All that you are.

Capitulo 4.



Eran las diez de la noche y yo seguía esperando a Marta. La había llamado a casa y me había dicho que en diez minutos estaba aquí… y ya había pasado media hora. Cuando la señora se digno a llegar la cogí del brazo y directamente la subí a mi habitación. Lo sorprendente de todo es que cuando se sentó encima de mi cama me fije que en realidad no llevaba nada de lo que se pudiera decir que era un gran regalo para ponerse como se había puesto. Nada. Iba tan ligera ella con su bolso y una bolsa de chucherías. 

-¿Y bien, donde esta el regalo? No se, me esperaba algo más…-Marta no me dejo acabar la frase.

Me puso justo en frente de la cara un sobre. Un sobre. 

-Va, ¿a qué esperas? Mira dentro.

Le quite el sobre de la mano y lo abrí. Vale, esto no me lo esperaba. Desde: Barcelona Destino: Londres (Luton). No pude decir nada en ese momento. Londres. Un viaje a Londres es lo que le habían regalado a la loca de Marta. Como Galaxy Defender que era, no llevaría también unas entradas para McFly para ser todo más perfecto? Resultó que no. Todo era porque cuando su padre le preguntó que quería como regalo de cumpleaños a ella no se le ocurrió otra cosa que pedir un viaje para ir conmigo. Ni siquiera me lo había dicho. Así que de repente me encontré con un billete para ir a Inglaterra y yo tan ilusa de mi a veces creí que no sacaría el tema del que yo intentaba huir.

-Y podremos ir a verlo. 

Me quede callada porque en realidad no tenía nada que decir. No estaba preparada para ello. No nos podíamos convertir en dos locas extranjeras persiguiendo a un chico como si lo conociéramos de toda la vida. No. 

-Marta, no creo sea necesario que se convierta en el objetivo del viaje. No decías que querías ir a un Starbucks en Londres por idiota que parezca? ¡Lo podremos hacer!- Ella era demasiado lista como para dejarme cambiar de tema tan a la ligera. 

-¡Claro! Ya lo tengo. Cuando lo encontremos le podrías invitar a un Starbucks, así como en las películas. 

No me escuchaba y no me quería hacer caso. Vivir ese amor por dentro te hace crear a veces algunas expectativas que no deberían estar ahí. ¿Y si me ilusionaba y no le encontraba? ¿Y si al vernos creía que estábamos locas? Bueno, la verdad que Marta pensara nada más en ese tema al tener los billetes en la mano no era normal. Acaso yo le había dicho algo de ir a buscar a Dan? No. Sé que él es la cosa más preciada del mundo, pero no le estaba cada segundo recordándole que al ir allí también podría encontrarlo a él. 

-Oye, ¿y para cuando los billetes?- le dije al acordarme de que se estaba empezando a emocionar demasiado con el “podríais ir allí, y cuando le veas no hagas esto y yo voy contigo pero después os dejo solos…” solos ¿donde? Le tenía que parar los pies. 

-Para la semana que viene. 

-… 

-Si, ya lo se. Tenemos clase pero es que se ve que la casa a la que iremos estaba llena para cuando nosotros tenemos puente. No podemos ir en Navidad- me miró con cara de tristeza. Muchas veces habíamos hablado de ir a Londres en Navidad, ella a pesar de preferir el invierno se había contagiado de mi espíritu navideño de cada año y mis charlas de lo bonito que tenia que ser todo aquello ayudaron mucho a que ahora también tuviera el sueño de pasar las fiestas allí. Había dicho casa. Así que le pregunte sobre eso.

La casa se ve que era de una mujer escocesa que se dedicaba a acoger jóvenes que viajaban solos. Ahí solo se comía por la noche y se desayunaba. Me hizo mucha gracia cuando Marta me dijo que a su padre le habían dicho que lo más probable fuera que dormiríamos con gente de otros sitios del mundo ya que las habitaciones eran literas. Se que no parece gracioso, pero es que ella al decir eso se aceleró como siempre y puso una cara como de “ya verás como nos toquen chicos” como no, ella siempre pensando en lo mismo. En momentos yo me preguntaba si se olvidaba de él pero me soltaba un “Solo alegro la vista ya que yo no puedo alegrar la de él” no le encontraba sentido a nada de lo que esta chica decía, era Marta puramente en su estado de cada día.

Como ya era costumbre nos pusimos a ver Love Actually después de toda esa charla. Por suerte al sacar el DVD de la estantería se olvido de todo lo demás. Esa era Marta, un momento te tortura por algo y cuando sacas las palabras navidad, película y Londres en la misma frase lo borra todo y empieza de nuevo. Era nuestra película favorita y no podía faltar nunca. Al final no lleguemos a terminarla que ya nos habíamos quedado dormidas.