"EL SUEÑO DE UNA BELIEBER" -Chantal E. Trigueros Saavedra. 

·Capítulo 14. OLLG. (One Less Lonely Girl) 

¿Qué será lo que le pasa a las flores de Romeo, que si Julieta las toca con su boca de veneno se van poniendo marchitas… se van tiñendo de negro?
¿Será que su boca agita? ¿Será que en sus labios viejos todavía está el encanto que enmudeció a don Juan, que callado se murió y lo llevó al cementerio?
Tal vez le quema la boca, quizás va votando fuego… que todavía Romeo, no ha calmado su angustia, no ha curado su ego y aun no encuentra sosiego.
Es que en su lengua agridulce se ha esparcido de lleno, el vil sabor de lo amargo, el mal sabor de lo añejo y se refleja la muerte en el rostro de su espejo.
Ya yo sé lo que le pasa a las flores y a Romeo… ya le han pasado los años, su testa está envejeciendo, y se ha quedado dormido anhelando amor eterno.

Al levantar la mirada de mi libro de poesías, me percaté de su presencia. En sus ojos de color miel se presenciaba un brillo especial y una preciosa sonrisa estaba dibujada en su pálido y terso rostro. Su brazo derecho, estaba estirado sobre el respaldar del sofá y sobre el que yo apoyé mi cabeza, sin apartar ni un segundo nuestras miradas. Su otra mano, acarició mi rostro, comenzando por la sien y acabando en mí barbilla, la cual sostuvo. Noté el impacto de su dulce aliento contra mis labios. Deseaba un beso suyo y no tardé en tenerlo. Sus labios rozaron los míos, formando un grato e inmejorable beso del que no quería que llegara nunca un fin. 

-Buenos días, Julieta. 
-Buenos días, Romeo. 

Nos dijimos ambos, tras finalizar nuestro ansioso beso.

-Te tengo una sorpresa- musitó muy cerca de mi oído, obsequiando seguidamente a mi cuello con otro tierno beso. 
-¿Debería asustarme? 
-No- dijo entre risas. -Ojalá pudieras ver tu cara cuando nombro “sorpresa”, ¿qué tiene de malo esta palabra? 
-¿Dicha por una persona normal? Nada, pero cuando sale de tu boca, debería preocuparme. 
-Espera aquí, ¿vale? 
-No iré a ninguna parte. 

Y así fue. Me quedé sentada en el sofá esperando a Justin, que salió a la carrera de mi casa. Mis padres habían salido pronto con mi hermano. ¿A dónde? Ni idea. Sólo sé que estaba sola en casa y cada pequeño ruido que oía me asustaba. 

-¿Justin?- pregunté cuando tocaron a la puerta. 
-Me temo que no, sólo soy el cartero. 
-Lo siento, lo confundí con…
-El chico que envía esta carta- me interrumpió y entregó una. 
-Gracias- balbuceé algo impresionada y marchó. Cerré la puerta y busqué en el despacho de mi padre un abre cartas, lo cogí y me senté en el pequeño sillón. 

Me gustaría poder ver tu cara. ¿Impresionada? Es normal que temas cuando nombro la palabra “sorpresa”. 

…¡Yendo al grano!...

A partir de ahora, entras en un juego. Así que aquí te dejo el corto manual de instrucciones. 

•Debes obedecer todas y cada una de mis cartas, mensajes o indicaciones. 

Un consejo: ¡No seas tímida! Te quiero. 

Justin B.

Tras terminar de leer la carta, me quedé atónita. ¿Qué hago ahora? Me pregunté a mí misma. Esperé en el despacho de mi padre durante unos cuantos minutos y ante mi desesperación por saber la siguiente pista, me levanté y caminé de un lado al otro de la habitación, hasta que mi móvil, al fin, sonó. 

“Siento el retraso, pero no estaba seguro al cien por cien de que el cartero hubiese tocado a tu puerta y te hubiese hecho entrega de la carta. Ahora que ya la has leído, es hora de empezar. En primer lugar dirígete hacia nuestro parque, más concretamente, busca la siguiente pista en nuestro árbol” 

¿Teníamos un árbol? ¿Se referirá al viejo abeto en el que nos encontramos? Entre tanta pregunta y aclaración en mi mente, comenzaba a hacerme un lío.  

