Huellas del Pasado.
Capítulo 18:
Abrí mis ojos y allí estaba, no se había movido ni un centímetro, aunque esta vez él se había despertado primero.
-Buenos días, princesa- dice Finnick después de darme un beso en el cabello- Te ves hermosa cuando duermes. En realidad, te ves hermosa todo el tiempo- río un poco.
-Hola Finn- sonrío y levanto la mirada, él me mira a los ojos un rato- ¿dormiste bien?
-Claro que dormí bien, digo… dormimos juntos- siento mis mejillas arder, Finnick ríe seductoramente. Comienza a acariciar sensualmente mi cintura- ¿acaso no te gusta dormir conmigo?
-¡Sí! Claro que sí- le digo yo. El chico sonríe.
-Eso es lo que quería escuchar- se acerca a mi boca y me besa suavemente, adoro despertarme con esos cálidos labios junto a los míos –Te espero abajo- dice; con último beso, se retira del cuarto.
Me permito soltar un gran bostezo luego de desperezarme; me quedo unos minutos en mi cama que todavía tiene el perfume varonil de Finnick, lleno mis pulmones con ese olor tan agradable. Después me levanto sin muchas ganas y me cambio; decido no ponerme nada especial, después de todo tengo que bañarme y arreglarme más tarde. Bajo arrastrando los pies.
-Buenos días Annie- saludo, la mujer se acerca y me da un abrazo maternal.
-¡Buenos días cariño! Siéntate, siéntate, ya casi están las galletas. La leche está servida - dice en tono energético, señalando la silla al lado de Finnick, yo me siento obedientemente. - ¿Cómo durmieron?
-Muy bien, mamá- responde el chico con una sonrisa, luego me mira- Mejor que nunca- eso hace que me ponga como un tomate; bajo la vista a mi taza. Annie parece darse cuenta de mi incomodidad, por lo que pregunta en un susurro solo para nosotros tres- ¿Durmieron juntos?- Finnick, que ahora está tan rojo como yo, asiente con la cabeza.
-No pasó nada extraño, solo la acompañé- dice todavía más colorado, mirando su taza también.
-Tranquilo, lo imaginé; mis labios están sellados- toma un cierre imaginario sobre su boca y lo lleva hasta el otro lado, indicando su confidencialidad. 
-Gracias- digo en voz baja y me dedico a tomar de mi chocolate.
La charla del desayuno es, básicamente, charla de chicas. Annie me pregunta qué me voy a usar, cómo me voy a maquillar, qué tacos me pondré… No soy muy buena hablando de eso, esa es otra cosa que heredé de mi madre. Teniendo en cuenta que soy tan buena hablando de vestidos como Annie cazando, promete ayudarme a maquillarme, vestirme y peinarme después del almuerzo; me recuerda a los estilistas que preparaban a los Tributos, de los que nos hablaron alguna vez en el colegio. Agradezco que haya decidido quedarse un par de días más, por que sin ella, todo habría sido un desastre.
Terminamos de desayunar y voy a bañarme, una cosa menos de la lista de quehaceres. Cuando salgo de la bañera me doy cuenta de que ya es hora de almorzar; me pongo la misma ropa y bajo rápidamente. Almuerzo a velocidad de la luz y vuelvo a subir por la escaleras, en este último tiempo las he recorrido tantas veces que creo que tengo el trasero seguramente formado. Annie llega detrás de mí unos minutos después.
-¿Qué vas a ponerte?- pregunta con su cantarina voz.
-Le pedí permiso a mi madre para usar uno de sus vestidos.
-¿Ya sabes cuál?- niego con la cabeza.
-Vamos, voy a buscar uno- las dos caminamos hasta la pieza de mis padres, abro la puerta con cuidado y la cierro de la misma manera luego de que Annie entra. Voy directo al ropero donde mi madre guarda sus vestidos lujosos.
Paso un vestido tras otro, hasta que veo uno que capta mi atención como no lo hacen los demás: el vestido está completamente cubierto de gemas que reflejan la luz, piedras rojas, amarillas y blancas con trocitos azules que acentúan las puntas del dibujo de las llamas. Suelto un suspiro al verlo, es tan perfecto que logra quitarme el aire. 
-Este- digo, lo tomo por la percha y se lo muestro a Annie.
-Tienes un muy buen gusto- la mujer está sonriendo- Ese vestido lo usó tu madre en la entrevista de sus primeros Juegos, jamás imaginé que lo tuviera guardado.
Ella me ayuda a ponérmelo, es fácil de manejar; la tela parece pesada pero al usarla no lo es tanto; luego me pone unos zapatos rojos y me sienta sobre la cama de mis padres.
-Levanta un poco la cabeza- pide amablemente, obedezco su orden. Maquilla mi cara, después pasa a mi cabello; sus finos dedos lo recorren con ligereza, sujetándolo con horquillas. Por fin, dice- Listo, creo que ya está. No abras los ojos – toma mi mano y cuida de que no me caiga, me ubico delante de un espejo- Ahora, ábrelos.
 La criatura que tengo frente a mí, en el espejo de cuerpo entero, ha llegado de otro mundo, un mundo en el que la piel brilla y los ojos deslumbran.
-¡Oh Annie!- exclamo impresionada, hizo un trabajo impecable.
-Da una vuelta- asiento con la cabeza y lo hago, pareciera que leguas de fuego se desprendieran del vestido. Siento que un suspiro de emoción se escapa de los labios de la mujer.- Vamos, Finnick te espera abajo para irse.
Annie sale de la habitación y mantiene la puerta abierta para dejarme pasar. Caminar con zapatos de tacón alto no es tan difícil como aparenta ser; llegamos a la escalera y lo veo, esta parado esperándome. Lleva un traje negro, aunque su pelo sigue algo despeinado. 
Finnick gira sobre sus talones, y al verme, noto que su boca queda algo entreabierta, llego a su lado y lo único que atina a decir es:
-Te ves… hermosa, Prim- se acerca a mí con el propósito de besarme, pero Annie nos separa.
-¡El maquillaje!- grita ella horrorizada.
-Oh sí, lo siento- se lamenta el chico un poco afligido, luego me mira- Creo que tendré que pegarle a un par de idiotas esta noche- yo río. Él me da el brazo y yo lo tomo delicadamente, justo en el momento en el que estábamos por salir, alguien toca la puerta.
-¿Quién será?- pregunto desconcertada.
-Seguramente es Darius- responde Annie, me pego con la palma de la mano en la frente, había olvidado completamente decirle lo de Claire.
-Pero ¿cómo? Yo me olvidé de avisarle.
-Fue tu madre, supuso que te olvidarías así que lo llamó hoy por la tarde.
-Oh…- *gracias mamá* pienso. Annie abre la puerta y efectivamente, allí estaba Darius.
-Wow, Prim. ¡Te ves espectacular!- dice mirándome de arriba abajo, eso me incomoda. Me sonrojo.
-Gracias Darius, tú también te ves bien.
-Bueno ¿vamos?- pregunta Finnick, molesto.
-Sí, vamos. Mi padre se ofreció a llevarnos en su auto.

Nos despedimos de Annie y mi madre que llega unos segundos antes de irnos con Cinna y mi padre. Después de decirle adiós a todos, nos subimos al coche.
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Espero les haya gustado, pipol. Pueden leer mi otra Fanfic "A New Beginning" (Josh y tú) en este link http://www.twitpic.com/photos/fanficsforyou