ¿no?- Justin me prestó su teléfono y se me cayó al suelo por accidente. Quiero comprarle uno nuevo, quiero estar libre de toda culpa. Sé que en este momento lo que menos quería era un celular hecho pedazos. Tiene muchos gastos por la boda…-la palabra se me atora en la garganta.- Y tengo que hacer algo. Tú siempre me has dicho que sea responsable. No importa que me quede sin dinero de cumpleaños. Me siento muy mal y quiero compensarlo.


Mi madre sonríe y me toma del brazo. Guiándome hacia la esquina de la cocina. Ahí mismo, abre una puerta de la alacena blanca y saca una caja con un moño rojo. Mi regalo. Mi dinero de cumpleaños. Sonríe, la abre y saca el dinero, lo cuenta y lo reparte por la mitad. Mierda. ¿Es que piensa que quiero comprarme una casa? Es mucho. Pero no suficiente para el teléfono. Suerte de que Eddie también está en esto. 


-Me permito darte solo la mitad.- me advierte.- Si no alcanzas con esto, yo puedo hablar con él y decirle cómo te sientes con esto.- no. No mamá. Yo quiero decírselo.- Y me parece muy bien lo que has hecho hija. Estoy muy orgullosa. Mañana te doy el resto y podrás hacerle lo que quieras. Menos perforaciones y tatuajes.


Doy un brinco y rio de felicidad. La abrazo con fuerzas y le doy las gracias cinco veces seguidas. A veces mi madre puede ser comprensiva, cuando no está Alicia. Por eso estaba feliz cuando ella se fue a vivir con una a miga y consiguió un trabajo. Miro a mi madre. Se le nota mucho que extraña a papá. El último abrazo que le doy es un signo de “te apoyo. Sé que es difícil, pero seguimos juntos todos de alguna u otra forma”. Me despido, tomo mi bolso con el desayuno que ella misma me ha preparado y le doy un beso en la mejilla. Se está esforzando mucho con nosotros. Eso es dingo de admirarse. Y sé que mañana me espera una gran tarta de chocolate triple. Como ella sabe que me gusta. 
Al salir de casa, me encuentro con Eddie en la puerta. Y como si fuera contrabando, me pasa el dinero por debajo, para que mamá no lo note. He tomado ya dos riesgos este día. Y ha valido la pena, por completo. Pronto Justin tendrá su teléfono. 


“No me arrepiento en absoluto de haber corrido todos los riesgos por aquello que me importaba.” – Arthur Miller. 


Vamos juntos hacia su auto y arribamos como siempre. Él enciende la radio en mi estación favorita. Dice que el mejor modo de iniciar un día es escuchar la música que te encanta. Y pues… de hecho es verdad. Suena Best song ever. Me siento alegre. Esa canción tiene un ritmo tan bueno, que me gustaría ponerme a bailar allí mismo. Mi hermano canta el coro. El nunca se queja, se ha acostumbrado tanto a mi música favorita, que a él le terminó gustando. Subo mis pies en el salpicadero y él no me regaña. Le gusta que sea libre. Muevo mis pies y miro mis botas moverse al ritmo. 


-Pareces vagabunda.- se burla Eddie.- Mírate esos pantalones. ¿Es que acaso te fuiste caminando con las rodillas?
-Claro…- asiento, mirándolo pícaramente.- Es la nueva moda. ¿Los pies para qué? ¡Tienes rodillas!- suelto una carcajada y golpeo mis piernas repetidas veces.- Gracias Eddie. 
-No hace falta.- me mira de reojo.- Me lo agradecerás después.- detiene el auto justo en frente de la escuela.- Ahora, largo. A estudiar. 
-Te quiero.- me acerco y le doy un beso en la mejilla.- Pórtate bien y llama a Taylor. 
-Eso nunca.


