Octavo capítulo: Evasión de la realidad. 

Nota: Hola. Siento ponerme pesada con las notas, pero en este capítulo quería aprovechar y poneros mi ask: http://ask.fm/thankskidrauhlx para cualquier pregunta sobre la novela o cualquier duda que tengáis acerca de ella. 
Por supuesto si queréis preguntar algo que no tenga nada que ver con la novela, adelante. Os dejo con la novela, gracias otra vez por todos los comentarios. Sois increíbles. 


Le miré, divertida y confusa al mismo tiempo. Me encontraba sin fuerzas para subir las escaleras, pero lo hice igualmente. Me dejó subir primero, y accedí a la habitación. Me apoyé en la puerta del baño, que estaba a unos pocos metros de la cama, mientas Justin se quitaba la camiseta. Me noté como enrojecía. Me dio otro pequeño mareo, y decidí que era hora de comer algo. 


-	Justin, voy a bajar abajo a coger unas cosas un momento, no tardo. 
-	¿Te vas a poner guapa para mí? – Él ya yacía sobre la cama con las dos manos apoyadas detrás de su cabeza. Cogí la almohada que tenía a mi alcance y se la tiré a la cara. “Idiota”, dije entre risas. Oí su dulce risa mientras bajaba las escaleras.


Abrí la puerta de la nevera silenciosamente y, mientras calentaba un pequeño plato de macarrones del día anterior, me agaché a coger una manzana. El pitido del microondas me distrajo de mirar la tele que había puesto a bajo volumen. Apoyé el plato sobre la mesa, cogí un vaso de agua y empecé a cenar lo más rápido que pude para que Justin no pudiese verme.
Lamentablemente, no salió como esperaba. La puerta de la cocina se abrió sin ni siquiera ser golpeada. Justin entró e hizo una mueca de interrogación con la cara.

-	Creía que no tenías hambre. – Dijo mientras desplazaba una silla y se sentaba a mi lado.
-	No, no tenía. – Intenté sonar convincente. – Me ha venido de repente.
-	Claro, al verme a mí. – Me robó el tenedor de las manos para meterse en la boca un pinchazo de macarrones.
-	Seguro que es eso. – Dije mientras me apartaba de la mesa. 
-	¿Ya no comes más?
-	No, ya… - No podía decir que había cenado, porque era obvio que no. El sonido de mis tripas me volvió a jugar una mala pasada.
-	¿Te incomoda que te vea comer? 
-	¿Qué dices, Justin? Claro que no. Es sólo que no tengo hambre. 
-	Dani, ¿te pasa algo? No comes desde ayer. Y no me digas que no tienes hambre cuando tus tripas no paran de rugir. 
Negué con la cabeza, apartando un poco más el plato de mí, bebí un sorbo de agua, y, cuando me dispuse a levantarme de la silla, Justin tiró de mí hacia abajo. 
-	No te voy a dejar moverte de aquí hasta que no hayas comido algo. Si te lo tengo que dar yo, te lo daré. – Ahora sonaba más divertido. – Cogió el tenedor y se puso a hacer giros con él mientras chapuceaba con la boca imitando a un avión. – Venga, abre la boca que va a aterrizar. ¡Brrrrrrm!
No pude evitar soltar unas cuantas carcajadas. - ¿Qué estás haciendo Justin? – Dije sin dejar de reír. – Anda, dame el tenedor. 
-	No, abre la boca, venga. – Entre risas, consiguió hacerme comer el plato entero. Me sentía mucho mejor. Depositó un sonoro beso sobre mi mejilla y llevó el plato y el vaso al lavavajillas. 


Una vez fuera de la cocina, volvimos a subir a la habitación. Antes de que pudiese darme cuenta, Justin ya estaba tumbado en la misma posición de antes en la cama. Dándole la espalda, metí mis manos por la espalda, debajo de mi camiseta, para desabrocharme el sujetador. 

-	¿Me vas a hacer un striptease? – Noté el aliento en mi cuello mientras me susurraba al oído y sus manos recorrían mi cintura. Me estremecí a causa del escalofrío producido por el tacto de su piel. 
Me alejé lo bastante como para que no pudiese tocarme. – Justin, si no te vas a poder aguantar una noche, me voy al sofá. – Traté de sonar enfadada, pero fracasé. 
-	Algún día iré a visitarse al convento. – Dijo mientras reía volviendo a la cama. 
-	Cada día eres más idiota, deberías ir al médico a mirártelo. – Me tumbé a su lado dándole la espalda mientras apagaba la luz. Se pegó más a mí, abrazándome desde atrás.
-	Era broma, tonta. – Me dio un pequeño beso en el cuello y, sin alejarse de mí, se durmió en cuestión de pocos minutos. 


