SUEÑOS ADOLESCENTES

Capítulo anterior...
Ambos buscaron la mano del otro y la tuvieron entrelazada durante el resto de la película. Fue un gesto sencillo, pues además no había luz que pudiera desvelar sus sonrojos, ni nada que les hiciera separar las manos. Y aquello era sólo un pequeño principio para todo lo que estaba por llegarles.


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Capitulo cuarenta y seis.

Los dos chicos salieron del cine llevando sus respectivos tiestos con palomitas casi terminados de comer. 

-Bueno, he visto otras mejores, pero tampoco ha estado demasiado mal… -comentó Louis. 
-Sí, demasiado fantástica para mi gusto –dijo la chica.
-A ver, se supone que si vas a ver una película en la que saber que el protagonista aparece en Marte y demás, va a ser fantástica.

Elena cogió una palomita de su cartón y la masticó pensativa.

-Ya, pero no solo me refiero a eso… Sí, esa parte tenía algunas cosas demasiado exageradas, pero sobre todo me parece fantástico en cuanto a los sentimientos de los protagonistas. 
-Pues como en todas las películas.

La muchacha miró a Louis, que se encogió de hombros.

-¿Qué? Es la verdad.
-Bueno –hizo una mueca-, pero a veces exageran más y a veces menos. Y esta película está más que exagerada. Es que vamos a ver, se conocen los protagonistas y tres segundos después ya se han enamorado…
-Eso no es tan fantástico si crees en el amor a primera vista –apuntó Louis llevándose unas cuantas palomitas a la boca.
-Yo no creo en el amor a primera vista, creo en la atracción a primera vista.
-Pues quizás los protagonistas sólo se sentían atraídos.
-Yo no haría todo lo que John Carter ha hace por la princesa por alguien que simplemente me atrae.
-Todo depende del grado de atracción –añadió él.

Elena no supo qué contestar a aquello. Tenía la sensación de que la conversación había adquirido algún tipo de doble sentido que les incumbía a ellos, pero tampoco estaba segura de que no fueran imaginaciones suyas. Prefirió cambiar de tema.

-Bueno, dejando la película aparte, ¿te apetece ir a los recreativos o algo así?
-Ah, ¿que también tenéis recreativos? –se mostró asombrado para meterse con la muchacha.
-Pues sí –le sacó la lengua en un gesto inconsciente, pero al darse cuenta la ocultó rápidamente y se ruborizó-. Que no seremos muchos en la ciudad, pero un centro comercial en condiciones tiene que haberlo, digo yo.

Louis negó con la cabeza y de repente sonrió con expresión pícara.

-¿Qué? –preguntó la chica al verle la cara.
-¡El último que llegue a los recreativos paga! –exclamó de repente.

Elena rió.

-Si tú no sabes dónde… -comenzó a decir, pero él ya había empezado a correr.
-¡No vale que se te caiga ninguna palomita! –gritó el joven desde unos metros más adelante, corriendo.

Elena agarró con fuerza su cartón con palomitas y salió a toda velocidad tras Louis, esquivando a todas esas personas que se cruzaban en su camino y que la miraban extrañadas. Se guiaba por la risa de Louis, pues casi no podía ver su camiseta de rayas blancas y azules entre aquel gentío. Además, descubrió que ella misma estaba riendo mientras corría. Aprovechó un momento en que el chico dudó sobre qué camino escoger, y consiguió adelantarle y llegar hasta los recreativos antes que él.

Paró en la puerta, apoyando las manos en las rodillas y resollando. 

-¡Te he ganado! –dijo cuando Louis llegó, un par de segundos después que ella.
-Pero tú sabías el camino –bufó él, que no parecía cansado.
-Y tú has empezado con ventaja.
-Eso no cuenta.
-¡Claro que sí!

Rompieron a reír de nuevo, y el joven se metió las manos en los bolsillos de los pantalones.

-¿Entramos? –preguntó.

Elena asintió con la cabeza.

-¿A qué quieres jugar, perdedor?
-Ja, ja, ja –rió irónicamente-. Me da igual, ganadora tramposa.
-Encima de que la carrera la has propuesto tú… Bueno, mejor, así elijo yo –caminó por entre los pasillos con máquinas de distintos juegos, y él la siguió-. Ya está, a esto.
-¿Carreras de motos? –se asombró Louis.
-Ajá, ¿no te gustan? –alzó una ceja.
-Sí, sí, por supuesto que sí. 
-Te recuerdo que has perdido la carrera… -comentó Elena como quien no quiere la cosa.
-Ah, es verdad, pago yo.

