“El diario secreto de ________.”

Capítulo 40.

Veintidós horas más tarde, _____quería una nueva definición de la palabra pronto. Su cuerpo entero estaba sacudido por el dolor, su respiración venía en boqueadas irregulares, y sentía como si verdaderamente no pudiera abastecer de suficiente aire a su cuerpo. Y las contracciones seguían viniendo, cada una peor que la última.
—Siento que viene una —gimió.
Lady Poulston inmediatamente restregó su frente con un paño frío.
—Sólo empuja, amor.
—No puedo… Estoy demasiado… ¡Maldita sea! —gritó usando el epíteto favorito de su marido.
En el pasillo, Louis se puso rígido cuando la escuchó gritar. Después de conseguir que _____se cambiara el vestido manchado, su madre lo había llevado fuera del alcance del oído y lo había convencido de que sería mejor para todos si se quedaba fuera en el pasillo. Charlotte había traído dos sillas de una sala cercana y diligentemente le hacía compañía, tratando de no estremecerse cuando _____gritaba de dolor.
—Eso sonó a una mala —dijo nerviosamente, tratando de darle conversación.
Él la fulminó con la mirada. ¡Qué palabras más inoportunas!
—Estoy segura que todo terminará pronto —dijo Charlotte con más esperanza que certeza—. No creo que esto pueda empeorar mucho.
_____gritó otra vez, claramente en agonía.
—Al menos no creo que tanto —añadió Charlotte débilmente.
Louis enterró la cara en las manos.
—No voy a volver a tocarla jamás —gimió él.
—¡No va a volver a tocarme jamás! —oyeron el rugido de _____.
—Bueno, no parece que vayas a tener mucha discusión con tu esposa sobre ese asunto —gorjeó Charlotte. Le dio un golpecito en la barbilla con los nudillos—. Anímate, hermano mayor. Estás a punto de convertirte en padre.
—Pronto, espero —refunfuñó—. No creo que pueda soportar esto mucho más.
—Si tú piensas que es malo, sólo piensa cómo debe sentirse _____.
La clavó una penetrante mirada letal. De nuevo palabras inoportunas. Charlotte cerró la boca.



