Hola, lo primero que quería hacer es disculparme por el retraso con la novela, si no viene la inspiración, es muy difícil escribir.  Este ya es el capítulo esperado, en el que aparece Justin, por fin. 
{I´d cross the world for someone like you. Cap. 3}
No tenía que haber insistido en que me dejasen dar un paseo por Stratford para relajarme un poco, necesitaba estar sola, pero me había perdido. Caitlin me había dicho que, aunque el pueblo fuese pequeño, era muy enrevesado, y que podría perderme. Justo lo que me había pasado,  podría arreglarlo todo llamándola, pero tenía demasiado orgullo para hacerlo, mis Converses negras estaban empapadas a causa de los charcos que estaba ocasionando la lluvia. Llovía a cántaros, pero no hacía frío, es más, hacía un calor horroroso, aún así, el ambiente húmedo, había hecho que me apeteciese un chocolate caliente. En una esquina, pude ver una pequeña cafetería,  justo lo que necesitaba. 
-Hola, ¿en qué puedo ayudarla? 
-Buenos días,  ¿podría darme un chocolate caliente? 
-Claro, ¿lo quiere con algo?
-No, gracias.
-Muy bien. – Dijo vertiendo un poco de leche al chocolate. – Aquí tiene, son 4 dólares.
Vaya, para ser de una pequeña cafetería, era demasiado caro, eché una mano en el bolso para sacar el monedero, antes de que pudiese poner el dinero sobre el mostrador, una mano con un billete de 5 dólares, se me adelantó.
-Yo lo pago. – Cuando me di la vuelta, pude ver la cara empapada de Chaz, dos mechones de pelo le caían sobre la frente, pero lo que más le resaltaba, era su gran sonrisa.
-De ninguna manera. – Dije metiendo el dinero en su bolsillo. – Ya me has invitado a demasiadas cosas.
-Y más que quedan. – Sacó el dinero y lo volvió a colocar sobre la barra, guardando el mío en mi monedero. – Cóbramelo a mí, por favor.
-Claro, faltaría más. – La camarera le dio la vuelta y se dirigió a mí para entregarme el ticket. 
Aunque hice un indefinido número de intentos por darle a Chaz el dinero que se había gastado en mi chocolate, fue inútil. 
-¿Quieres un poco? Es tuyo, lo has pagado tú.
-No, gracias, ¿has visto el calor que hace? ¿Cómo te compras un chocolate caliente?
-¡Eh, eh! Te he ofrecido chocolate, no te he pedido que me critiques.
-Vale, perdón. – Rió. – Por cierto, esta tarde vamos a ir al aeropuerto de Montreal a recoger a nuestro amigo, supongo que Caitlin vendrá, ¿tú te apuntas? 
-Claro, ¿no le importará?
-A ningún chico en su sano juicio le importaría que una chica como tú vaya a recibirle al aeropuerto. 
-Anda ya, Chaz. – Dije entre carcajadas. 
Después de pasar unas horas riéndome con él,  fui a cambiarme casa, que al final, no que quedó más remedió que pedirle la dirección a Chaz. 
Toqué al timbre varias veces, pero no abría nadie. Saqué la copia de las llaves que me habían confiado y entré.
-¿Caitlin? – Como no obtuve respuesta,  me dispuse a subir las escaleras en busca de alguien en la casa.
Cuando llegué al piso de arriba pude oír el sonido de una ducha, provenía del baño de Caitlin, así que comprendí que no me había abierto porque no lo había oído. Me metí en nuestra habitación y abrí mi maleta, ¿qué podría ponerme? No sabía que íbamos a hacer, quizás luego fuésemos a cenar,  por lo que elegí una camiseta de raso blanca algo holgada y una falta con un estampado étnico ajustada. Me metí la camiseta por dentro y cogí unas sandalias negras, me hice una trenza al lado y metí en mi bolso dinero y el móvil. No se me ocurrió nada más. El portazo que dio Caitlin al entrar en la habitación, me trajo de vuelta a la tierra. 
-¡Uh! Perdón Carla, ha sido el aire.
-No pasa nada, ¿crees que voy bien así?
-Claro, vas guapísima. No hace falta que lleves mucho dinero, nos va a invitar a cenar.
-¿Qué? Y, ¿eso por qué? No, a mí no tiene por qué invitarme a nada.
-Da igual, anda, guarda el dinero.
-Como sois, ¿eh? No me dejáis gastarme nada. – Se me escapó una pequeña risa recordando el momento con Chaz en la cafetería.
-¿Quién no te ha dejado? 
-Chaz. – Reí. – Me ha pagado él el chocolate que me he comprado esta mañana.
