Novela ‘Desigual’

Capitulo 50.

En el capitulo anterior…

-No quiero esta vida.
-No digas eso.

Escuché que gritaban mi nombre. Miré en ese sentido y vi a lo lejos a Jen y a Juli hacerme señas con las manos. 

-Parece que debemos ir... ya... -dijo Justin levantandose y tendiendome la mano. ¿qué pasaba?

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Caminamos apresuradamente hacia ellos. Justin tomaba mi mano con firmeza.

-¿Qué sucede? – pregunté mirandolos. Ellos se miraron y luego a mí.

-Llamaron del hospital. – Se limitó a decir Jen.

-¿Y? 

-Sara… está allí. La internaron. 

Y no quise preguntar más. Corrí. Mi objetivo era salir de allí lo más pronto posible. Tenia que ir a ver a Sara. 

-Caro, tranquila. 

Sentí la voz de Justin a mis espaldas. Deteniendome con ambas manos. 

-Pero debo ir ya…

-Lo sé. Pero primero cálmate.

Hizo que centrara mi mirada en sus ojos. Respiré hondo. 

-Hablé con Julián. Me indicó cuál es el hospital. ¿Vamos? – me ofreció tomar su mano con una leve sonrisa. 

-Vas a perderte las clases, Justin. – él levantó los hombros como respuesta. Sonreí y tomé su mano. 

El hospital no era muy lejos. Pero estábamos a pie, y sumando mi preocupación era más eterna la llegada.

Entramos en una gran clínica. Había mucha gente. Madres con niños. Mayores esperando turnos. Doctores que caminaban rapidamente por los pasillos con hojas en sus manos. 

-Hola, disculpe. – habló Justin a una chica que se encontraba detrás de una ventanilla - ¿Podría indicarnos la habitación de Sara _____? 

La chica, tal vez no mucho mayor que nosotros. Se detuvo unos instantes a observarnos. Me molestó su reacción, y más cuando Justin le sonrió coquetamente. Rodee mis ojos mientras la chica tecleaba.

-Sala 14 – indicó la chica sonriendole a Justin. 

Antes de que él hablara lo tomé del brazo alejándolo. 

-Gracias – la fulminé con la mirada y tironee del brazo de Justin. 

Caminamos por los largos pasillos en busca de la  habitación. 

-Entra. Te espero– me dijo Justin mirandome. 

Asentí y abrí la puerta. Allí estaba Sara. En la camilla. Mirándome con una sonrisa. Caminé a ella y la abracé. 

-¿Qué pasó?

-Nada cariño. Nada importante – intentó calmarme. 

-¿Nada importante? ¿Y estás aquí? 

Ella sonrió. 

-No es nada grave, tranquila. 

-Pero me han dicho que llamaron al instituto porque te acaban de internar Sari – le tomé la mano. 


-Si, pero ya estoy bien – me sonrió y vio mi cara de inseguridad – solo estaba mareada,  me bajó un poco la presión, es todo 

Sentí algo. Como que no lo comprendí del todo. Pero bueno, ella estaba bien y era lo que importaba.

-Bueno – sonreí.

-¿Viniste sola cariño? 

-Vine con Justin, está fuera 

En ese momento la puerta se abrió. Me giré sonriendo pensando que era Justin… pero no. Era un doctor. 

-Buenas tardes –saludó.

-Buenas tardes doctor. 

-¿Cómo se siente? – le preguntó a Sara. 

-Mejor, mejor- respondió ella. 

-Bueno. Tengo los resultados del analisis, mire…

-Caro, estoy bien cariño. Ve a la escuela ¿si?

La miré. 

-Pero… ¿te vas a quedar aquí?

-Si cariño. Luego nos vemos. 

Me acerqué, le di un beso y miré al doctor, quien me miraba sin decir nada .

-Hasta luego – dije y me fui. Me sentía extraña. 

Justin al verme se paró del asiento rápido. 

-¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara? 

-No lo sé. 

-¿Sara está bien?

-Sí… lo está.

-¿Entonces?

-No lo sé. – toqué mi cabeza. –Ya vamonos. 

