{I´d cross the world for someone like you. Cap. 5}

La casa de Justin no era muy grande, pero para dos, era perfecta. Casi todos los muebles eran de madera, era un lugar muy acogedor.  Justin se acercó a mí, y susurrando, me preguntó si tenía hambre, negué con la cabeza. Me sonrió, y con la cabeza, me hizo una pequeña indicación para subir a su cuarto. Cuando entramos,  hice una pequeña inspección en mi cabeza, acto seguido, me fijé en la cama. Era imposible dormir juntos sin tocarnos. 

-¿Vamos a dormir los dos en esa cama? –Dije en tono de burla.
-Si quieres puedes dormir en el sofá, pero no me parece una forma adecuada para tratar a un invitado, y menos tan guapa como tú. –Reímos. 
-Vale, dormiremos en la cama. –Solté un pequeña carcajada. -¿Me pasas algo para dormir? 

Abrió el armario y cogió la típica camiseta blanca. Se acercó a mí, y me la ofreció.

-¿Y los pantalones? No pretenderás que duerma solo con una camiseta.
-Venga, si sabes que no te voy a tocar. El baño está ahí. –Señaló hacia una pequeña puerta pintada de blanca.

Me dirigí a la habitación donde se situaba el baño, cerré la puerta, y me refresqué la cara con un chorro de agua fría. Dejé la camiseta que me había dado Justin en el lavabo, y comencé a desvestirme.  Dudé entre si me quitaba el sujetador o no, pero como nunca dormía con él, opté por quitármelo. Me probé la camiseta de Justin, olía a él. Sonreí como una tonta al notar el olor. Luego me miré al espejo, la camiseta me tapaba lo justo. Terminaba por encima de mis caderas. Tras dudarlo un momento, decidí salir del baño. Justin esbozó una media sonrisa, esa que provoca los chillidos de miles de chicas, y con razón, ¿a quién no le volvería loca? No pude evitar sonreír yo también, disimulaba bastante mal. Me miró de arriba abajo, y afirmó con la cabeza. Yo seguía apoyada sobre la puerta del baño, sin saber cómo reaccionar. Antes de que pudiese moverme,  Justin empezó a quitarse la camisa, luego los pantalones, y siguió así hasta que se quedó en boxes.

-Te puedes quedar ahí pasmada toda la noche, pero te advierto que es más cómoda la cama. –No pude evitar reír ante su comentario, me acerqué a la cama, y me tumbé cubriéndome con las sábanas. 
-Si eres friolera me puedes abrazar, doy más calor que esas sábanas. – Si iba a estar así toda la noche, tenía las risas aseguradas.
-No tengo frío, pero estoy más cómoda tapada.
-¿No confías en mí?
-¿Quieres que confie en ti ya? Te he conocido hace unas horas.
-Llevo 3 años siendo famoso, deberías conocerme.
-Tú mismo lo has dicho antes, conozco a Justin Bieber, a ti no.
-Pues lo primero que deberías saber de mí, es que soy de fiar, y si digo que no te voy a tocar, es porque no te voy a tocar.
-Aunque te pongas más tierno que un osito de peluche, no vas a conseguir que me abra de piernas, lo siento si te funciona con otras. 

Y dicho esto, se formó un silencio, duradero e incómodo. Quizás me había pasado diciendo eso, siempre hablo antes de pensar. Ahora llega la parte en la que me arrepiento. Miré a Justin, estaba tumbado de lado, en mi posición, con los ojos cerrados, pero noté que todavía estaba despierto.  Estaba al borde de la cama, manteniendo las distancias. No pude evitar sentirme mal, y me maldije a mí misma por dejarme caer tan pronto. Me acerqué a él, y hundí mi cabeza en su pecho. Noté como respondió rodeándo mi cabeza entre sus brazos, sonreí, y aunque yo ya había cerrado los ojos, noté como él también sonrío. Me destapé poco a poco, hasta que quedé totalmente al descubierto. Justin, con sus manos todavía rodeándome, adhirió nuestros labios. Yo esbozaba pequeños círculos, sonriendo a la vez que Justin lo hacía, bajó sus manos hasta mi cintura, y empezó a hacerme pequeños círculos sobre la camiseta con su pulgar, elevé mis manos hasta su mandíbula, y empecé a hacer lo mismo con mis pulgares.  Y entre besos interrumpidos por sonrisas, y pequeños masajes, nos quedamos dormidos. 

El sol que penetraba por las ventanas, hizo que me despertarse. Lo primero que hice al abrir los ojos, fue mirar a Justin, seguía dormido, con una pequeña sonrisa en su rostro. Noté como sus manos todavía estaban apoyadas sobre mi cintura. Volví a esbozar un sonrisa y noté su respiración agitándose en mi frente. 