Entro a esa cárcel enorme y me encamino a mi casillero. Es un día fresco, y cálido al mismo tiempo. Aún no ha acabado el verano, faltan pocos días, y aún se siente como en pleno julio. No sé, las cosas me están saliendo bien ahora. Aún tengo Best song ever en mi mente y canto en voz alta. Tarareo y busco mis libros de clase. Unas manos se enrollan en mi cintura y pienso “Bridgit y sus bromas”. Me doy la media vuelta y me encuentro con ese chico atractivo. ¡Ahora no! Austin sonríe y se recarga en el casillero siguiente al mío. Es mi amigo desde que tengo uso de razón. Pero siempre se comporta coqueto conmigo y en vez de halagarme, me pone nerviosa. 


-¡Señorita Brown!- muerde su labio inferior y me pasa la mirada de arriba abajo.- ¡Buen día! Le ha sentado muy bien el año que está pasando. ¿Puedo ser el primero en felicitarte?
-Hasta mañana.- le recuerdo.- Eso aún no vale, así que tendrás que esperar y no serás el primero en felicitarme.- jugueteo con su gorro de lana. Se lo quito y me lo pongo yo.- Esto es mío. 
-No es verdad.- ríe mientras se acomoda el cabello que yo le he esparcido sin control.- Eh, ¿Sabes? Se te ve mejor que a mí. Considéralo como tu regalo…- me mira, alza una ceja y pone las manos en alto.- ¡Adelantado! Ya te tendré un chocolate gigante para mañana. 
-No, no.- le devuelvo el gorro gris.- Es tuyo. Te ves muy bien con él. Conquistarás corazones hoy.
-No.- sacude la cabeza.- Quédatelo tú por el resto del día.- se encoje de hombros y mira hacia alrededor, elocuente.- Por aquí no hay nada bueno… y la que me interesa, es mi mejor amiga.- se vuelve hacia mí y me mira, como si yo fuera una especie de cosa interesante.- 
-Austin…- me sonrojo y me giro hacia mi casillero. Abro la bolsa del desayuno que me ha dado mi madre. ¡Sándwich de Nutella! Lo parto a la mitad y le entrego una parte a mi amigo.- Toma. Es lo menos que puedo hacer, después de semejante piropo. 
-Ese y tengo otros.- toma el sándwich y sin morderlo, se queda quieto. Mirando hacia la nada.- ______...- parece preocupado.- 
-¿Hmm?- yo estoy perdida en la deliciosidad de la Nutella.- 


Es cosa de un segundo. Se acerca a mí, toma mi barbilla, y me besa. Pasa su lengua por mis labios, saboreando la Nutella que dejé descuidadamente allí. Cierro los ojos. Me dejo llevar por los besos de mi mejor amigo. Mierda. ¿Porqué los besos tienen que ser mi punto débil? Bien puede besarme un niño de quince años y yo me pierdo. Voy a morir. Me abraza, y me besa con pasión. Yo no le respondo, estoy sorprendida. Siento su lengua en mis labios de nuevo. Maldita Nutella. No quiero cortarle el rollo. Se sentiría incómodo. El timbre suena y santo remedio. Se separa de mí, conforme con ese beso robado y le da un mordisco a su sándwich. 


-¿Te veo en el almuerzo Brown?- me mira como disculpándose. Lo dejo estar, pelear con Austin es más difícil que un problema de álgebra.- 
-Sí.- asiento y le dedico una sonrisa reconfortante. Para la próxima, juro que no seré tan amable.-


Meto mis libros en mi bolsa y cierro el casillero. Best song ever hace su aparición nuevamente en mi mente y  la canto de nuevo para olvidarme de el rato tan extraño que pasé con Austin. Entro a clase de física y me cierro completamente. El profesor da su explicación sobre teorías de volumen, y todo eso. Nos juntamos en equipo de tres personas, y como en esta clase no me toca con Bridgit ni con Vane, me junto con otras dos chicas que son buenas en física. Terminamos primero, y extrañamente, he entendido la lección. ¿Será el beso que me dio Austin? ¿Best song ever? ¿El hecho de que ya tengo para el teléfono de Justin? Oh Dios… Justin. Aunque sé que no soy nada de él, nada puede pasar, y no hay amor de por medio, me siento culpable por haberme dejado besar por Austin. Es como estar traicionando a mi corazón, a la confusión que se ha desatado desde que vi a ese chico tomando la mano de mi hermana en la sala de mi casa. 
De pronto todas las fuerzas se me van a los pies. ¿Por qué debo de sentirme mal si él está a punto de casarse con Alicia? Yo solo besé a un chico. ¡Y fue un beso robado! Si yo lo hubiera querido, la verdad no hubiera pasado nada. Así es el karma. Es una perra. 


