Huellas del Pasado
Capítulo 7:

El almuerzo parece interminable, todos hablan y hablan, Finnick y yo estamos perdidos en la conversación. De a ratos nos miramos, él sonríe nervioso pero sin perder esa mirada seductora que lo caracteriza, yo también le sonrío aunque sin muchas ganas. Mis sentimientos son una mezcla de nervios por lo que voy a hacer y enojo por lo que pasó. Sé que ser seductor es parte de la esencia de Finn, pero me molesta que esté todo el tiempo haciéndole caritas a todas las chicas. Nicky y Laureen son de ese tipo de chicas que se enamoran de cada muchacho que camina frente a ellas, y Finnick no es la excepción. Seguramente mañana me harían infinidad de preguntas en el colegio. 

Por fin, terminamos de almorzar, yo no conseguí probar bocado. Mi madre se levanta y se lleva los platos; luego, casi corriendo, sube por las escaleras y segundos después vuelve a aparecer, vestida de caza. Mi padre se despide de nosotros, al igual que Cinna y desaparecen por la puerta. Entonces, el chico de ojos color mar habla:
-Mamá, quizás podríamos ir con Katniss hoy a La Pradera, ya sabes para nadar un rato, estar en contacto con la naturaleza…- Annie lo piensa un poco y luego pregunta a su hijo:
-¿También irás tú, cielo?
-Sí- responde y le sonríe.
-Entonces, creo que sí iré ¿No te molesta que vayamos contigo, Katniss?
-O no, Annie, claro que no. Creo que sería lindo que volvieras a La Pradera- mi madre sonríe.
-Bueno, vamos entonces- dice Finnick, viene hacia mí y me da un fuerte abrazo, susurrando en mi oído- Gracias, Prim, no sé como agradecerte esto que haces por mí. Te debo una y una muy grande- después me da un suave beso en la mejilla, lo tengo tan cerca que logro sentir su perfume de hombre que me vuelve loca. Me suelta y de inmediato siento ganas de no dejarlo ir, aunque se que son solo unas horas, pero aun así quiero que se quede conmigo.

Espero alrededor de unos diez minutos y cuando por fin estoy segura de que ya están lo bastante lejos como para no correr peligro, subo las escaleras. Recorro el pasillo hasta llegar a la puerta que me interesa, rozo la puerta con la yema de los dedos, mi corazón amenaza con saltar de mi pecho. Tomo la perilla, la giro con suavidad y abro la puerta, allí estaba el cuarto de mis padres. El sol traspasa las cortinas color crema e ilumina el blanco acolchado de la cama. Una cajonera de caoba sostiene un televisor de tamaño medio, me dirijo hacia allí; comienzo a revolver todos los cajones con apuro, tratando de no dejar evidencia de que estuve aquí, esta vez mi corazón casi deja de latir cuando lo veo, ahí está el libro. Estiro mi mano y lo tomo, lo sostengo entre mis manos, acariciando con una la tapa. Siento una voz de hombre y mi alma cae a mis pies.
-¿Qué buscas, preciosa?- dice mi padre, con una mezcla de ternura y curiosidad, giro mi cabeza y me encuentro con sus ojos azules, idénticos a los míos. 
-Yo… bueno… es que… yo…- no sabía que decir, mis manos temblaban en el libro. Por su mirada, me doy cuenta de que vio el libro.
-Oh, apuesto lo que sea a que es para Finnick ¿verdad?- yo solo asiento- Y supongo que esto ya lo tenían planeado, ¿no?- asiento otra vez, él sin decir ninguna palabra más, da un paso hacia mí. Estoy asustada, sé que mi padre no es de esos que te castigan por todo, pero esto es ir demasiado lejos… Cuando llega a mi lado me abraza. Este acto me desconcierta ¿Acaso no ve lo que tengo entre mis manos? ¿No se da cuenta de que tengo en mi poder su preciado libro? 
-Desde que vi como se miraban el otro día, me di cuenta de que algo más pasaba…- dice mirándome a los ojos, yo me sonrojo hasta tal punto que me podrían confundir con un tomate. Tarde unos segundos y luego niego con la cabeza.
-No, papá, no entiendes. No estoy enamorada de él, este fue un favor solo como amigos- *por ahora amigos* mi cabeza me juega una mala pasada con ese pensamiento ¿Cómo que “por ahora”? Por ahora y por siempre, amigos nada más. Mi padre me mira, como diciendo “A mí no puedes mentirme, chiquita”
-La única parte de plan que falló es esta, no esperaba que volvieras hasta más tarde- confieso
 –Lamento haber arruinado tu plan, cielo. Puedes llevarlo, Prim, pero podrías haberme pedido permiso en vez de usurpar nuestra habitación- ambos reímos.
-Lo siento, la próxima será- puedo escuchar el ruido de la puerta al abrirse y luego escucho la voz de Finn.
-Hey, Prim ¿Lo encontraste?- siento como él sube las escaleras y entra en la habitación, se para en seco cuando ve a mi padre y su rostro cambia de color a un blanco pálido. Habíamos quedado en que, cuando Annie estuviera distraída, él vendría y juntos leeríamos el libro; no puedo evitar reír al ver su cara.
-Tranquilo, Odair, no voy a lastimarte- mi padre también está riendo. Finnick traga saliva dificultosamente.
-Creí que habías dicho que no habría nadie en la casa- dice Finn en un susurro, en tono de reproche.
-Sí, yo ya… ya me iba, bueno Prim, recuerda que puedes pedirlo la próxima vez ¿sí? Solo asegúrate de guardarlo bien después, no quiero que tu madre se enoje.
-Claro, papá y gracias- le sonrío, él me devuelve la sonrisa; se acerca a mí y me da un cálido beso en la frente, como cuando tenía 5 años y despertaba por tener pesadillas; él me reconfortaba, me abrazada dándome protección y besaba mi frente. Una parte de mí extraña esos tiempos.

Mi padre se retira de la habitación, espero el ruido del golpe de la puerta al cerrarse y me acerco a Finnick mostrándole el libro. Finn sonríe, entre nervioso y agradecido.
-¿Estás seguro que quieres hacerlo?- pregunto.
-Muy seguro, creo que nunca estuve tan seguro de algo en toda mi vida.
-Entonces… vamos a leerlo.
-----------------------------
Bueno, son pocos los que la leen, pero igual. Espero que los pocos que la leen, les guste.