Décimo capítulo: Evasión de la realidad.

Esa conversación y unas cuantas caricias en mis muñecas era todo lo que recordaba de la noche anterior. Me sentía rara, todos los recuerdos de anoche me estaban golpeando la mente, sin embargo, me parecía increíble como el hecho de haber tenido a un hombre apuntándome con la pistola no me conmocionase tanto como el de haberle confesado a Justin mis autolesiones. Seguía impactada por la experiencia que él había pasado con su madre, y desgraciadamente, sin ella. 
Me froté los ojos para despejarme un poco, y me di cuenta de que Justin no estaba a mi lado. Recorrí con mi vista todo el salón, y finalmente, dirigí mi mirada hacia la cocina, tampoco estaba allí. En cuestión de unos pocos segundos, cuando ya me había despertado casi por completo, oí un sonido procedente del piso de arriba, la ducha. Me incorporé en el sofá y me levante despacio. Antes de que pudiese haber ido a cualquier dirección, oí unos pasos bajando enérgicamente las escaleras y un “¡Buenos días!” fue lo primero que escuché. Justin se dirigió al perchero de al lado de su puerta, y con aire nervioso, me dijo:

-	Oye Dani, tengo que irme. Te he dejado el desayuno preparado en la mesa. Quédate el tiempo que quieras. – Apuntó con la mirada hacia la cocina mientras yo puse mis ojos en los cereales y el zumo de naranja que allí había y que por supuesto, no me iba a comer.
-	¿Adónde te vas? 
-	He quedado… - Me quedé mirándole esperando una repuesta. - … con Ashley.

Sentí cómo me caían kilos y kilos de ladrillo sobre el corazón. Ya volvíamos a lo mismo de siempre, a las mentiras. Sé que diría algo como “Vale, no pasa nada.” Fingiendo estar bien en vez de pedirle que se quedase, que necesitaba que estuviese a mi lado. 

-	Vale, yo también me debería ir a casa. – Dije todo lo firme que pude mientras estiré mi ropa y me levantaba del sofá.
-	¿No vas a desayunar? – Se precipitó cuando me vio dirigirme a la puerta.
-	Sí, claro. – No quería más sospechas. Desvié mi mirada hacia abajo para no tener que decir nada más y jugueteé con mis dedos hasta que finalmente se despidió.
-	Te veo luego, ¿vale? O esta noche si hay fiesta. – Me dio un beso en la cabeza y desapareció por la puerta.

Desapareció dejándome sola en su casa, sola con mi mente torturándome. “Eres idiota.” Y tenía razón. ¿En qué momento se me había pasado por la cabeza la idea de que le importaba? Había sido amable conmigo la noche anterior y eso había sido todo. No le importo a nadie, ¿por qué a él sí? Estaba confusa, creía que solo salía con Ashley por la amenaza de su hermano, ahora estaba convencida de que estaba con ella porque le gustaba. Me cubrí las muñecas y vacié un poco de zumo y unos cuantos cereales para que Justin creyese que había desayunado, y los tiré por el fregadero y a la basura. Guardé la comida en su sitio y me fui a casa. Sin saber qué iba a hacer allí.

Necesitaba distraerme para no volver a la misma rutina de siempre. Me preparé un baño de agua caliente y perdí la cuenta del tiempo que estuve allí sumergida, con una guerra interna en mi mente. Observando mis muñecas y acordándome de cada historia que las había hecho estar allí. Me empezaba a sentir mal de nuevo, así que tenía que buscar otra distracción. Salí de la bañera y me miré en el espejo. Empecé a peinarme y secarme el pelo, sonreí lo mínimo cuando se me quedó a mi gusto, acto seguido, me liberé de la toalla y me acerqué al armario desnuda, me vestí con unos shorts vaqueros cortos, unas medias negras, un jersey del mismo color de las medias de talla grande y mis botas militares. Sin coger nada más, me dirigía a la puerta y salí a la calle. 

Me gustaba bastante la zona donde vivía, apenas había personas adultas y el hecho de que estuviese habitado por gente de más o menos mi edad, me confortaba. Era un sitio libre. Caminé cerca del parque por el que siempre iba y vi a Chaz con la cabeza baja en un banco. Últimamente siempre estaba así, desanimado, triste… Cada vez salía menos y pasábamos menos tiempo hablando por teléfono. Sentí una oleada de tristeza cuando me di cuenta de que yo me sentía así cuando todos mis problemas empezaron. “Que no le pase eso a Chaz.” Me dije en mi cabeza a la vez que me sentaba con él en el banco.