Louis sacó una mano del bolsillo delantero del pantalón y la metió en el trasero. Unos segundos después sacó un billete de cinco euros. 

-Aquí pone que nada de billetes –dijo Elena mirando la máquina.

Él suspiró, exasperado. 

-A ver si me cambian esto en el mostrador.

La pareja caminó hacia una mesa en la que normalmente había alguien, pero en aquel momento ese alguien no estaba allí.

-¡Oh, no jodas! –protestó él.
-Vamos a esperar, a lo mejor viene pronto. Yo es que no tengo dinero suelto para cambiarte –rebuscó en su cartera, pero no encontró nada y la guardó.

Justo al lado derecho del mostrador estaba la entrada de un área de colchonetas, piscinas de pelotas, bolas gigantes y demás, de donde provenían constantes gritos de júbilo de niños pequeños.

Louis desvió la vista hacia allí, y Elena vio en sus ojos la mirada que había puesto un segundo antes de proponer la carrera que se acababan de echar. 

-Louis… ¿qué planeas? –preguntó con cautela y curiosidad a la vez.

Él no respondió con palabras, sino que señaló una vez con la cabeza ese sitio. 

-¡Ah, no! ¡No, no, no! –dijo ella al adivinar lo que pretendía hacer- ¡No me pienso meter ahí!
-¿Por qué no? Será divertido –daba saltitos como un niño pequeño, emocionado.
-¡Porque eso es para críos! ¿Cuál es la edad máxima para entrar ahí? ¿Diez años? Seguro que con dieciséis está prohibido, y con… ¿diecinueve? –él asintió-, y con diecinueve te llevan a la cárcel por psicópata. 

Él rió.

-Nadie nos va a ver.
-Eso es lo que tú te crees.
-Por favor –suplicó Louis.

Elena miró la entrada y pensó que nunca había hecho nada parecido… Tal vez sería un buen día para estrenarse. Y a Louis parecía hacerle ilusión…

-¡Vale! –entrecerró los ojos- Pero como nos pillen digo que me has obligado.
-Como quieras –aceptó él, rebosante de felicidad.

Los jóvenes caminaron hacia la entrada del área de colchonetas. Louis iba despreocupadamente, pero Elena miraba constantemente a su alrededor, esperando que en cualquier momento apareciera la muchacha del mostrador para llamarles la atención.

-Relájate –le dijo el chico-. Así es como se nota cuando te estás colando en algún sitio.
-Lo siento, es que no suelo hacer estas cosas, ¿sabes?

Él sonrió.

-Ya lo noto.

Cuando llegaron a la puerta, se dieron cuenta de que hacía falta una tarjeta para abrirla.

-Mierda –murmuró Louis.
-Hay que ver, te ahogas en un vaso de agua, eh. –le reprochó la muchacha, y como no le había gustado que se metiera con ella, añadió-: Dame tus cinco euros.
-¿Qué? –la miró confuso.
-Tú dame los cinco euros y espera aquí, coño –extendió una mano en la que él depositó el dinero tras dudar un poco.

Elena caminó tan despreocupadamente como pudo hacia el mostrador, vigió que  nadie la observaba y cogió una tarjeta que colgaba de una esquina del monitor del ordenador que tenían allí. Supuso que sería esa. Dejó los cinco euros en el mostrador, colocándolos debajo de un bolígrafo para que no se volaran ni nada por el estilo, y volvió tranquilamente hasta donde Louis la esperaba boquiabierto.

-¿Qué? –preguntó ella con autosuficiencia mientras abría la puerta; había acertado con la tarjeta- No me gusta no pagar si hay que hacerlo, y aquí, de hecho, hay que pagar. Así que… Además, me lo debías por haber perdido la carrera.

El joven la miró perplejo, pero poco después una sonrisa ocupó su rostro.

-Eres… -comenzó.
-¿Increíble? –le interrumpió ella.
-Iba a decir impredecible, pero si prefieres lo otro, también lo eres.

Ambos rieron.

-Bah, no importa. Vuelvo enseguida.

Igual que había hecho para coger la tarjeta, Elena fue hasta el mostrador y la dejó en el lugar del que la había cogido.

-Aprendes rápido –admitió Louis cuando ella volvió.
-Gracias, gracias –saludó con la mano imitando a los reyes-. Dentro de poco, robo bancos sin que se den cuenta ni las cámaras.
-Pues espero que me des parte de los beneficios por haberte enseñado, ¿no? –Louis traspasó la entrada y sostuvo la puerta abierta para que pasara su acompañante.
-Más quisieras tú –dijo ella, caminando con el mentón exageradamente alto.