Lo olvidé todo y marché a por la siguiente pista, pero antes de salir, dejé una nota, sobre la mesita del hall. 

He salido con Justin a dar una vuelta, volveré cuanto antes. Os quiero.

Después de esto, decidí salir.

Caminé y caminé hasta que llegué a Avalon Park. Ya allí, busqué nuestro “supuesto” árbol. ¿Dónde diablos está? Estaba totalmente perdida, hasta que pude presenciar como ciertos árboles, más concretamente los de la derecha, tenían en su tronco pegado láminas con una flecha dibujada en color morado. 
Me acerqué y seguí la dirección indicada, quitando a mi paso las hojas y guardándolas en mí mano. Pronto lo reconocí, allí estaba nuestro árbol, en el que se encontraba un sobre, esta vez de color amarillo. 


Veo que lo has encontrado, aunque has tardado. ¿Aún necesitas un GPS? Aunque yo tenga la voz más sexy. 

¿Por qué no caminas un poco más? Sólo hasta donde se encuentra el amable señor de la armónica. 

Te Amo. Justin. 

Tras leerla la guardé y seguí mi marcha: al final del sendero pude ver al hombre de la armónica tocar una sintonía que reconocí rápidamente, estaba tocando “One less loneny girl” me acerqué y a pesar de mí abundante timidez, lo observé y mientras ello, pensaba en cómo dirigirme a él. 

-Disculpe que lo moleste señor pero, ¿tiene usted algo para mí de un chico llamado Justin? 
-Usted debe de ser su novia. Ese chico mataría por usted si hiciera falta. 

Aquel amable señor no me hizo entrega de una carta, pero si de una rosa blanca y una preciosa foto instantánea de Justin, en la cual decía por detrás. 

Coge el siguiente autobús que salga en dirección el centro.
Ya está pagado, sólo debes pedirle lo de siempre. 
¡Me encanta verte pensativa! 

-I´innocence*- dijo aquel hombre tras entregarme la rosa blanca. No entendí lo que dijo pero aún así le agradecí.
-Muchas gracias. 
-No hay de qué. Disfrute. 

Hice lo que me indicó la tierna foto de Justin: esperé en la parada de autobús, hasta que  llegó, me subí algo sonrojada y observé como unas ancianas no me quitaban ni un ojo de encima, mientras cotilleaban a mis espaldas. En menos de lo que esperaba, el autobús hizo la parada final, enarqué una ceja y malhumorada miré a aquellas dos ancianas cotillas cuando bajé del autobús. 

“¡Amy! Se te olvida algo”

Era lo que decía aquel mensaje que recibí de Justin.
-¡Mierda!- exclamé y salí corriendo tras el autobús. -¡Pare, por favor!- grité y obedeció. Me subí nuevamente al autobús e hiperventilándome tuve que tomar un pequeño descanso.                    
-¿Se te ha olvidado la devuelta, cariño?- me preguntó aquella anciana en un tono de burla.
-Señora, no voy a perder mi valioso tiempo con usted, así que mejor manténgase en silencio- dije educadamente, lo último que desearía es faltarle al respeto a una persona mayor que yo. 
-Disculpe señor por haberle hecho parar, pero ¿le han dado algo para mí?                                      

Aquel hombre me sonrió ante mi incomodidad,  me hizo una seña de espera y sacó una carta de color rojo. 
-Gracias. 
Al bajar nuevamente, decidí sentarme durante unos minutos mientras leía la carta, en aquel banco: la abrí y leí con detenimiento. 

Última carta. Ahora sólo debes acercarte a la mujer de en frente, la que tiene el puesto de flores y ser tú misma, como siempre. 

*l´innocense- Inocencia en Francés. 