***


Las clases pasaron tan rápido, que en menos de lo que canta un gallo, me encuentro en la parte del copiloto del auto de Bridgit para ir al centro a comprarle el teléfono a Justin. Tuve que contarle toda la historia en el almuerzo y soportar sus bromas y constantes burlas sobre el tema el resto del día. Vanessa no viene, tiene su “cita” con el profesor Smith. En verdad, sé lo que se siente estar enamorada de alguien que es imposible, así que cruzo mis dedos por ella. Para que le salgan sus planes mejor que a mí.


-
En la biblioteca del lugar, justamente en la mesa del centro, hay un montón de libros, hojas y cuadernos regados por toda la superficie. El profesor Smith busca entre los estantes el libro correcto. Entre los que están rotulados con un punto color verde, correspondiente a las novelas y/o obras de teatro. Vanessa lo observa fijamente y muerde su labio inferior. Esta vez optó por ser ella misma. Lleva unos pantalones azul rey ceñidos a su cuerpo, y metidos en unos tenis supra color negro, su blusa es azul un poco más claro y lleva una chaqueta de cuero negro. Su cabello está atado en un moño alto y sus labios están delineados perfectamente con labial rojo. Sus ojos no dejan de observar a Edward. Su espalda musculosa se ve perfectamente bronceada debajo de esa camisa blanca que, con la luz se vuelve un poco transparente. Muerde el lápiz con atención y al momento de que el profesor apuesto se da la vuelta hacia ella, finge estar concentrada en su lectura.


-Listo. Aquí está.- señala el profesor el libro que ha depositado en la mesa.- Éste libro es el que les he pedido que lean en la clase.- la mira entornando la ceja.- ¿Habrás comenzado ya cierto?
-No…- las mejillas de la chica se vuelven de un color carmesí.- Lo siento profesor, he estado buscando el libro por todas partes y no lo encuentro. No soy verdaderamente fan de las bibliotecas, y mis ojos arden al estar frente a una computadora. Le pedí a mi compañera, Bridgit que me prestara el suyo.- se encogió de hombros, evitando ver a su profesor.- Pero si no hay otro modo… puedo… yo…
-Toma éste.- Edward sonríe ampliamente y le ofrece el libro a la chica.- En verdad te encantará esta obra. 
-He oído de ella… solo que no la termino de comprender.- Vanessa toma el libro y lee la sinopsis.- En sí, la chica se enamora de su profesor… que resulta no ser su profesor, sino un maldito que fingió todo el tiempo.
-¿Sabes cual es su problema señorita Lavigne?- el profesor se apoya en la mesa con sus codos hacia el frente mirando fijamente a Vanessa.- Que usted no está completamente interesada en la literatura. Usted es de ver películas de los libros, tales como Twilight, y Las ventajas de ser un marginado.
-¡Bingo!- ríe Vanessa.- No, la verdad es que ni las películas veo. Soy más de gimnasia.- de repente un piropo se le viene a la mente.- Soy algo así como… muy elástica. Y gimnasia artística. Me muevo muy bien.
-Me parece que la gimnasia no tiene nada que ver con la literatura.- suspira Edward, acercándose más.- Hagamos algo señorita Vanessa. El día de mañana traeré la versión de película de esta obra, la vemos, me da su reporte oral sobre ésta y si aún está interesada, puede leer la versión escrita. 
-Me parece bien, sí.- asiente Vanessa, entusiasmada.- ¿Terminó la clase?
-Por hoy, sí.- asiente el profesor.- Nos vemos mañana señorita Lavigne. 


