‘Me perteneces’ 

Capitulo 1.

12 años.

Ese rutinario grito me despertó, otra vez. Algo sobresaltada y con la respiración agitada. Me removí en la cama y sentí un cuerpo cerca de mí, era Ryan. 

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Ryan era mi mejor amigo. Lo había conocido allí, en ese lugar. Cuando yo llegué, él ya estaba desde hacía un año. Pero no tenía amigos, siempre estaba solo, era muy extraño  y tímido. Recuerdo la primera vez que lo vi, el estaba en el suelo, solo, jugando con un auto de juguete sin rueditas. Me acerqué a él y él me miro con desconfianza. 

-Hola – le dije. 

-Hola – murmuró él.

-¿Cómo te llamas? 

-Ryan. –dijo con timidez. 

-Yo soy Emma – le dije simpáticamente pero a él pareció no importarle demasiado. 

Iba a estar allí quien sabe por cuanto tiempo, y necesitaba amigos. Ese niño me habia llamado la atención desde el principio. Sus rulitos tan morochos y sus ojos tan azules me habían cautivado. Recuerdo que ese día me senté junto a él y luego de un rato, de intentar que me hablara un poco de cómo era la vida allí, quienes eran esos niños, y por qué él estaba tan solo, lo logré. Pero no había sido fácil. Pero había valido la pena, vaya que sí. Con el pasar del tiempo nos habíamos tomado confianza, él me había contado su historia, yo la mía, pasábamos el día juntos, jugábamos juntos, comíamos juntos, hacíamos travesuras juntos. Yo lo quería como a un hermano. Era mi confidente allí dentro. 

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Ahora que recuerdo, la noche anterior nos habíamos escapado. Sí, pero no del orfanato, sino de nuestras habitaciones. Habíamos ido al altillo. El que tiene una gran ventana donde se pueden apreciar las estrellas perfectamente. Ryan y yo habíamos estado discutiendo, porque él decía que la luna tenía forma de uña, y yo decía que era redonda. Entonces habíamos quedado en escaparnos de nuestras habitaciones justo después de que Margarita entrara a la suya. Margarita era la niñera por así decirlo. Habíamos quedado en ir hasta el altillo, mirar la luna, y el que no tuviera razón debería cumplir una prenda que el ganador decidiría. 

Él aún seguía dormido. Bufé. Yo había perdido. Él me había ganado. La luna tenía forma de uña. Estaba segura de que yo la había visto redonda. Pero aquella noche la vi claramente, no estaba redonda. No entiendo. Ahora tenía que cumplir el reto de Ryan que estoy segura que no será una estupidez, me haría sufrir, me haría quedar en ridículo.

El grito otra vez. Estaba acostumbrada. El niño de la habitación de al lado tenía pesadillas todas las noches, y gritaba o lloraba dormido. Era horrible al principio, me asustaba mucho. Pero luego era algo rutinario. Si no me despertaba con un grito de él, seguramente algo había pasado, o alguien lo había adoptado, o lo habían cambiado de habitación, o simplemente estaba despierto. 

-Sólo un poco más. Tú puedes. – me dijo Ryan animándome. 

-No puedo – le respondí con reproche. Me dolía el estómago. 

-Aguanta Em, solo un sorbo más y la acabas. 

-No sé cómo te la acabaste tan rápido, es un asco – murmuré, mientras miraba el resto de leche que me quedaba en la taza y sentía como mi estómago se revolvía. 

-He hecho travesuras muchas veces, y me han pillado algunas. Estoy acostumbrado a este castigo. 

Sí, el director se había enterado de nuestra travesura y nos había castigado haciéndonos desayunar leche agria. Ryan se la había acabado, y yo no podía más. 

-Está bien, tomo esto, y voy al baño a vomitar.

-Okay, mientras lo hagas, así no nos castigan más. El próximo castigo no te lo recomiendo. 

Y así lo hice. De un solo sorbo me tomé el resto de leche que quedaba, la cual, según yo, era la parte más fea. En el momento en que tragué, sentí como todo mi estómago se encogía y salí corriendo al baño y así como cerré la puerta vomité todo. 

-¿Estás bien? – oí la voz de Ryan del otro lado. 

-Sí, estoy bien – dije un poco aturdida. Salí del baño y él me abrazó. 

-Lo siento, fue mi idea escaparnos de las habitaciones, lo siento. – me dijo. 

-No es verdad, fuimos los dos, no tienes nada que pedir perdón – le dije. 

Así pasaron unos días. Todo era normal. Nos vigilaban más a la hora de dormir. Pensando que nos íbamos a escapar de nuevo. Pero habíamos decidido no hacer nada por unos días, cuando ya no se alarmaran tanto. Nos habían separado más. Nuestras habitaciones solían estar relativamente cerca, cuatro o cinco habitaciones de por medio. Ahora a Ryan lo habían cambiado al piso de arriba  y era más difícil. Pero no importaba porque pasábamos el día juntos, sólo que de noche, después de cenar, nos mandaban a cada uno por su lado, y cada vez era más temprano. 

-Ryan…

-¿Qué?

-¿Tu crees que algún día alguien me va a adoptar? – esa pregunta había rondado mucho tiempo en mi cabeza. No quería separarme de él. Pero tampoco quería pasar mi vida allí dentro, quería tener una familia, ir a la escuela, tener amigas. Ryan era mi amigo, pero era varón, no podía contarle todo. Necesitaba amigas mujeres. Y las de allí ninguna quería ser mi amiga, porque pensaban que no era normal por pasar todo el día con Ryan en vez de jugar a cosas de niñas. 

-No lo sé, supongo que sí. – dijo él jugando con mi cabello. 

-No me quiero separar de ti, pero quiero tener una familia – le dije para que no se sintiera mal.

-Yo siento lo mismo, pero si estamos aquí es porque nos tocó esto Em. – dijo él tranquilo, a mi eso más bien me entristecía. ¿Por qué yo no podía tener la vida de la mayoría de las otras niñas de la ciudad?

Él me abrazó. Siempre lo hacía. Y me gustaba porque me daba seguridad y confianza. 

-No llores. – me dijo mirándome a los ojos. Nunca había llorado frente a él. En realidad siempre que lo hacía me ocultaba. No quería que me viera llorar.

En ese momento él me quedó observando. Yo sentí vergüenza, por primera vez. ¿Por qué sentía vergüenza de mi mejor amigo? Sólo me estaba observando. Pero era otra forma de mirar, como pensativa, como analizándome. Y luego sólo lo dijo. 

- ¿Alguna vez te han besado?- ¿a que se debía esa pregunta?

-No, ¿A ti?

-No… pero he visto algunas veces en la tele, cuando Margarita mira la novela. 

-¡Que asco!

-No es asco. Es lindo. –me explicó él.

-No lo creo. 

Él aguardó silencio. Estaba un poco inquieto, miraba para todos lados y movía las manos. No entiendo qué está pasando. Luego todo fue rápido. Él me miró y se acercó a mí, demasiado. Y luego sólo sentí sus labios contra los míos por una milésima de segundos. Después de eso lo vi salir corriendo de la habitación y desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Dejándome avergonzada.

¿Qué acababa de pasar? No había sido feo del todo como creí.

Bueno lindas, este es el primer capítulo. Como verán transcurrió en el orfanato, pero esto sólo los  primeros dos o tres, después ya cambia. Espero que les guste <3

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Si puedes recomiéndenla, si les gusta, asi son más lectoras. 

Cuando haya varios comentarios subo el segundo capitulo <3 gracias por leer!