Siva Kaneswaran, One Shoot.



Dedicado especialmente a @rodefletcher 


Here I Am


Me recosté en el sillón dejando que mi cuerpo se relajara después de las ocho horas seguidas que habíamos estado en el estudio, ocho horas cantando y haciendo arreglos musicales. Estaba agotado. En palabras no parecía un trabajo duro, pero realmente sí lo era. 
Mi garganta había empezado a arder un poco, Nathan pareció darse cuenta y entonces decidió prepararme un poco de té para aliviar el dolor. Tomé la taza y observé el vaho que desprendía, tenía una temperatura perfecta para esta estación del año tan fría. No quería que se entibiara así que me lo llevé a los labios, sentí  cómo el líquido caliente circuló por toda mi boca y no pude evitar soltar un suspiro de placer.
—Mucho mejor, ¿eh? —dijo el menor de la banda mientras tomaba asiento en el silloncito contiguo al mío.
—Completamente —admití y le sonreí un poco.
Los demás estaban en su propio mundo, Tom aún se encontraba encerrado en la sala de grabación practicando unos acordes con la guitarra, Jay estaba en la mini cocina del lugar preparando algo para la cena, mientras Max hablaba por teléfono con uno de los productores del nuevo álbum. Nathan seguía con la mirada fija en mí, como si estuviera esperando que agregara algo. 
Me sentí incómodo.
— ¿Te ocurre algo? —le dije, mirándolo con el ceño fruncido. Los ojos de ese niño en particular sobre uno mismo no eran los más posibles de ignorar, honestamente. 
—Solo estaba… —resopló, como si sea lo que fuera que hubiese pensado le resultó un poco ridículo o fuera de lugar—. ¿Cómo te sientes, Siva?
Pestañeé, desconcertado.
—Estoy bien, ya sabes… —levanté la taza—. Esto tiene poderes mágicos.
Él me dio una media sonrisa.
—No me refería a eso, pero me alegro que te sientas mejor en ese sentido.
— ¿A qué te referías?
—A ella —, simplemente dijo. Y eso fue suficiente.
Pude sentir cómo mi cara se había transformado y de pronto, mi cuerpo pesaba más. Oh, Nathan. Había intentado todo el día no pensar en eso, me había esforzado al máximo y creí por fin lograr sacarla de mi cabeza. 
Por supuesto, no pensé en la posibilidad de que alguno de los idiotas de mis mejores amigos quisiera recordármela. En este caso, Sykes.
— ¿Qué sucede con ella? —le pregunté en un hilo de voz, quise esconder todos mis sentimientos detrás de una mirada indiferente pero algo me decía que Nathan era más perspicaz y pudo notar mi inquietud al instante.
—Vamos, puedes decírmelo, Seev. Sé que no estás bien, la extrañas. Todos se han dado cuenta. No eres el mismo desde que…
— ¿Sabes? Creo que iré por una cerveza y… —hice ademán de levantarme y tenía planeado correr lejos de él pero James apareció de quién sabe dónde y me aplastó sobre el sillón.
Mi cara de pocos amigos era muy evidente.
—Diablos, ¿de qué va todo esto? ¿Acaso ambos se complotaron para joderme la noche? 
Ahora era el Siva Kaneswaran enojado que muy pocos conocían. La situación me había sobrepasado de un segundo para el otro, el nudo en mi estómago me decía que debía huir de allí lo más pronto posible. Hablar de ella no era lo correcto, no para mis sentimientos. 
—De acuerdo, hombre —. Jay dijo, poniendo las manos en alto en señal de rendición—. Si no quieres hacer esto entonces nos acompañarás esta noche al club. No te has divertido en un largo tiempo, estás encerrado en tu propio mundo, Siva. Necesitas esto. Diversión. Ya sabes, música, alcohol…chicas —, me guiñó el ojo.
No necesitaba chicas, no necesitaba nada de eso. Solo la necesitaba a ella.
Lancé un suspiro de angustia y levanté la mirada, solo para encontrarme con dos pares de miradas atónitas. Me di cuenta entonces que tal vez había dicho aquello en voz alta.
Estaba perdiendo el control de todo.
— Vaya. Entonces sí la extrañas —, agregó Jay mientras se tiraba los rulos que tenía sobre la frente hacia atrás. Se había puesto en un modo serio, algo terriblemente fuera de lo normal para alguien como él.
Nathan lanzó una risita.
—Bueno, de todos modos, me alegra que hayas dicho eso —dice, cruzándose de brazos y dedicándome una mirada de absoluta aprobación.
Lo miré sin entender.
James golpea mi espalda con una sonrisa cómplice en sus labios y toma asiento en el apoyabrazos de mi sillón, el menor de la banda tiene una cara de un niño en medio de una travesura y me regala una última sonrisa mientras se acerca a la puerta del estudio.
—Te gustará esto —, susurra McGuiness y yo creí enloquecer porque nunca había entendido menos lo que estaba sucediendo a mi alrededor.
Entonces, Nathan abre la puerta y una pequeña figura esperaba allí, en absoluto silencio y muy quieta como si en realidad no supiera muy bien que debería hacer. 
El nudo en mi estómago desapareció.
Era ella. La persona con la que estaba luchando por olvidar. 
Todo acabó para mí cuando cruzó el umbral y sus labios se estiraron en una sonrisa tímida.
—Alguien me dijo que parecías extrañarme mucho, Siva —dijo. Escuchar su voz después de tanto tiempo se sintió como una caricia en toda mi piel, agradecí estar sentado porque de pronto me sentía débil —. Así que, aquí estoy.
Mordí mis labios intentando no sonreír pero después de microsegundos, me di por vencido. Había olvidado lo que se sentía sonreír porque realmente lo sientes.
James tenía razón. Esto me gustaba.
Tenía a la mujer que amaba de vuelta frente a mí.