Quiero dedicárselo a @FuenStyles porque siempre está ahí para sacar la cara por mí y porque es jodido amor. Quiero pediros una cosa... si leéis, COMENTADME. Me da igual si es aquí o por mención, no sabéis la ilusión que me hace que os guste :) Pues nada más. Como siempre, espero que lo disfrutéis, y a ver si volvemos a llegar a 300 views. ¡MUACK! PD: Siento tardar en subir tanto. Inspiración: 0. PD2: ¡Hemos llegado a la mitad de capítulos que va a tener mi novela! Wohoooo!

CAPÍTULO 25 (Narra Harry)

Durante la hora y tres cuartos que duró la película no paraba quieto. No comí, no bebí. No podía dejar de darle vueltas a lo mismo, y había tomado una decisión. No estaba muy seguro, y sabía que traería horribles consecuencias, pero tenía que hacerlo. Tenía que demostrarle a Helena que en realidad sí sentía algo por ella y no era un juego para mí. Me levanté de mi asiento, decidido, no sin antes ser el centro de los insultos de mucha gente de aquella sala. Hice oídos sordos y sin tan siquiera mirar a Allie, comencé a bajar las escaleras fijándome en las lucecitas azules para no caerme.

Ya había salido al pasillo general cuando una mano con demasiada fuerza, y por qué no decirlo, las uñas muy largas, me agarró intentando impedir que siguiera andado.

- ¡Harry! ¿Qué coño haces? La película no ha acabado.
- Allie, suelta. No quiero seguir tu juego, no somos nada y voy a parar de pretender que lo somos. Lo siento.
- No puedes. Sabes que sólo te perjudicarías a tí mismo.

Cuando Allie estaba desprevenida, conseguí llegar hasta la puerta principal y la abrí. En el mismo segundo en el que saqué mi primer pie a la calle, millones de reporteros y camaras se giraron hacia mí y comenzaron a hacer preguntas. No sé cómo, pero Allie había conseguido alcanzarme y la tenía una vez más pegada a mi brazo.

- Harry, ¿quién es esta preciosa mujer que te acompaña?
- ¿Es tu novia, Harry Styles?
- ¿Cuanto lleváis juntos?
- ¿Cómo os conocisteis?
- ¿Ha surgido la chispa del amor?
- Harry, la gente rumorea que os vais a casar.
- ¿Qué opinan tus fans de esto?

Tomé aire profundamente sin saber qué decir o a dónde mirar. 

- Ehhm... uhm...
- ¿Hay algo que quieras decirnos?

Fue entonces cuando vi clara mi oportunidad, y de hecho, no la desaproveché.

- Sí, quiero decir algo. - Todo el mundo guardó silencio y me miraban expectante. Me deshice del brazo de Allie, y la miré a los ojos por un momento. Me miraba con una falsa enorme sonrisa, pero en sus ojos había una chispa de amenaza. Tragué, y comencé a elegir con cuidado las palabras - Allie es sólo una amiga y no estamos para nada juntos, nunca lo hemos estado ni lo vamos a estar. Yo... - Solté un suspiro por lo que iba a decir a continuación, y seguí - ... yo quiero a una chica anónima que se llama Helena. Y por favor, si sois tan amables, ahora mismo voy a verla.

Me hice paso entre el gentío y me alejé lo más rápido que podía de allí. Suponía que Helena no estaría todavía en casa de sus abuelos, pero tampoco podía ir a su casa, porque sabía que no quería verme ni en pintura. Con un poco de suerte, todo esto aparecería en la tele y en las revistas, y ella lo vería. Mientras decidía que hacer, me pasé las manos por el pelo, dejándomelo todo hecho un desastre. Metí las manos en los bolsillos de mi blazer y eché a andar sin ningún rumbo fijo.

(Narra Liam)

- ¿Te ha gustado? - Susurré, encima de sus labios.
- Eres genial. No sé cómo agradecerte todo esto. Es... eres...