-Buenos días, princesa. – Despertarse así era todo lo que había soñado, no necesitaba estar bañana en oro, ni rodeada de diamantes, ni sobre una lluvia de dinero, que te dijesen ‘princesa’, era más que suficiente para empezar bien el día.
-Buenos días príncipe. – Sonreí. -¿Qué tal has dormido? 
-Genial, es lo que suele pasar cuando duermes con alguien como tú al lado.
-Ya. –Carcajeé. –Oye, siento lo de anoche, en serio. Soy demasiado orgullosa.
-No pasa nada, quizás me pasé piropeando.
-No, piropeando no, mintiendo.
-¡Ah! Que ahora es mi culpa que seas preciosa. –Reímos a compas. -¿Quieres bajar a desayunar?
-Claro. 

Al levantarme, me acordé de lo corta que era la camiseta. La estiré un poco, pero no dio resultado. Noté la sonrisa de Justin clavada en mí. En cuanto entró en el baño, me puse la falda de la noche anterior, inmediatamente, me sentí más cómoda.

-Hombre, si ya estás vestida. –Burló Justin.

Me pasó la mano por la cintura, y me abrió la puerta de la habitación. Salí delante, pero en las escaleras se puso a mi altura. Nos dirigimos hacia la cocina, y tomamos un vaso de zumo con unos croisanes. 

-¿Crees que Caitlin estará despierta ya?
-No lo sé, pero la dije que se inventase una escusa, que quería pasar el día contigo. Así que no hace falta que la llames. –Sonrió pícaro.

Me molestó un poco que no me hubiese pedido opinión, estaba claro que quería estar con él todo el día, y todo el verano si era posible, pero ¿y si no hubiese querido?

-Ah vaya, gracias por consultármelo, ha sido todo un detalle.
-No te enfades, tonta. Te acompaño a casa de Caitlin a que te cambies, y damos una vuelta, ¿te parece?
-Vale, ¿a dónde vamos a ir? 
-A donde quieras, yo ya tengo muy visto este pueblo.
Reí. –Llévame a los lugares que más te gusten.

Subimos otra vez a su habitación y me vestí con la ropa de ayer, él se puso una camiseta amarilla y unos jeans oscuros. Se calzó unas Vans, y nos montamos en su coche.

-Vamos a tardar unos 15 minutos en llegar a su casa.
-Podré aguantarte. –Bromeé. –Por cierto, ¿qué hubieses hecho si te hubiese dicho que no quería pasar el día contigo?
-Nadie me ha negado nunca una cita. –Me guiñó el ojo mientras ponía el coche en marcha.
-¿Quieres que sea yo la primera? –Dije en el tono más enfadado que pude. Que obviamente, no me salió como quería.

Después de una conversación sin mucho sentido, llegamos a casa de Caitlin.

-¿Qué hago si los padres me preguntan dónde está Caitlin?
-Están trabajando los dos, no hay nadie en su casa.
-Vale, bajo rápido.

Abrí y me dirigí corriendo a la habitación para no perder tiempo, sin poder evitar tropezarme con algunos escalones. Abrí la maleta, cogí unos pantalones cortos de encaje blanco roto, con una camiseta azul por debaj odel ombligo, me pase el cepillo un par de veces, y salí corriendo al coche de Justin. Justin estaba apoyado sobre la puerta del copiloto, cuando me vió salir de la casa, la abrió y me dirigió una pequeña sonrisa, se la devolví, pero más grande.

-¿A dónde me vas a llevar? –Le dije cuando ya estaba dentro del coche.
-Adivina. –Metió las llaves y arrancó el coche.
-¿A tu antiguo instituto? 
-¿Estás en vacaciones y quieres visitar un instituto? –Hizo una mueca divertida. -¿Todas las españolas estáis así de locas?
-Vale, pues… ¿a una piscina?
Hizo un ruido con la boca, imitando a una bocina. –Error.

Después de que Justin me negase todas las preguntas que le hacía, me rendí, intentaba buscar sitios originales, pero no se me ocurrían más. Me quedé observando el precioso paisaje que se apreciaba desde la ventana del coche, todo era bosque. ¡Claro!

-¿Me llevas al bosque? –Sonreí segura de la pregunta, tan segura, que casi parecía una afirmación.
-Más o menos, se podría decir que sí. –Y me volví a enamorar de su media sonrisa.

FIN DEL QUINTO CAPÍTULO.

Muchas gracias por leer, sí queréis que os avise del 6º, comentario.