Por cierto, me encanta verte sonreír. Hazme un favor, mira al frente y sonríe para mí.
Justin.
Tras leer la carta, me levanté y miré al frente, como él mismo me indicó, sonreí y poco después me llegó un mensaje. 
“¡Esa es la sonrisa que me hace delirar!”
En todo momento me he estado planteando si Justin está por la zona. Ha visto como se me escapaba el autobús, me ha pedido que le sonría… Ahora es mi turno. Tomé mi móvil y sin que él se percatara de lo que estaba haciendo, lo llamé. No contestó, pero sí que me llegó un mensaje en respuesta. 
“¿Crees que no te he visto ejecutar la llamada? Ten paciencia, me verás dentro de unos minutos. Tú ve y pídele la última pista a la mujer de las flores” 
-¡Diablos y…! 
“¡No protestes, te estoy viendo!”
Justin me estaba viendo, pero yo a él no. ¡Genial! 
Crucé la calle y me acerqué hasta la mujer de las flores. Me sonrió nada más verme y balbuceó una palabra, que no entendí, como al señor de la armónica. 
-Renseignement*.
-Hola, buenos días. ¿Usted tiene…?- aquella extraña señoras de ojos grises no me dejó terminar de formular mi pregunta. Me hizo entrega de una rosa amarilla y una nueva foto, también instantánea, de Justin. 
Teatro Avon.
-Muchas gracias… 
Después de caminar unos metros y cruzar algunas calles, llegué a las puertas del teatro, me paré y presencié aquellas conocidas escaleras, donde Justin, hace unos años, se sentaba a tocar. 
“Era aquí donde yo tocaba”
Decía el mensaje de Justin. 
Subí las escaleras y seguí la dirección de las flechas nuevamente, entré en una sala oscura y presencié como una luz, la de un proyector, se fijaba en un telón blanco. En ese mismo momento se empezaron a ver imágenes de Justin tocando con su guitarra y un jersey rojo, en las escaleras del teatro, las mismas que yo observé  hacía unos minutos. Un vídeo de tan sólo  tres minutos, tres minutos en los que millones de sensaciones sentimentales pasaban por mi mente y se veían reflejadas en mis ojos. Orgullo, tristeza, admiración, amor… Y lágrimas que corrían por mis mejillas. El vídeo acabó y apareció otro, Justin estaba en la cocina de su antigua casa, siendo grabado por su madre, él se acercaba a la cámara y como era normal de su hiperactividad, no se quedaba quieto ni un segundo, mientras decía “Adiós. Os quiero” justo para finalizar. Después de este vídeo, apareció un último, pero éste era más actual. “Tu familia y amigos me maldecirán por decir esto, pero sinceramente agradezco que a tu padre le ofrecieran este trabajo” dijo y rió. “Eres especial, lo sé, desde el día en que te vi cantando en el mercado, durmiendo en el sofá de la casa de Frank y a la mañana siguiente, cuando ambos chocamos. Comencé a sentir ciertas cosas cuando estaba junto a ti, síntomas de que me estaba enamorando perdidamente de ti. Todos dijeron: Aun es pronto, no deberías expresarle tus sentimientos, tienes dieciséis años, seguro que es sólo un capricho tuyo, Justin. Olvídala y sé que lo harás, si no la vuelves a ver. Además es tu fan, te hemos dejado claro que no debes salir con ellas, no te lo permitiré. Ellos mismos lo dijeron, tengo dieciséis años y desobedezco, es lo mejor que he hecho. Bendigo el primer día de enero y agradeceré el resto… ¡Eres mi vida! Sin ti, sencillamente no puedo, es como si respirara por ti, viera por ti, sintiera por ti… Te amo, Amy” 
Aquellas palabras inundaron mi alma. Las lágrimas cayeron a borbotones de mis ojos. ¡Necesitaba sentarme! Sentía que de un momento a otro, mis tambaleantes piernas, no aguantarían y me fallarían, haciéndome caer al suelo. 
Nuestra foto, una en la que Justin y yo yacíamos sobre el verde césped, se vio durante unos minutos proyectada en el telón. Él me abrazaba y posaba sus delicados labios sobre mi cabello, yo, sonreía mientras acariciaba sus brazos aferrados alrededor de mi pecho. 
“Te Quiero”
Después de leer aquel mensaje, el telón se comenzó a abrir. Todo permanecía oscuro, pero fue entonces cuando unas pequeñas luces se comenzaron a encender, señalizando el camino hasta el escenario, en el que unas luces blancas colgaban de una esquina a otra y, en medio, una silla que indicaba una sola cosa “One Less Lonely Girl” (Una chica menos en el lugar). 
Me levanté y seguí el camino hasta el escenario, subí las escaleras con miedo a tropezar y tras tomar asiento, el gran foco se apagó y quedé bajo las miles de bombillas que simulaban las estrellas.  
La música comenzó y una luz se encendió al fondo de la sala. Bajo ésta, permanecía Justin con la cabeza gacha, que levantó y empezó a cantar. 
-There´s gonna be one less lonely girl. 
-One less lonely girl…