Vanessa se aleja. Feliz. ¿Es que acaso tiene una cita con su profesor? Su corazón late con fuerza y sonríe ampliamente con la satisfacción de haberle causado una impresión. Ella ama la literatura. También ama las versiones cinematográficas. Pero más que nada, ama la idea de ver una película a solas con su profesor. Y ¿Cómo olvidar su espalda? ¿Y cómo olvidar la manera en la que la miró frente a frente? 


-


-¿Ya te decidiste?- pregunta Bridgit mirando el teléfono. Yo aún no puedo creer lo que estoy haciendo.- Porque yo sí.- toma el iphone cinco, color blanco y le sonríe a la dependienta. Ella ha decidido regalarse algo. Claro… es de la realeza.- Me llevo éste. 
-¿Quieres que te explique nuevamente la promoción?- le pregunta la chica con trenzas que está atendiendo del otro lado del mostrador.- Tú sabes… del tiempo aire gratis y el protector de goma.
-No gracias.- sacude la cabeza. Pero no deja de verse con decisión.- No hace falta. Los quiero también. 
-¿Y usted señorita?- me resulta divertido que una chica, de mi edad o un poco más, me llame de “usted”.- ¿También se llevará el ipone con promoción?
-Sí claro.- asiento. Debo compensar mis errores.- Gracias.- le sonrío a la chica mientras empieza a rebuscar entre los protectores.- ¿Podría mostrarme protectores del teléfono cuyos diseños sean para… tú sabes, un chico?
-Sí, claro.- sonríe la chica pícaramente, es su trabajo lucir amistosa.- ¿Regalo para tu chico?
-No…- me sonrojo.- Es un regalo de… compensación o algo así. Hice algo horrible con su antiguo teléfono. Y sé que él trabajó mucho para tenerlo. No cualquiera carga con un teléfono tan genial.
-Vaya, nunca he visto que una chica gaste todo su dinero en un chico… ¡y no sale con él! Es muy tierno de tu parte.- aunque me darían ganas de abofetearla, le dejo continuar porque es su trabajo ser así.- De seguro estará encantado contigo. 
-Ambos quieren llevarse a la cama mutuamente.- bromea Bridgit y la dependienta suelta una risotada.- Vamos _____... tú lo sabes. 


Después de varios intentos de Bridgit por hacerme sentir mal en frente de la chica que nos atendió. Salimos de la tienda felices. Yo, con mucho dinero menos, pero con una sonrisa enorme en mis labios. Amé el teléfono y su protector negro de goma. Si fuera por mí, me lo quedaría. Pero yo estoy bien con la chatarra que tengo como teléfono. Este es para Justin. Desde que lo conocí no ha dejado de ser dulce conmigo. Esta es mi forma de pedir disculpas y de una u otra forma, agradecerle todo lo que ha hecho por mí. 
Ambas caminamos indecisas en una heladería, eligiendo qué sabor elegir. Bridgit me va a pagar el mío, pues solo me quedó poco dinero. Ni justo para un helado. Pienso en el dinero de mi cumpleaños y en que debo darle casi la mitad de la mitad que me ha quedado a Eddie. Vale la pena. 
Compramos nuestros helados y al querer salir de la tienda, me quiero morir. Justin está caminando justo en el pasillo de enfrente y yo no tengo donde esconderme con estas bolsas casi transparentes que delatan mi delito justo antes de planear como salir airosa. 


“Cada uno de los movimientos de todos los individuos se realizan por tres únicas razones: por honor, por dinero o por amor.”- Napoleón I. 


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éste es el capítulo más largo en la historia de capítulos largos en
esta novela. (Lo siento si las confundí con la comparación)
dkslnfkldsnflksdnglkds 

Son geniales chicas. Algunas han estado leyendo mis antiguas novelas,
me han recomendado, comentan increíble. Así que... les tengo algo. #Maraton
¿Les parece? Oh, yo sé que sí. lkdnflkndslkfds
Será un maratón de tres capítulos para el día viernes. ¡Estén atentas!
Es mi forma de agradecerles. 

#MuchLove #BuenInicioDeSemana #BienvenidasNuevasLectoras 


*Si no te avisé o te avisé dos veces, regáñame bonito, ah. 
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Mafer.