Be Alright ~Dougie Poynter & fabrizzia Sarmiento~

Prologue: 

A veces, todo lo que crees que es auténtico, no lo es. Por la simple razón de que vives en una mentira. Una gran mentira llamada: “Estoy bien”. Nos engañamos a nosotros mismo haciéndonos creer que podemos aguantar más presión de la que podemos soportar, nos creemos la mentira de que no nos importa lo que los demás sigan de nosotros, cuando en realidad es lo que más nos duele.

es un poco de mi historia, es algo complicada. Hace unos años entre en rehabilitación, y no, no fue por consumir drogas, alcoholismo, agresión o algo así, fue por cortarme he intento de suicidio. A pesar de haber tenido 17 años en ese momento, pasaba por mucha presión. Mi madre, mi tía y mi abuela me golpeaban, sufría bullying, era ignorada por todos, tenía buenas notas, las cuales no eran suficientes para mi familia, me maltrataban psicológicamente, me decían gorda y muchas cosas más.  Siempre trataba de ser la mejor en todo, solo para enorgullecer a mi familia en algo. Pero mis intentos y… Y empecé a cortarme. Todo seguía empeorando con el tiempo, me seguían maltratando, gritando, negando, ignorando, y mis compañeros tampoco contribuían al hacerme bullying por ser “una nerd”, por lo tanto, en ninguno de los lugares me iba muy bien que digamos. Había unas cuantas personas que se compadecían de mí, mi tía Mónica y mi tío Francisco, ellos eran los únicos que me demostraban amor.

Pero un día me pelee con mi tía Nuria, mi madre Julia y mi abuela Miranda, mis adoradas maltratadoras –Nótese el sarcasmo-. Escape del colegio en el descanso, compre una cajita de cianuro, fui a una vieja plaza que estaba cercad e un bosque, me senté en una banca y empecé a cortarme con una hojilla. Cuando estaba a punto de ingerir el cianuro, un vigilante del bosque me detuvo. El me llevo a un psicólogo en ese mismo momento. La doctora con la que me llevo me recomendó ir a rehabilitación y accedí, no me quedaba de otra. Llamaron a mi familia, la doctora les dijo que consiguió que me aceptaran la mañana siguiente  en ‘Shine a Light & Save  A Life’, el mejor centro de rehabilitación en todo Londres. En cuanto mi familia se enteró de mi intento de suicidio y volví a casa, se volvieron locos. Nuria empezó a gritarme y jalarme el cabello, Julia me pegaba con sus manos en los brazo y con una correa de cuero en las piernas y espalda, y Miranda me gritaba, daba cachetadas y jalones de cabello. Los únicos que no me maltrataron fueron Francisco y Mónica, cuando ellos se enteraron solo me abrazaron, me recordaban cuanto me aman y me decían que todo estaría bien, que me apoyarían en cada etapa de la rehabilitación y que siempre estarían ahí para mí. Ellos serían las únicas personas que extrañaría en todo el tiempo que estaría en rehabilitación.
Unos días después de haberme internado, aproximadamente 2, conocí a un chico de mi edad llamado Douglas, pero prefería que lo llamaran Dougie. Él también había intentado suicidarse, pero fue  por una decepción amorosa. El creía que Frankie era el amor de su vida, pero ella termino con Dougie y el quedo totalmente destrozado. Sus amigos le sugirieron entrar en rehabilitación y el acepto.

Pasaban los días, y cada vez era más cercana a Dougie. Él siempre me sorprendía con una de sus frases que me motivaban a no robar una navaja de la cocina, esconderme en el baño y empezar a cortarme, como hacía en los primero días. Un día me dijo: “Aprovecha cada momento junto a las personas que amas, porque nunca sabes cuando la vida te los puede quitar”. Esa frase me motivo a seguir luchando para salir de ahí.

Después de tres meses de haber estado internados, nos dieron de alta, yo decidí olvidarlo todo, seguir adelante e irme a vivir con Francisco y Mónica. Dougie seguía amando a Frankie, pero se olvidó de la idea de suicidio y nos prometimos que seguiríamos en contacto, viviríamos la vida al máximo sin importar nada y siempre seriamos auténticos a pesar de cualquier obstáculo que nos pusiera la vida.

Douglas Lee Poyter salvo mi vida al estar conmigo en ese centro de rehabilitación. Y yo jure salvar la suya en cualquier momento que él lo necesite. Nos hicimos grandes amigos con los años, mejores amigos para ser precisos.

Ambos tenemos 22 años, compartimos un apartamento en Los Ángeles, estudiamos en la universidad, trabajamos en un bar de miércoles a sábado cantando como dúo. Empezamos tarde la universidad porque se nos ocurrió ir a estudiar español en Madrid durante un año, nos gastamos todos nuestros ahorros ahí, y tuvimos que volver a ahorrar durante un año más para poder ir a la universidad en Los Ángeles. Somos unos vagos, pero nos adoramos así como somos.

Ahora viene la parte difícil. Esa parte en la que le devuelvo el favor que me hizo cuando teníamos 17 años. Salvar su vida.