En la habitación del alumbramiento, _____sostenía la mano de su suegra en un apretón firme.
—Haz que pare —gimió—. Por favor, haz que pare.
—Terminará pronto, te lo aseguro.
_____tiró hacia abajo de ella hasta que estuvieron casi cara a cara.
—¡Dijiste eso ayer!
—Disculpe, ¿Lady Poulston?
Era el Doctor Winters, que había llegado una hora después de que los dolores hubieran comenzado.
—¿Podría hablar con usted?
—Sí, sí, por supuesto —dijo Lady Poulston, rescatando con cuidado su mano de la de _____—. Volveré. Te lo prometo.
_____asintió sacudiendo la cabeza y se aferró sujetando las sábanas, necesitaba algo que apretar cuando el dolor alcanzaba su cuerpo. Su cabeza cayó de un lado al otro mientras trataba de respirar hondo. ¿Dónde estaba Louis? ¿Es que él no se daba cuanta de que lo necesitaba aquí? Necesitaba su calor, su sonrisa, pero sobre todo, necesitaba su fuerza porque no creía que tuviera bastante por ella misma para pasar por esta dura prueba.
Pero era obstinada y tenía su orgullo, y no se sentía con ánimo para preguntar a Lady Poulston donde estaba él. En lugar de eso apretó los dientes e intentó no gritar de dolor.
—¿_____? —Lady Poulston la estaba mirando con un gesto de preocupación—. _____, querida, el Doctor dice que tienes que empujar más fuerte. El bebe necesita un poco de ayuda para salir.
—Estoy demasiado cansada —gimió—. No puedo hacerlo más. —Necesito a Louis. Pero ella no sabía como decir las palabras.
—Sí, puedes. Si empujas sólo un poco más fuerte ahora, acabarás mucho más rápidamente.
—¡No puedo… No pued… ohhhh!
—Eso es, Lady Tomlinson —dijo el Doctor Winters enérgicamente—. Empuje ahora.
—Yo… Oh, esto duele. Duele.
—Empuje. Puedo ver la cabeza.
—¿Puede? —_____intentó levantar la cabeza.
—Shhh, no estires el cuello —dijo Lady Poulston—. De todos modos no serás capaz de ver nada. Confía en mí.
—Siga empujando —dijo el Doctor.
—Lo intento. Lo intento. —_____sujetó fuertemente sus dientes juntos y apretó—. Es… Puede usted… —Tomó unas bocanadas gigantescas de aire—. ¿De qué género es?
—No puedo decirlo aún —contestó el Doctor Winters—. Espere. Espere un minuto… Aquí estamos. —Una vez que la cabeza surgió, el cuerpo diminuto se deslizó rápidamente—. Es una niña.
—¿Lo es? —_____respiró y suspiró cansadamente—. Por supuesto que lo es. Louis siempre consigue lo que quiere.
Lady Poulston abrió la puerta y sacó la cabeza al pasillo mientras el Doctor miraba al bebé.
—¿Louis?
Alzó la vista con la cara demacrada.
—Ha terminado, Louis. Es una niña. Tienes una hija.
—¿Una niña? —repitió Louis. La larga espera en el pasillo lo había consumido, y después de casi un día entero de escuchar a su esposa gritar de dolor, no podía creer totalmente que estuviera hecho, y fuera padre.
—Es hermosa —dijo su madre—. Perfecta en todos los sentidos.
—Una niña —dijo él otra vez, sacudiendo la cabeza maravillado. Se giró hacia su hermana, que había permanecido a su lado a lo largo de la noche—. Una niña. ¡Charlotte, tengo una niña! —Y luego, sorprendiéndoles a ambos, le echó los brazos a su alrededor y la abrazó.
—Lo sé, lo sé. —Incluso Charlotte tenía problemas para contener las lágrimas en los ojos.
Louis le dio un último apretón, entonces volvió la mirada a su madre.
—¿De qué color tiene los ojos? ¿Son marrones?
Una divertida sonrisa se extendió por la cara de Lady Poulston.
—No lo sé, querido. No llegué a mirarla. Pero los ojos de los bebés a menudo cambian de color mientras son pequeños. Probablemente no lo sabremos con certeza hasta dentro de algún tiempo.
—Serán marrones —dijo Louis con firmeza.
Los ojos de Charlotte se agrandaron ante el repentino conocimiento.
—Tú la amas.
—¿Hmm? ¿Qué has dicho, mocosa?
—La amas. Amas a _____.
Gracioso, pero aquella estrechez en la garganta que siempre sentía ante la mención de la palabra que comenzaba por A había desaparecido.
—Yo… —Louis se paró en seco, su boca se abrió ligeramente en asombrada sorpresa.
—La amas —repitió Charlotte.
—Eso creo —dijo perplejo—. La amo. Amo a _____.
—Ya era hora de que te dieras cuenta —dijo su madre descaradamente.
Louis se sentó con la boca abierta, asombrado de lo fácil que se sentía todo en ese momento. ¿Por qué le había llevado tanto tiempo darse cuenta? Debería haber sido claro como el día. Amaba a _____. Amaba todo de ella, desde sus delicadamente arqueadas cejas hasta sus habituales bromas sarcásticas y la forma en que ladeaba la cabeza cuando sentía curiosidad. Amaba su ingenio, su calidez, su lealtad. Incluso le gustaba la forma en sus ojos estaban ligeramente unidos. Y ahora le había dado una hija. Había yacido en aquella cama y parido durante horas bajo un tremendo dolor, todo para darle una hija. Las lágrimas brotaron de sus ojos.
—Quiero verla. —Casi se ahogó con las palabras.
—El doctor tendrá lista a la niña en un momento —dijo su madre.
—No. Quiero ver a _____.
—Oh. Bueno, no veo que hay de malo. Espera sólo un segundo. ¿Doctor Winters?
Oyeron una maldición en voz muy baja, y entonces dejaron al bebé en los brazos de su abuela.
Louis abrió de golpe la puerta.
—¿Qué ocurre?
—Está perdiendo demasiada sangre —dijo el Doctor con voz grave.
Louis bajó la vista a su esposa y casi tropezó por el dolor. Había sangre por todos lados; parecía salir de ella, y tenía el rostro mortalmente pálido.
—Oh, Dios —dijo con voz estrangulada—. Oh, _____.



"Te di a luz hoy. Aún no sé tu nombre. No me han dejado sostenerte. Creía que podría ponerte el nombre de mi madre. Era una mujer encantadora, y siempre me abrazaba con fuerza a la hora de dormir. Su nombre era Caroline. Espero que le guste a Louis. Nunca hablamos de nombres.
¿Estoy dormida? Puedo oír a todo el mundo a mí alrededor, pero parece que no puedo decirles nada. Intento recordar estas palabras en mi cabeza para así poder escribirlas luego.
Creo que estoy dormida."

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