Le miré a los ojos sonriendo como un idiota. Ella se separó un poco de mí y aproveché para ponerle la flor en el pelo y decirle una vez más lo guapa que era. Ambos nos quedamos callados por un par de minutos, hasta que el silencio se hizo tenso

- Liam... - Me susurró, acercándose una vez más a mí, pegando su cuerpo al mío.
- Dime...
- No... no tengo sueño.
- No tenemos por qué irnos a dormir todavía. ¿Tienes hambre?
- Tampoco...
- ¿Quieres bailar?
- No, verás...
- Podemos ver una pelícu...
- ¡Liam! - Me mordió el labio y tuve que callarme al instante. - Yo estaba pensando en... en... ya sabes.

J parecía nerviosa. Su mirada se cruzó un momento con la mía y supe exactamente a qué se refería. Nuestros labios volvieron a unirse, una y otra vez, y otra vez más. Ella saltó sobre mi cuerpo y la cogí en brazos, llevándola al interior de la casa. Caminé torpemente hasta el interior de la habitación, y la deposité delicadamente en la cama. Repté hasta ponerme encima de su cuerpo, apoyando todo mi peso en mis dos brazos a ambos lados del pequeño cuerpo de Joanna. Pasé una mano por su pelo y le quité la rosa que poco antes había colocado yo mismo ahí, tirándola al suelo, y le sonreí tranquilizador. Sus labios ocuparon los míos con necesidad, e intenté corresponderle en la intensidad del beso en todo momento. Bajé mis labios por su cuello y oía su respiración agitada en mi oreja y sus manos frías por dentro de mi camiseta, de la que se deshizo rápidamente. Intenté cubrir cada centímetro de su cuerpo con mis labios, notando cómo se le ponía la carne de gallina.

Poco después, ambos estábamos desnudos, y abrí un momento los ojos, mirando a mi chica con cautela.

- J... quiero que me digas si... - Ella asintió, poniendo un dedo en mis labios - Te quiero.
- Yo también.

Y dimos comienzo a lo que probablemente fue una de las mejores noches de nuestras vidas, sin ningún tipo de testigo excepto la rosa roja tirada en el suelo.

(Narra Paula)

Me pasé una mano por mi nuevo pelo. Estaba más corto de lo normal, y tan oscuro que parecía negro. Miré mi reflejo en el espejo y no pude evitar pensar en Zayn una vez más. Me levanté la camiseta, mirando mi nueva silueta. Había ganado más de diez kilos, pero lo mejor de todo es que por fin me sentía a gusto conmigo misma. Llevaba días comiendo y mi organismo lo aceptaba, tenía mejor color y me sentía a gusto conmigo misma. Las llamadas que de vez en cuando recibía de Liam y J lograban animarme mucho, y por supuesto, toda mi familia me apoyaba.

Bajé mi camiseta y sonreí. Sonreí porque era el inicio de mi "nueva vida" y porque pensaba aprovecharla al máximo sin pensar en el qué diran ni intentar ser perfecta todo el rato. Había conseguido que Zayn me quisiera tal y como era y eso era motivo suficiente para luchar.

Zayn. Lo había llamado para saber de él y agradecerle lo de la carta, pero no había cogido. No me preocupaba pero... ¿y si se había olvidado de mí? ¿Y si ya no quería ser mi amigo? ¿Y si había otra persona nueva en su vida?

El ruido de la puerta me sacó de mis pensamientos, pero no me moví ni un sólo ápice. El doctor que me había tratado todo este tiempo se puso detrás de mí, ambos mirando el espejo, y empezó a hablar con aquella voz tan tranquilizadora que tenía.

- Paula, tengo buenas noticias. Según los análisis todo en tu cuerpo vuelve estar en orden, y he hablado con los psicólogos y te creen totalmente capaz de seguir sin estar en el hospital. Significa que te vamos a dar el alta.

Sonreí una vez más al espejo, esta vez mirando a los ojos del doctor directamente a través de él.

- Pero... como sabes, siempre hay un pero. Te hemos recetado una dieta especial para que sigas ganando peso y que durará un par de meses. Tienes que seguirla a rajatabla, y tendrás que venir a hacer análisis todas las semanas y también tendrás que hablar con nuestros psicólogos.