Cada vez estaba más cerca del escenario y, a pesar de mis lágrimas, pude presenciar su vestimenta: pantalones blancos, blusa y gorra violeta y unas Supras que combinaban ambos colores con tachuelas metálicas. ¿Era ése el nuevo estilo de Justin, para la gira Europea? Lo más probable… 
*Renseignement- Inteligencia en Francés. 
Justin al fin subió al escenario y a pesar de lo cerca que debía de estar, mis ojos, inundados en lágrimas, no me dejaban verlo con claridad. 
Se me acercó a mis espaldas y me abrazó tiernamente, apoyando su barbilla en mi hombro,  se separo de mí y combinó, mientras, algunos pasos. 
Desapareció, pero no por más de cinco segundos y cuando estuvo de vuelta, traía consigo un enorme ramo de rosas “rojas” que me entregó tras acariciar mi rostro, llevándose consigo miles de lágrimas que caían por mi mejilla: su rostro estaba tan cerca del mío, que lo único que estorbaba para poder besarnos era el pequeño micrófono colocado a dos milímetros de su boca. Justin terminó separándose de mí. Era irresistible estar tan unidos y no poder correspondernos como se merece. Después de unos segundos de baile, Justin se colocó en frente mía y estiró su mano, esperando a que se la tomara. Me alcé y caminé hasta donde él estaba una de sus manos se colocó en mi cintura y la otra no dejaba de acariciar mi mejilla, mientras me cantaba muy de cerca, mi brazo, el único libre, ya que el otro sostenía el ramo, lo pasé por detrás de su nuca, entrelazando mi mano con su sedoso pelo. 
-One less lonely girl.
-Yeah. 
Terminó de cantar y le abracé como nunca antes lo había hecho, incluso su gorra cayó de su cabeza por la intensidad del abrazo. Al separarnos, Justin me miró y me susurro al oído. 
-Amour*, pienso recuperar todo el tiempo perdido.
Justin apartó el micrófono de su boca y acercó su rostro al mío, me quitó el ramo de rosas, dejándolo caer sobre la silla y pasó a morderme el labio inferior. Puse mis dos manos tras su nuca y las dos de él se posaron en mi cintura. Me atrajo más, quedando nuestros cuerpos completamente unidos, me alcé en las puntas de mis pies y a partir de ahí un apasionado beso tuvo su espacio. 
Su beso terminó acabando, como todos: pero nunca antes me había quedado tan a gusto. Después de éste, quedé prendada de su mirada, cerré los ojos y apoyé mi rostro sobre su hombro derecho, abrazados durante más de quince minutos. 
-¿Te ha gustado mi sorpresa?
-Demasiado. 
-Aun no ha acabado. 
-¿No?
-Me temó que no. Ahora toca ir al restaurante “Down to Street” no muy lejos de aquí.
-¿Entonces, nos vamos ya? 
-Espera un segundo. 

En lo que él marchaba a cambiarse… ¡Supongo!, yo cogí su gorra y me la puse, dejando la visera para atrás. Esperé y, cuando volvió, agarré el ramo de rosas y me dirigí a bajar las escaleras. 
*Amour- Amor en Francés. 

-Justin, ¿tú no te ibas a cambiar?- le consulté extrañada, acercándome a él nuevamente. 
-Así es. Agarra un segundo- me dijo mientras me entregaba una bolsa. Al levantar la mirada, vi su torso desnudo y perfectamente definido. ¡Necesito aire, agua, algo donde poder sentarme! 
-Amy. ¿Va todo bien?- me consultó y yo afirmé. -¿Me dejas entonces sacar la blusa y meter está otra en la bolsa? 

