Una vez te pregunté si tenía elección –le recordó Clary–. Y tú dijiste,
“Siempre tenemos elecciones.” Tú elegiste estar contra Valentine.
Finalmente, esa fue la elección que hiciste y no importa lo difícil que fuera
hacerla. Importa lo que hiciste.
-Lo sé –dijo Jace–. Sólo estoy diciendo que creo que elegí de la manera
en que lo hice en parte por ti. Desde que te conocí, todo lo que he hecho ha
sido en parte por ti. No puedo desligarme de ti, Clary…, ni mi corazón, ni
mi sangre, ni mi mente, ni ninguna otra parte de mí. Y no quiero hacerlo.
-¿No quieres? –susurró ella.
Él dio un paso hacia ella. Su mirada estaba fija en el rostro de ella, como
si no pudiera apartar la mirada.
-Siempre pensé que el amor te hacía estúpido. Que te hacía débil. Un
mal Cazador de Sombras. “El amor destruye.” Yo creía eso.
Ella se mordió el labio, pero no podía apartar la mirada de él tampoco.
-Solía pensar que ser un buen guerrero significaba no preocuparse –dijo
él–. Por nada, por mí especialmente. Asumía cada riesgo que podía. Me
arrojaba interponiéndome en el camino de los demonios. Creo que le cree a
Alec un complejo sobre el tipo de luchador que era, sólo porque él quería
vivir. –Jace sonrió, una sonrisa torcida–. Y entonces, te conocí. Tú eras una
mundana. Débil. No una combatiente. Nunca antes adiestrada. Y entonces
vi lo mucho que querías a tu madre, que querías a Simon, y cómo tú
entrarías hasta en el infierno para salvarlos. Entraste en ese hotel de
vampiros. Cazadores de Sombras con una década de experiencia no habrían
intentado eso. El amor no te hace débil, te hace más fuerte que nadie que
haya conocido nunca. Y me di cuenta de que era yo quien era débil.
-No. –Ella estaba sobrecogida–. Tú no eres débil.
-Quizás ya no.
Él dio otro paso más y ahora estaba suficientemente cerca para tocarla.
-Valentine no podía creer que yo había matado a Jonathan –dijo él–. No
podía creerlo porque yo era el débil y Jonathan era el que tenía mayor
adiestramiento. Era lógico pensar que él seguramente debería de haberme
matado a mí. Y casi lo hizo. Pero pensé en ti… Te vi allí, con toda claridad,
como si estuvieras delante de mí, mirándome, y supe que quería vivir, lo
deseaba más de lo que había deseado nada jamás, si tan sólo de esa manera
podía ver tu rostro una vez más.
Ella deseaba poder moverse, deseaba poder alargar la mano y tocarle,
pero no podía. Sus brazos caían helados a los costados. El rostro de él
estaba cerca del suyo, tan cerca que podía ver su propio reflejo en las
pupilas de sus ojos.
-Y ahora te estoy mirando –dijo él–, y tú me preguntas si todavía te
quiero, como si yo pudiera dejar de amarte. Como si yo pudiera dejar
aquello que me hace más fuerte que ninguna otra cosa. Nunca antes me
atreví a entregar mucho de mí a nadie…, un poco de mí a los Lightwood, a
Isabelle y a Alec, y me llevó años hacerlo…, pero, Clary, desde la primera
vez que te vi, fui tuyo por completo. Y todavía lo soy. Si tú me quieres.

-City of Glass.