Una vez que la pareja entró, se encontraron ante un mar de niños que corrían de aquí para allá, saltando de colchoneta en colchoneta, algunos subiendo por unas escaleras, también acolchadas, que llevaban a un segundo piso lleno de cosas similares a las del primero, y otros bajando por unas barras como las de los parques de bomberos, pero, como no, cubiertas por colchoneta.

-Aquí es materialmente imposible hacerse daño al chocarse con lo que sea –observó Elena.
-Y que lo digas.

Ambos permanecían de pie, quietos, por fin dentro de la zona de colchonetas, pero sin saber qué hacer.

-¿A ver quién encuentra antes la piscina de bolas? –propuso Louis.

La chica asintió con la cabeza, y los dos echaron a correr al mismo tiempo, cada uno en una dirección. Él se quedó en la planta de abajo, y Elena optó por la de arriba. Subió las escaleras ayudándose con las manos, y salió disparada a una especie de habitación cuya pared no era más que una red. Entró, agachándose un poco para no darse en la cabeza, pero allí dentro sólo había dos camas elásticas y una niña saltando en ellas. 

Al salir giró a la derecha, pero al ver unas bolas gigantes, se dio la vuelta: aquello no podía ser. Finalmente, entró en otra habitación en la que no había ningún niño, y al mirar al suelo se encontró con una piscina de pequeñas bolas de colores. Sonrió triunfal. La había encontrado antes que Louis.

Pero entonces, una cabeza asomó de entre las pelotas.

-Bú –dijo Louis.
-¡Ah! –se sobresaltó- Dios, qué susto.
-Has tardado un rato en encontrarla, eh –se acercó al borde de la piscina, donde estaba la muchacha.
-¿Pero cómo…? Si no te he visto y he estado todo el rato por aquí.
-Tengo mis métodos –respondió él en tono misterioso.
-Ya veo, ya.

Él agarró a Elena del pie e hizo que cayera en la piscina.

-¡Eh! –se quejó.
-¿Qué? –Louis rió.
-Bah, es igual –ella rió también; cogió una de las muchas pelotas que había y se la tiró al chico a la cara.

Cuando la pelota le dio en la frente, Louis comenzó a acercarse poco a poco a Elena, que se desplazaba hacia atrás, divertida, hasta que chocó con el borde.

-No vuelvas a hacer eso –dijo el joven en un tono que intentaba ser serio.
-¿O qué? –preguntó ella, mordiéndose el labio inconscientemente.
-O recibirás tu merecido.
-¿Como por ejemplo?

Louis apoyó ambas manos en el filo de la piscina, de modo que sus fuertes brazos creaban una prisión de la que la muchacha ni podía ni quería escapar. Elena contempló sus músculos en tensión, y no pudo evitar mirarle a los ojos con un asomo de deseo.

Louis eliminó toda distancia entre sus cuerpos y la besó con pasión. Elena agarró el pelo del chico con una mano, y con la otra rodeó su cuello, para impedir que sus labios se separasen. El inglés, por su parte, envolvió la cintura de la muchacha con un brazo, esquivando las bolas de la piscina, que les llegaban hasta el pecho, y la pegó contra sí como si quisiera que sus cuerpos se fundieran en uno solo. Louis le besó todo el cuello dejando un momento para que ella tomara aire, pero su respiración era cada vez más irregular, y le costaba pensar con claridad. Se apretó contra él y buscó sus labios cálidos con los de ella. 

¿Qué más daban los niños que corrían por allí y que podían entrar en la habitación en cualquier momento? ¿Y qué más daba si ella se había propuesto tomarse las cosas con calma, para antes asegurarse de que Louis no le haría daño? En ese momento, nada importaba. Sólo estaban ella y él, él y ella. Entonces deseó que aquel instante no acabase nunca.

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En el próximo capítulo...
"Blanca... -intentó él, impotente."
""Estaba enamorado de ella, y sabía que la muchacha sentía lo mismo, pero ahora estaba confusa"


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¿Qué os ha parecido? *-* Qué lindos son, ¿no? Al final no han sido Blanca y Niall, pero Elena y Louis también son akjsdbahjsbdahjsdbahjsd. Espero que el capítulo os haya gustado. 

Siento haber tardado en subir, pero entre que no llegaba a los 30 comentarios y que estoy de exámenes finales... es casi imposible. Por favor, os lo suplico, si leéis la novela COMENTAD EN TWITPIC o MENCIONADME, es extremadamente importante para mí.

SIN 30 COMENTARIOS NO SUBO NUEVO CAPÍTULO.

Ya lo sabéis, pero os lo repito, muchas gracias por todo, sois las mejores, os quiero.


AbstractLands.