Estaba perdida en su cuerpo, aferraba con tanta fuerza la bolsa, que Justin me preguntó si le dejaba hacer un cambio de blusas. Ahora que lo pienso, ¡No! Mejor estás sin ellas. ¿Pero qué dices? La solté y cuando Justin hizo el cambio, depositó un rápido beso en mis labios. 
-No hagas eso…- le reñí y extrañado se me quedó observando. 
-¿Hacer qué? 
-Quitarte la blusa y encima besarme. Justin, tengo dieciséis años, estoy en pleno cambio hormonal, como toda adolescente de mi edad, así que no hagas cosas que provoquen. ¿Queda claro? 
-¿Entonces si hago esto?- me acarició la mejilla. -¿Y esto?- me besó en el cuello. -¿Y otro tanto de esto?- me mordió el labio, me beso y pasó su mano por el interior de mi blusa.
-¡No, no, no. Para, Just!- le grité, intenté huir, pero me sostuvo de la mano y me alzó. -¡Justin, bájame ahora mismo!- le ordené y se quedó pensativo. 
-Me temo que no. 

Me besó frenéticamente, evitándome respirar; me estaba quedando sin aire, sólo sentía el continuo calor y hormigueo que recorría mi cuerpo.
-Te dije que pensaba recuperar todo el tiempo perdido. Todo. 
Y continuó besándome, hasta que ambos oímos a un hombre carraspear a nuestras espaldas, nos separamos avergonzados y de inmediato me sonrojé. 
-Sr. Bieber, siento interrumpir, pero debemos cerrar. 
-No, tranquilo, no interrumpías nada. ¿Amy, vamos?- comentó Justin y sin levantar la mirada del suelo, le tomé de la mano y nos marchamos del Teatro Avon. 

De camino al restaurante “Down to Street”, situado unas manzanas más allá, no le dirigí ni una palabra a Justin, la timidez pudo esta vez conmigo. Entramos y nos sentamos en una de las mesas que se situaban en el pequeño porche. Justin pidió unos refrescos para ambos y permanecimos en silencio durante unos minutos. 
-Lo siento. ¿Vale?- se disculpó Justin. 
-No quiero hablar de ello. 
-Amy… No pasó nada. 
-No pasó nada por la sencilla razón de que ese amable señor irrumpió en la sala. 
-No voy a discutir.
-¡Ya somos dos! 
-Me iré a cambiar las zapatillas. No te vayas. 
-¡No me iré! 
-¿Seguro?
-Justin… 

Entiendo que los chicos cuando pasan de los catorce años, el noventa por ciento de sus pensamientos van dedicados sumamente para las personas del sexo contrario, pero ¿qué hay del control? Digo yo que el otro diez por ciento debe de serlo. 

-Veo que no te has ido- dijo Justin cuando estuvo de vuelta.
-Acabas de interrumpir un interesante debate. 
-¿A sí? ¿Con quién? 
-Con mi mente.  
-Seguro que te estabas preguntando el significado de las palabras en francés. 
-¿En francés?, ¿qué palabras? 
-¡Genial! 
-Sé que el hombre de la armónica, la mujer de las flores, incluso tú, dijisteis algo en un idioma que no entendí. ¿Acaso debería sentir curiosidad? 
-Pues sí, ya que es como un mensaje oculto. 
-¿En serio?- pregunté apoyando mi rostro entre mis manos. 
-Sí. 
-¿Me explicas? 
-Claro.

Justin esparció las tres cartas sobre la mesa y sobre cada una de ellas, dejó caer la rosa de color correspondiente. 

-El color blanco, tiene como significado la pureza, la inocencia, la bondad… y la virginidad. [...]

¿Te has quedado con ganas de seguir leyendo? ¿Qué pasará? ¿Qué ha ocurrido anteriormente? ¿Y el significa de las dos últimas rosas? 

EL SUEÑO DE UNA BELIEBER. 

·Chantal E. Trigueros Saavedra. 
·ISBN - 978-84-615-6505-4
·Depósito legal (Copyright) - SE-593-2012. (Protegido legalmente).

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