Normalmente me costaba dormir, durante la noche solía darle vueltas a todas las cosas que ignoraba durante en día. Pero hoy estaba cansada, más de lo habitual. Apoyé mis manos en las suyas que me estaban rodeando, y cerré los ojos hasta la mañana siguiente. 

Las finas gotas de agua rebotando sobre la ventana de la habitación me hicieron despertar. Seguíamos en la misma postura en la que nos habíamos dormido, pero algo más destapados. Me di la vuelta sin liberarme de sus brazos y me quedé cara a cara con él. Cuando estaba dormido tenía una cara de niño pequeño, de un niño que no había roto un plato en su vida. Pero cuando salíamos por ahí era todo lo contario, era una de las personas más temidas de entre las bandas, cuando a mí me parecía que era incapaz de hacer daño a alguien. Desenlacé con cuidado sus manos, y me levanté de la cama, haciendo el menor ruido posible. Me encerré en el baño, me volví a poner el sujetador, y me lavé la cara con agua fría, aunque ya estaba completamente despierta. Salí y casi arrastrándome por la pared, bajé a preparar el desayuno. 


Puse MTV para escuchar algo de música mientras hacía las tortitas. Oí pasos bajando las escaleras, seguí sin detenerme. Escuché la puerta abrirse y entró Justin, todavía rascándose los ojos para despejarse. 

-	Un cubo de agua fría viene muy bien por las mañanas. Pruébalo. 
-	Un poco de sexo por la noche también. Pruébalo. – Me imitó con tono de burla. Puse los ojos en blanco, y llevé dos platos a la mesa, no sin antes preguntar la duda que tenía desde que apareció anoche en la puerta. 
-	¿Por qué has venido esta noche a dormir? – Se encogió de hombros. 
-	¿Acaso te molesta?
-	Te he preguntado por qué has venido, no me respondas con otra pregunta. 


Antes de que pudiese abrir la boca para responderme, se lanzó a atender la llama de su móvil. En menos de un segundo se volvió tenso, con la mirada clavada en el suelo. 

-	¡Te dije que me dejases en paz! ¿Qué te queda para seguir amenazándome? ¡Eres un puto imbécil! ¡No te tengo miedo! – Colgó. 
-	¿Todo bien? – Me preocupé.
-	Sí, solo era mi padre.

¿Solo su padre? ¿Su padre? Por mucho odio o rencor que le tuviese, ¿cómo le había hablado de esa forma? Decidí no hacer más preguntas acerca del tema. Me limité a sentarme junto a él en la mesa e intenté encontrarle con la mirada. Pero la suya estaba perdida entre las tortitas. Dándolas vueltas y vueltas con el tenedor sin llevarse un bocado a la boca. Decidí romper el hielo.


-	¿Me va a tocar a mí ahora hacer el avión para que comas algo? – Me miró durante unos segundos y volvió a apartar la mirada. No pude adivinar el tono con el cual me había mirado. – Eh, Justin, ¿estás bien? 


Al igual que yo la noche anterior, se retiró de la mesa dejando el desayuno en el plato. Subió corriendo las escaleras y, antes de que me diese tiempo a seguirlo, ya estaba abajo de nuevo completamente vestido. “Tengo que irme.” musitó, y dio un leve portazo antes de desaparecer. 
Salí tal cual estaba vestida detrás de él, manteniendo cierta distancia para que no pudiese verme. Justin caminaba con la cabeza agachada y con paso decidido en dirección a su casa, acelerando cada paso que daba un poco más, incluso tuve que correr. Me quedé escondida en una de las paredes del callejón que daba antes de llegar a su casa, desde donde podía ver la escena perfectamente. Un hombre de unos 40 años con buena apariencia y vestido de traje estaba situado ahora en frente de Justin, con gestos amenazadores. 

-	No me hagas perder más el tiempo, Justin. – Dio un paso más hacia él. – Dámelo. – Justin negó con la cabeza, sin perder autoridad antes las amenazas, del que supuse que era su padre. – Justin, o me lo das o te mato. 
-	Aquí no va a morir nadie. – Intervení. 
-	Daniela, ¿qué cojones haces? ¡Vete de aquí ya! – Se acercó y me empujo fuera del espacio que había entre ellos dos.
-	¡Suéltame! – Le ordené. Empecé a sacudirme cuando vi que no me dejaba. – Justin, suéltame. 
-	¡Que te pires, Daniela! 

El señor sacó una pistola y apuntó hacia nosotros. Justin me aseguró detr