Capítulo 10.


Al día siguiente, Jason llamó a la puerta de ___. Lo vi desde la ventana. Ella le abrió e hizo que pasara. Me puse furioso al verle ahí, pero la verdad es que me duró poco. Nada podía estropear mi felicidad.

Estuvo en la casa de ___ al menos media hora, después salió furioso de ésta, azotando la puerta al marcharse. Fue entonces cuando decidí ir a casa de ___. Estaba preocupado. Y si el ******* le había hecho algo?

Abrí la puerta de mi casa y allí estaba ___, cubierta de lágrimas. Apenas verme, me abrazó.

Justin: ¿Qué pasa? ¿Te hizo algo? ¿Tengo que pegarle? – pregunté, bastante alterado.

Ella negó con la cabeza.

Tú: Ha terminado conmigo.

Sí, definitivamente, mi suerte estaba cambiando.

Sonreí sin que ella me viera, después volví a poner cara de preocupación.

Justin: Vaya, lo siento. ¿Pero tú estás bien?

Ella negó con la cabeza.

Justin: Pasa, ___.

Ella entró lentamente, secándose los ojos con las manos. Pasó al salón, donde se sentó. A un lado estaba mi guitarra, encima de la mesa un papel en el que había estado escribiendo toda la tarde. A ella le llamó la atención y lo cogió entre sus manos.

Tú: “That should be me”? Qué es? Una canción?

Me acerqué rápidamente a ella y le quité el papel de las manos.

Justin: Eso no importa ahora, ____.- Escondí rápidamente el papel detrás de mi espalda.- Cuéntame, qué ha pasado?

Tú: Me ha dejado… otra vez. – Empezó otra vez a llorar.-

Justin: Bueno… pero si te ha dejado es que no te ha sabido apreciar. Ya aparecerá alguien mejor, que pueda ver la maravillosa persona que tú eres y que te ame tanto como te mereces.

Tú: Justin, tu no entiendes… yo... yo lo AMO.

Mi expresión cambió totalmente, también mi estado de ánimo. Me quedé paralizado, cuando me di cuenta de que era cierto. Las lágrimas comenzaron a acudir a mis ojos, mientras que mi cerebro se esforzaba por asimilar esa información. Era relativamente fácil hacer eso, lo difícil era hacer lo mismo con mi corazón destrozado. En mi mente se formularon excusas sin sentido, incluso llegué a rezar por haber oído mal.

Justin: Pero… yo pensé que…

Tú: Justin… Yo sé lo que tú sientes por mí… pero… yo no siento lo mismo.

Esta vez si que quería morirme allí mismo. Los ojos se me llenaron de lágrimas. ¡BASTA! Gritaba mi interior. Pero no podía. Era como si mi subconsciente me obligara a seguir escuchando, para que mi corazón no soñara más con ese amor tan imposible. Mi cuerpo no respondía. Solo me quedé allí plantado, mientras las lágrimas ya recorrían silenciosas mis mejillas, dibujando un húmedo camino por mi rostro, teniendo su fin en la comisura de mis labios.

Tú: Lo siento, Justin. Sé que te habías ilusionado… pero yo NUNCA sentiré lo mismo que tú.

Esa frase si acabó con mi vida. Cerré los ojos y respiré profundo, mientras se expandía por mi cuerpo una angustia insoportable. Asentí con la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas, y me di la vuelta. No soportaba que me viera llorar.

Tú: Podemos seguir siendo amigos…

¿Amigos? ¿Amigos? No lo soportaría. Saber que está ahí y que… Nunca jamás será para mí… Un gran sollozo se formó en mi interior, pero luché por retenerlo.

Justin: No creo que sea lo mejor… Al menos durante un tiempo… Prefiero estar solo.

Ella asintió, y decidió irse. Las lágrimas resbalaron por mi rostro. Era un día de tormenta, horroroso, y las gotas golpeaban ruidosas los cristales, haciendo un ruido espantoso. Apenas lo noté. No me importaba nada. Caminé lentamente hasta mi habitación, no sin antes coger el pedazo de papel donde había escrito la canción. Lo apreté con fuerza contra mi pecho, mientras las crueles palabras de ___ se repetían en mi mente. “Yo lo AMO”, “Se lo que sientes, pero yo NO SIENTO LO MISMO”, “Te has ilusionado, pero NUNCA llegaré a sentir lo mismo”.

“Ese debería ser yo, cogiendo tu mano, ese debería ser yo, haciéndote reír, ese debería ser yo, esto es tan triste, ese debería ser yo, ese debería ser YO”.

Levanté la mirada hacia la ventana y allí la vi… Asomada a su ventana. Y tomé una decisión.

La dejaría marchar. Si, al amor de mi vida.

Lamentablemente, estoy condenado a ser un muerto en vida, un alma corpórea que vaga por el mundo sin tener ninguna razón por la cual vivir.

Porque el amor de mi vida se ha quedado allí… AL OTRO LADO DE LA VENTANA.