Asentía a todas sus palabras, sin yo decir nada. Puso una mano en mi hombro, y me miró con un pequeño rastro de sonrisa en su cara.

- Confiamos en ti, preciosa. Cuídate y... - se acercó a mi oído - come mucho chocolate.

Me guiñó un ojo y comencé a llorar de felicidad. Al ver que me emocionaba, se dio media vuelta y me dejó intimidad. Me limpié las lágrimas con las mangas de mi camiseta y me prometí a mí misma que todo iba a ir bien.

(Narra Cris)

- ¿Y aquella, sabes cual es?
- Creo que es la osa mayor, pero no me hagas mucho caso. A veces creo que mi abuelo chocheaba.

Ambos reímos. Él con esa risa que le hacía tan especial. Éramos tan solo dos adolescentes tirados en la azotea de un edificio importante de Londres, pero por un momento sentí que nuestra antigua amistad volvía. Cerré los ojos y podía oir a un Niall más joven explicándome esa misma cosa años atrás, en una playa del sur.

- Tú también te acuerdas. - Susurró, de pronto.
- Como si fuera ayer.

Nos miramos sonriendo. No sé cómo, pero desde que había abierto los ojos nos notaba más cerca el uno del otro. Giré la cabeza y le señalé una lluvia de estrellas fugaces que comenzaba a caer sobre nuestras cabezas.

- Pide un deseo. - Murmuré.
- Ya lo he hecho.
- ¿Qué has pedido?
- Si lo dices no se cumple.
- Si no lo dices tampoco.
- ¿Tú crees?
- Sí, estas cosas nunca funcionan.
- ¿Estás segura?
- Completamente.
- Bueno, yo no lo estaría.
- ¿Y por qué?

Le miré. Él seguía mirándome fijamente y juraría que estábamos aún más cerca. Él bajó mucho la voz.

- Porque ayer yo pedí volver a verte y aquí estás. Ayer pedí volver a oir tu voz y suena mejor que nunca. Ayer yo pedí... besar tus labios, y...

Se calló, y rozó su nariz con la mía. No tenía ninguna intención de separarme, y con tan sólo ese roce, notaba cómo mi corazón bombeaba más deprisa. Sus labios rozaron los míos tímidamente, como si fuese nuestro primer beso, y me dejé llevar, hasta que decidió separarse y continuar hablando.

- ... y no, no me equivocaba. Saben mejor que nunca.

(Narra Helena)

Oí unos golpes tremendos en la puerta, abajo. La luz del sol comenzaba a calentar mi cuerpo desnudo y sudado. Apreté los ojos con fuerza para que la luz no me molestase. Me rendí, porque por mucho que los apretaba seguía notando el calor sofocante que comenzaba a invadir la habitación. Cuando abrí los ojos, casi grito al ver la silueta de Yago tumbada junto a la mía. Casi olvidaba lo que ocurrió  anoche. Sonreí al pensarlo. ¿Quién podría imaginar que el novio de mi hermana era un auténtico fiera? Él seguía durmiendo. No volví a escuchar los golpes así que lo di todo por una imaginación mía. Estiré las piernas, metiendo los pies bajo las sábanas y mirando hacia el techo.

Volví a oir un golpe, esta vez sordó y a roto. Miré a mi alrededor. ¿Serían alucinaciones? Me llevé una mano a la cabeza, intentando recordar si había bebido el día anterior o no y si todo era fruto de una resaca. Eché el aliento a mi mano y lo único que podía oler era ese olor típico y asqueroso del tabaco. Nada más.

Suspiré, hasta que oí una voz muy cerca de la puerta.

- Helena, voy a entrar.

Corrí y me tapé a mí y a Yago con las sábanas, dejando sin cubrir la parte de mis hombros y todo el torso de él, que se despertó de un salto. No sabía si era por la voz, o porque mi movimiento había sido demasiado brusco.

Sin mucho tiempo más para pensar, un Harry agotado y nervioso abrió la puerta, y no pudo evitar mandarme una mirada llena de dolor.