Era hora de un cambio, era hora de una mejora de vida, después de la muerte de papa, casi 7 meses atrás, mi familia había quedado totalmente destruida, casi no había comunicación ¿Casi? ¿Por qué digo casi? NO había comunicación, era todo distinto, recuerdo que solo nos hablábamos cuando necesitábamos favores.

Papa… recordé a papá y como era de esperar mis ojos se llenaron de lágrimas. Mamá pareció darse cuenta, pero no hizo nada, la verdad, me estaba haciendo mierda, nadie me entendía, nadie me consolaba, NADIE desde la tragedia de papa. Me recuerdo yo de niña corriendo desde la puerta principal de mi jardín hasta sus brazos, también recuerdo que los miércoles me compraba un helado de vuelta a casa, yo siempre se lo agradecía con un beso largo en su mejilla, a él le encantaba, lo recuerdo susurrar mi nombre en mi oído derecho cuando me levantaba en las mañanas… simplemente era una de las personas sin las cuales no imaginaba mi vida, era tan trágico, pero después de todo, el amaba verme sonreír, el no querría que yo baje los brazos pero era todo tal difícil, rompí en lágrimas, me encerré en el baño y busque el alfiler que escondía debajo de una baldosa suelta, comencé a cortarme las muñecas, el dolor me llenaba, la sangre corría por mis brazos y caía en las baldosas blancas, o seguía haciendo, me había hecho 6 cortes, caía mas sangre de lo común, me cai en el suelo, supongo que estaba débil…

Cuando desperté lo primero que vi fue a mi hermana Isabel sentada en una silla a mi izquierda, mis muñecas estaban cubiertas con gaza y cinta, tenía una aguja saliendo de mi brazo, estaban dándome sangre, la miré, ella también lo hizo pero no dijo nada, pude notar que ella tenía una gaza con una cinta en su brazo derecho, deduje que había sido la donante…

Al día siguiente volví a mi casa, lo primero que vi, que me pareció muy extraño fue la presencia de mi abuela, yo siempre fui la menos querida por ella, o por lo menos eso sentía.
-Hola – dije y me senté en una silla, estaba por sacar mis auriculares, pero mi mama me lo impidió.
-Tengo que decirte algo
-Que pasa?- dije sin mirarla.
-Tu abuela y yo decidimos enviarte a un internado para personas con problemas, ahí te vas a recuperar.
-QUE!?!?- Dije levantándome- No voy a moverme de acá, NO ESTOY LOCA! Es un momento difícil para mí, pero no estoy loca! No me jodas mamá.

NO, NO, NO! Algo está muy mal, ellos no me van a alejar de la sociedad, ni siquiera se por cuanto tiempo, tendría que dejarlo todo, no pienso abandonar a mi hermana, ni a mi mascota! NO, NO y NO!

-Voy a pasar – Escuche decir a mi abuela mientras daba pequeños golpes en mi puerta.
-NO, NO QUIER…- Ella ya estaba adentro, se sentó en la cama a mi lado.

-El internado no es un lugar para locos, ahí van personas que tienen problemas, que creen que se les va el mundo abajo, también van los adolescentes que quieren dejar de fumar, de tomar, o de drogarse. Pero no es un lugar para locos, hay doctores que van a poder ayudarte, psicólogos a los que le podes contar todo, y padres a quien confiar. Prométeme que vas a ir, es por tu bien – Dijo, y pude ver una mirada que nunca antes había visto en ella, era… ¿preocupación por mi?

-Te preocupas por mi? – Pregunté.
-Siempre me preocupo por vos. Sos mi nieta 
-No, no es así, siempre preferiste a mi hermana, o a mis primas 
- No digas mentiras, no tengo favoritismo. Ahora prométeme que vas a ir.
-No se, no quiero…
-Prométeme!
-Dudé- Lo prometo.
- Empieza el lunes, tenés 3 días para empacar. – Dicho esto me sonrió & salió de mi habitación.



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