Salimos de la clínica. Justin me rodeaba con su brazo, mientras caminabamos lentamente. 

-¿Quieres ir al instituto ya?

Negué. 

-¿A dónde quieres ir?

-A casa. 

-Bueno, vamos. 

-Pero si quieres ve al instituto. Yo sé irme de aquí.

-No voy a dejarte sola.

-Pero me siento mal si faltas a clases. 

-Y yo me siento mal si te dejo. 

Vi sus ojos  mieles mirándome con detenimiento. Y una sonrisa esbozarse en sus hermosos labios. 

-Bueno – me reí y me  besó los labios. 

Caminamos por alrededor de cinco minutos, y ya habíamos llegado. Abrí mi bolso y busqué la llave. La giré en la puerta  y entramos. 

Dejé el bolso en el sofá, Justin me imitó, y miré la hora. Tenía hambre.

-Tengo hambre – me quejé.

-Igual yo – se rió. 

-Vamos a ver si hay algo para comer en la cocina, ven – lo jalé del brazo. Él se negó a moverse y me acercó a él. Me tomó de la cintura y me levantó en el aire. Cargándome.

-Te peso Justin – le avisé.

-No es cierto – sonrió y fuimos a la cocina. Riendo. Luego Justin me bajó  y seguimos riendonos. Nos giramos y notamos la presencia de alguien allí.

-Ho…hola. – dije algo asustada. ¿Quién era ese chico? Morocho. Ojos verdes. Alto. Era guapo a decir verdad…

-Hola – sonrió. Justin lo miró con fastidio. –Tu debes ser Carolina ¿No?

-Sí. Él es Justin – lo señalé y ambos se miraron de arriba-abajo. –Y a todo esto, ¿Qué haces en mi casa? – intenté decirlo algo disimuladamente, pero soné alterada. 

-Voy a estar contigo el tiempo que Sara esté en el hospital. 

-¿Qué? – dijo Justin molesto. Él asintió. Y yo lo miré.

-¿Cómo? Pero… Sara… ¿Qué? – empecé a marearme con tantas noticias. Justin me acarició de los hombros. Intentando tranquilizarme por más que ni él entendiera. 

-¿Y tu eres? – preguntó Justin.

-Me llamo Mark. Soy el nieto de la vecina de Sara. Esmeralda. Es gran amiga de Sara y bueno… como vivimos al lado. Sara no quería que te quedaras sola estos dias. 

-¿Qué? ¿Sara sabe que tiene que quedarse más tiempo? ¿Y por qué dices ‘estos dias’? 

-Sí, lo sabe. Llamo hace como media  hora a la casa de mi abuela. 

Justin lo miraba con desprecio. 

-¿Y vas a quedarte aquí con ella por estos dias? – dijo celoso. Mark asintió. Me miró interrogándome con la mirada. 

-Mark, ¿Me dejas a solas con Justin un segundo? Mark asintió y se fue a la sala. 

-No quiero que te quedes con él. – dijo firme cruzándose de brazos. 

-Justin. 

-Es en serio Carolina. – dijo diciendo mi nombre con cierta molestia. 

-No me hables así – me quejé. –Además… Parece simpático. 

Me miró mal. 

-Claro que te parece simpático, casi te babeas cuando te habló.

Lo miré y me reí. Estaba demasiado celoso.

-Ay Justin, estás celoso – me reí.

-No estoy celoso – se defendió. –Sólo creo que este chico no es lo suficientemente responsable para cuidarte. No me da buena espina- se hizo el serio. Lo miré seria por unos instantes y comencé a reirme. 

-voy a estar bien, y por lo otro… no te preocupes que al único que quiero es a ti. – le sonreí tomándole las mejillas y le besé la nariz.

Justin no aguantó enfadarse. Me sonrió y sentí sus manos en mi cintura. 

-¿Prometes que me quieres solo a mi? – levantó una ceja jugando con sus manos en mi cintura.

-Lo prometo – le sonreí y nos besamos.

Pero a veces… no todo es color rosa. Y eso Carolina lo sabía muy bien.