-	¿Otra vez solo? – Me quedé mirándole un instante, ni siquiera se volvió hacia mí. 
-	No te preocupes. Estoy bien. – Era gracioso. Las veces que habría dicho yo eso…
-	Escucha, sé que todos necesitamos un tiempo para nosotros, un tiempo para estar solos. Pero a veces pensar más de la cuenta trae problemas. Así que olvídate de todo y vente conmigo de fiesta esta noche. Ya llorarás más tarde, ¿qué te parece el plan?
Vislumbré una sonrisa lateral a medida que levantaba ligeramente la cabeza. – Me vas a llevar por el mal camino. – Los dos reímos. 

Habíamos quedado con todo mi grupo, al que difícilmente había convencido para que pudiese venir Chaz, a las 11:00 en nuestro descampado de siempre. Chaz y yo habíamos quedado un poco antes así que decidí vestirme nada más volver a casa de nuevo. 
Saqué una camiseta gris de un viejo grupo musical, me la metí por dentro de una falda de cuero negra y ajustada y me calcé unos tacones a conjunto con la falda. Me ondulé ligeramente el pelo y le di volumen a mis ojos. Cogí el bolso y salí hacia adonde habíamos quedado. Cuando le vi, con una camiseta con mensaje y unos vaqueros apretados, me dedicó una mirada de aprobación, di una vuelta sobre mí misma como te piden cada vez que llevas ropa nueva, y me uní a él entre risas. Decidimos ir andando hacia la fiesta, a la que Justin había decidido ir sin Ashley. Nada más llegar, presenté a todo el mundo a Chaz, menos a Justin, y me sentí aliviada de que se quedase hablando con un grupo de chicos. No había salido tan mal como esperaba. Me junté con Marlene y dos amigos más, viendo por el hueco que dejaban los dos chicos mientras bailaban a Justin con un cigarro en la mano y la mirada fija en el móvil. Estaba notando que me empezaba a preocupar de nuevo y como no quería joderme la noche, fui a servirme un vaso de vodka. 

Una hora más tarde, todavía completamente consciente de todos mis actos, me retiré a una esquina después de haber estado bailando con algunos amigos, Chaz no tardó un minuto en dirigirse hacia mí. Por la forma en la que andaba, se notaba que había bebido algo más a lo que estaba acostumbrado, resultaba gracioso. Me puso una mano en la cintura, gesto raro viniendo de él, y me miró a los ojos. Me encontraba incómoda. 

-	Dani, escúchame, quería darte las gracias por haberme apoyado tanto. – Le acompañé la sonrisa. Me hizo un gesto y nos sentamos sobre los bancos de piedra que había allí.
-	No tienes nada que agradecerme, me alegro de que te lo estés pasando bien. – Me sonrió mientras se acababa su cubata. Vi cómo su mano se desplazaba hacia la parte más cercana a mi rodilla de mi muslo, y rápidamente, me aparté quitándole la mano.

Antes de que ninguno de nosotros pudiésemos reaccionar, Justin estaba enfrente de mí con el puño cerrado en la cara de Chaz. Me quedé inmóvil, ¿por qué hacía eso? Apenas me había tocado. No tuve tiempo de levantarme cuando otro par de amigos separó a Justin, y Marlene a Chaz, quien también se había animado a sortear golpes. 

-	¿Quién coño te crees para tocarla? – Gritó Justin mirándole con odio. – Si quieres conservar tu cara apártate de ella. 

Mi cabeza dio un vuelco. Recordé lo mal que estaba Chaz días atrás, y que cuando me había tocado hace un instante lo había hecho porque llevaba copas de más, y cuando me vino la sensación de saber lo mal que se podría sentir mañana por esto que acababa de ocurrir, salté a defenderle. 

-	Justin, ¡no ha hecho nada! Está bebido. No tienes que controlar quién me toca y quién no. – Me acerqué a Chaz, que miraba al suelo sin ninguna expresión. 
-	Venga, vámonos. – Le susurré cogiéndole del brazo. Giré la cabeza viendo cómo Justin, ya sin nadie que le sujetase, escupía al suelo mientras me miraba de arriba abajo con algo de enfado o rabia. Desvié mi mirada lo rápido posible.

Bajando la colina donde se encontraba nuestro descampado y sin mediar palabra con Chaz, le paré en seco. 

-	Chaz, es mejor que vomites para que se te baje la borrachera un poco. No quiero que llegues a tu casa así. – Descarté rápidamente la idea de que se quedase en mi casa a dormir. 

Asintió y llevé mi mirada hacia arriba del monte, donde aún se los podía distinguir a todos bailando. A todos menos a Justin, que dirigió su mirada hacia mí. Le aguanté la mirada unos segundos, hasta que Chaz me puso una mano en la espalda y me pidió que le llevase a casa. 

Una vez que ya había dejado a Chaz en casa y yo me hallaba en la mía, me desplomé sobre unas de las paredes de mi habitación. ¿Por qué me confundía de esta forma? ¿Por qué no quiere que esté con nadie pero él no duda en salir con otra?