-No te dejes enamorar, ¿eh? Es broma, en serio, me alegro de que hayas hecho amigos aquí.

Lo único malo de residir en un pueblo alejado de todo, son las distancias. Habíamos tardado casi dos horas en llegar al aeropuerto,  aunque al parecer, a ellos no les importaban las horas del viaje, parecía ser un amigo al que no habían visto en mucho tiempo. 
-Me acaba de llegar un mensaje suyo, me dice que va a salir por la VIP. Vamos antes de que venga más gente. – Ryan empezó a correr, dejándonos a atrás. 
Seguía sin entender nada de esto, ¿VIP? ¿Antes de que venga más gente? Aunque se suponía que Ryan debía de estar cansado de conducir durando 2 horas, estaba saltando de alegría. La zona VIP estaba vacía, solo estábamos nosotros y unos cuantos agentes de seguridad más. 
-El avión aterrizaba a esta hora, ya debe de estar bajando. 
-Sí, pero ya sabes cómo son estas cosas Chaz, se puede retrasar.
Justo después de que Caitlin dijese esto, ya estaban todos abalanzándose ante él. No pude evitar sentir curiosidad por quién era, así que cuando acabaron de saludarse todos, fui hacía allí.
-Tú debes de ser Carla, ¿no? La chica tan preciosa de la que tanto me han hablado. 
Enmudecí, ahora entendía a qué se debía todo este misterio,  estaba claro que no me iba a poner a gritar, pero me sorprendió de una forma enorme ver a Justin Bieber allí, no era una gran fan suya, pero sus canciones siempre me habían enamorado.
-Chaz, en lo de que era preciosa tenías razón, pero no me habías dicho que era tan tímida.
Reaccioné con una sonrisa, luego reí tímidamente. 
-Lo siento, es que no me imaginaba que fueses tú. – Dicho esto, me devolvió la sonrisa mientras se dirigía a darme un beso en la mejilla.
-No eres Belieber, ¿verdad? Si no, habrías reconocido a Chaz, a Ryan y a Caitlin. 
-No, no lo soy, pero me encantan tus canciones.
-Vaya hombre, me habría imaginado que te ibas a poner a llorar y a correr como una maniática.
-Ni lo sueñes, y aunque fuese Belieber tampoco lo habría hecho. 
Me molestó un poco que dijese eso, pero no puedo negar que no me reí, me molestó el hecho de que creyese que era tan importante, aunque eso había sido una sensación, le acababa de conocer, no podía juzgarle como nada.
-Bueno, ¿dónde queréis cenar? Esto hay que celebrarlo. Cada vez vengo menos.
-No tío, hoy no tienes que invitar. – Chaz sacó su móvil y le enseñó un mensaje. – El capitán de tu antiguo equipo de hockey ha hecho una fiesta de bienvenida, le dijo que vamos, ¿no?
-¡Por supuesto! – Todos asintieron a coro, menos yo.
-¡Eh! … 
-Carla.
-Eso, perdón, se me había olvidado, ¿no vienes?
-¿Yo? Que va, no les conozco de nada, pasároslo bien.
Cuando antes de que me diese la vuelta, me cogió de la muñeca.
-Venga, ven, así será una fiesta de bienvenida doble, por ti y por mí.
-No, gracias, en serio, pero no estoy invitada. – Dije sin poder evitar soltar alguna carcajada.
-Hacemos una cosa, les mando un mensaje, si dicen que pueden venir, que lo van a decir, vienes.
Asentí, todavía cogida de la muñeca por Justin. Su móvil emitió un corto sonido, miró la pantalla, sonrió pasándose la lengua por sus labios y me enseñó el mensaje en el que ponía: ‘’Por supuesto, ¡cuántos más mejor!” Me soltó de la muñeca y me volvió a sonreír, yo le devolví la sonrisa.
Se sentó en el asiento de copiloto junto a Ryan, que conducía. Chaz, Caitlin y yo íbamos atrás.
-¿Cinturones? – Se aseguró Ryan antes de poner el coche en marcha. 
Puso la radio a todo volumen y pisó el acelerador.
-Ryan, ¿cuántos van a la fiesta?
-Pues, me han dicho que unos 150 o así.
-¿150? – No pude evitar levantar el tono de voz. 
-Tranquila, no te vamos a dejar sola. – Me susurró Chaz.
-No hace falta que estéis pendientes de mí, no quiero ser una molestia.
Justin le dio un codazo a Ryan.
-Molestia dice. 
La amabilidad de Justin me hizo sentirme más cómoda, recosté la cabeza sobre el asiento, cerré los ojos y me dormí, 2 horas iban a dar para mucho. 

FIN DEL 3er CAPÍTULO.
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